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Democráticos versus rupturistas

25 / Ago

Por Patricio Carvajal





Hace un año atrás recuerdo que escribí sobre los, en ese entonces, recién aparecidos hermanos Parisi en programas  de radio y televisión (ver columna de 26 agosto de 2011). Destaqué su espíritu de iniciativa al luchar por sus ideas a través de la comunicación, sin violencia, sin echarle la culpa a otros ni responsabilizar al gobierno o al estado, sino con acciones personales. Se la jugaron. En esa época no imaginé que uno de ellos llegaría a una precandidatura presidencial…

Quisiera volver sobre este tema de la iniciativa personal versus echarle la culpa o traspasarle la responsabilidad a los demás o al gobierno.

Somos muchos los que nos cuestionamos algunas o todas las cosas en nuestro país. Eso es normal. Es parte de la convivencia y de la diversidad. La diferencia está en cómo reaccionamos y actuamos al respecto.

Pienso que nuestro ordenamiento como sociedad, nuestras leyes, nuestra constitución, nuestros acuerdos, nuestras normas y formas tienen previsto un mecanismo para resolver las discrepancias. Se llama juego democrático. Institucionalidad. Reglas. Modales.

Por lo tanto, cada vez que no concordamos en algo lo lógico sería resolverlo dentro de ese marco.

Y así lo han hecho muchos con bastante éxito. Los Parisi lo hicieron con argumentos, en programas de televisión y radio. Se podrá estar en desacuerdo con muchas de sus posturas. Pero hay que reconocer que no son rupturistas. Se la están jugando dentro de las reglas que tenemos. Y les está yendo tan bien que en poco más de un año uno de ellos ya figura entre los presidenciables.

Otro caso: Andrés Velasco. Él no era un político tradicional. Pero también, a la hora de querer influir en nuestra sociedad recurrió a la vía institucional. Se sometió a las reglas del juego. Y ahí está dando fruto. Aunque no llegue a ser presidente, ya hizo un gran aporte como precandidato.

Laurence Golborne. Igualmente. Era un gerente exitoso. Pero después estuvo dispuesto a ser ministro. Y quién sabe, a futuro puede ser presidente de la república. Se sometió al juego. Bien.

Antes fue Marco Enríquez-Ominami. No estuvo de acuerdo con su coalición de siempre, la Concertación. En vez de irse por la vía insurreccional, prefirió competir dentro de las reglas del juego. Y le fue súper bien. Ahora ya tiene conformado un nuevo partido político.

O el caso de Josefa Errázuriz en la comuna de Providencia. No le gustaba su alcalde. En vez de hacer barricadas o tomarse edificios, va como candidata desafiando a Labbé.

Pero hay otros que no. En la región de la Araucanía hay algunos descontentos con nuestro sistema. Con las reglas que nos hemos dado democráticamente. En vez de defender sus posturas dentro de ese juego. Tal vez creando un partido político y compitiendo en las elecciones. Prefieren agredir a otros. Asaltar. Quemar. Aterrorizar.

También lo hemos visto en Santiago y en otras ciudades. Muchos estamos descontentos con el nivel de la educación en Chile. Pero el camino correcto es el debate democrático y la política. Pero nuevamente hay algunos. Pocos, pero ruidosos. Que creen que la convicción y la justicia de sus demandas les dan el derecho a saltarse las reglas.

Si todos los que pensamos tener razón en algo creyéramos que eso nos da derecho a obviar las reglas y saltarnos las leyes, el país se convertiría pronto en un caos. A veces pareciera que para allá vamos. O al menos que a algunos no les importa que eso pudiera ocurrir.

Opino distinto. Creo que lo correcto y valedero es jugar el partido dentro de la cancha. Con las reglas del juego. Los ejemplos positivos demuestran que se puede, y que los resultados son más contundentes y estables que los que obtienen los violentos y rupturistas.



Foto Dave_B Flickr © creative commons

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