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En defensa de la buena fe

Opinión 
por Juan Andrés Fontaine
Diario El Mercurio, Domingo 26 de Agosto de 2012 
http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2012/08/26/en-defensa-de-la-buena-fe.asp

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Según las encuestas, del descrédito no se salva ya casi ninguna institución. Cuesta construir un país sano y próspero sin una dosis de buena fe. Los líderes intelectuales y políticos pueden ayudar, construyendo y transmitiendo confianzas.
No es eso —desgraciadamente— lo ocurrido en la controversia por la Casen. Puede el Gobierno haber pecado de exceso de entusiasmo o falta de meticulosidad en la comunicación de sus resultados, pero eso no justifica la falta de buena fe de varios de quienes los han puesto en tela de juicio. Sorprende, por ejemplo, que el ex ministro Andrés Velasco —aspirante a la primera magistratura de la república— haga ver en esto un riesgo de “argentinización” de nuestras estadísticas, en oblicua comparación con la manipulación del IPC trasandin o (verwww.cepchile.cl).
Tampoco contribuye a la confianza que, en mediática interpelación, 30 académicos bien conocedores de las intimidades de estas estadísticas, publiciten cinco interrogantes —unas ya aclaradas, otras que habrán de esperar se den a conocer los datos— que no hacen sino sembrar dudas sobre la veracidad de los resultados.
Toda estadística económica está sujeta a supuestos metodológicos, objetables de buena fe. Las de distribución de ingresos deben lidiar con un sinnúmero de dificultades, conceptuales y prácticas. Por ejemplo, con la declaración incompleta de sueldos, pensiones, subsidios y rentas imputables al capital. El Gobierno no ha innovado en la práctica habitual de someter la encuesta —tomada por la Universidad de Chile— a los ajustes y depuraciones recomendados por Cepal y publicar sólo los datos ya corregidos. Mucho ayudaría que se le diese a la Casen plena transparencia, con información de todos los antecedentes —antes y después de ajustes— y los supuestos empleados. Ningún gobierno lo ha hecho. Los críticos lo saben.
Desde luego, la metodología de Casen es discutible. Hay quienes sugieren que ella sobrestima la desigualdad en Chile y nos desfavorece en las comparaciones internacionales (ver Bravo y Valderrama, 2011). Ojalá esta polémica sirva para prevenir contra la inclinación de muchos observadores a tomar la Casen y sus resultados como una suerte de veredicto inapelable sobre nuestras desigualdades, prueba irrefutable de que somos uno de los países más inequitativos del mundo. Nunca ha de ser así, la imprecisión de sus mediciones es muy superior a la de otros indicadores económicos (tampoco perfectos).
Afortunadamente, ninguna de las suspicacias planteadas desmiente lo medular: la pobreza y la desigualdad están siendo reducidas gracias a una masiva creación de empleos. Casen corrobora que ésa ha de seguir siendo la primera prioridad de nuestras políticas públicas.

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