Diario Las Últimas Noticias, jueves 23 de agosto de 2012
Un principio de la estadística asegura
(aunque resulte difícil de tragar)
que el comportamiento de un universo
de cincuenta millones de personas
puede ser perfectamente inferido
a partir de una bien configurada
muestra estadística de cinco mil.
Esta "nigromancia" contemporánea
es la que ha convertido a las dos iglesias
de la encuestología chilena,
la del Centro de Estudios Públicos -CEP,
y Adimark, en entes cuyos designios
se temen, esperan y admiran.
Nos asiste la certeza de que,
pese a la aparente mayor credibilidad
que tendría el CEP en el mundo político,
a este centro de estudios le falta una papa,
una figura que dé la cara
como lo hace Roberto Méndez,
el presidente de Adimark.
Este nuevo legítimo brujo de la tribu,
sitial en el que al parecer
se encuentra a sus anchas,
con su calva numérica
y su ligero parecido a
Gargamel de Los pitufos,
es el hombre que le pone
carne y huesos a estos
misterios políticos-oraculares,
llegando a convertirse en un personaje
al que los medios tienen
como ingrediente central
en su cocina, vistiendo de corto
con los colores de su equipo favorito
y opinando acerca del tema
que le pongan por delante.
Es el gran sacerdote acreditado
ante la opinión pública
por sus certeras lecturas
de la palma de la mano política.
Los augurios de este meteorólogo social
son esperados con nerviosismo,
entre mucho café y humo de cigarrillos,
por políticos, aspirantes al trono,
asesores, consultores y orejeros
de todas las cataduras imaginables.
Y, claro, no podía ser de otro modo,
porque estos resultados vienen
nada menos que a modelar
las expectativas del eventual votante,
incidiendo por ende en las estrategias
de los políticos e instalando la sensación
de que los caballos ya cruzaron la meta
antes de entrar en los partidores.
Una encuesta, como se repite
hasta la saciedad, es sólo
una toma fotográfica
de un instante fugaz,
una radiografía que da luces
acerca de un momento específico
del ánimo colectivo.
Sin embargo, abundan
los estrategas políticos
que buscan convertirlas
en herramientas de persuasión,
agregándolas a sus pócimas
y brebajes electoreros.
Esta semana los chamanes del CEP
han abierto otra vez la caja de los truenos
y Bachelet le estaría dando una paliza
al titular de Obras Públicas, Laurence Golborne,
dejando a Marco Enríquez-Ominami
en una posición ultrapiñufla,
aunque por encima del ministro
de Defensa, Andrés Allamand,
que aparece en los huesos.
Sin embargo,
falta un pequeño detalle:
Michelle Bachelet
no ha dicho si aceptará
o no ser candidata.
Es decir,
los pobrecitos candidatos,
con sus esmirriados porcentajes,
son medidos contra un fantasma.
¿Qué deben hacer entonces?
¿Esperar que Bachelet se pronuncie
y meterles huasca a sus caballos muertos?
¿Qué conclusión puede sacar alguien
de este oráculo que junta higos con guindas?
No en vano Roy Campos, alguien así
como el Roberto Méndez mexicano,
con pasmosa honestidad afirma
que las encuestas son como los bikinis:
"Enseñan todo menos lo importante".
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Comment: No sé si las encuestas sean como los bikinis,
pero creo más bien como Vivienne Westwood,
la diseñadora de modas británica, que
el vestuario reconfigura la arquitectura del cuerpo
y que la sugerencia, insinuación que producen
una determinada textura, corte, color y forma
de una prenda sentadora
o pensada para una determinada persona
-tomando en cuenta su silueta y personalidad-
contribuirá no sólo a realzar la figura
sino agregará misterio, encanto o sensualidad
de una forma muy superior al sobrevalorado desnudo…
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