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Un falso dilema por Cristián Larroulet



Diario La Segunda, Jueves 30 de Agosto de 2012
http://blogs.lasegunda.com/redaccion/2012/08/30/un-falso-dilema-1.asp
Con frecuencia hemos oído decir en los últimos años a personeros de la Concertación que el crecimiento económico ya no debe tener la prioridad que tuvo en el pasado para nuestro país y que lo sensato sería concentrar nuestras energías en conseguir una distribución más igualitaria de los ingresos, pues así podríamos lograr una mejor calidad de vida para todos. Pero esa manera de ver las cosas nos pone ante un falso dilema, pues ignora la relación virtuosa que unas políticas públicas acertadas pueden trazar entre crecimiento y equidad.
En efecto, afortunadamente hay políticas públicas que permiten a un país como el nuestro crecer y, al mismo tiempo, aumentar la movilidad social y reducir las desigualdades excesivas. Es el caso de la generación de empleo, la expansión y mejora de la educación, una política social orientada a la superación y a la autonomía de los más pobres, e incluso la remoción de barreras al emprendimiento.
El crecimiento de la economía es fundamental para la generación de empleo. Y el empleo sirve a los dos objetivos aludidos. Da lugar a más crecimiento, porque mientras más personas trabajan, más produce el país. Y, a la vez, favorece una mayor igualdad en los ingresos, porque cuando un país se acerca al pleno empleo los más beneficiados son los más vulnerables, que son los que normalmente padecen mayores tasas de desocupación.
La educación contribuye también al crecimiento de la economía, porque las personas educadas son más productivas, especialmente en la sociedad del conocimiento en que vivimos. Y, a la vez, en la medida en que más personas reciben educación y se reducen las brechas de escolaridad, se van igualando también sus ingresos.
Políticas sociales encaminadas a la superación de los más necesitados y no a su dependencia de la ayuda estatal, como el Ingreso Etico Familiar y el bono al trabajo de la mujer, sirven también a ambos objetivos. Al subir el nivel de los peor situados en la sociedad, se reduce la desigualdad. Y, a la vez, su incorporación a los procesos productivos favorece un mayor crecimiento.
Cuando se remueven barreras al emprendimiento y se propicia una competencia más intensa entre las empresas, el país crece, porque los recursos disponibles se usan con mayor eficiencia. Pero también puede volverse más igualitario, porque la competencia permite que los consumidores adquieran los bienes y servicios que requieren a menor precio, con lo que su poder adquisitivo se incrementa, mientras los productores de esos mismos bienes y servicios no tienen ya la posibilidad de capturar rentas y la distancia entre unos y otros tiende a reducirse.
Adicionalmente, sólo el crecimiento de la economía ofrece la posibilidad de un incremento constante y sustentable de los ingresos fiscales necesarios para financiar una política social efectiva. Sin él, tarde o temprano no hay más opción que reducir drásticamente beneficios sociales, como varios países se ven obligados a hacer por estos días.
La encuesta Casen echó luz sobre esta relación virtuosa entre crecimiento y equidad. Entre 2006 y 2009, Chile tuvo su más bajo crecimiento en muchos años: 2,5% anual promedio. Los ingresos autónomos del 10% más pobre cayeron en promedio 9% al año, mientras los del 10% más rico se incrementaron en un 3%. Y, a pesardel esfuerzo por conformar una red de protección social, la diferencia entre los ingresos monetarios —que incluyen las transferencias del Estado— del 10% más rico y el 10% más pobre subió de 23,9 a 25,9 veces. En cambio, entre 2009 y 2011 la economía creció a un promedio anual de 6,1%. Con ello los ingresos autónomos del 10% más pobre se expandieron en un 12% al año, el doble del conjunto de la economía y más que cualquier otro segmento socio-económico. Y, unido ello a una política social acertada, la brecha entre los ingresos monetarios del 10% más rico y el 10% más pobre se redujo de 25,9 a 22,6 veces, su menor nivel desde que comenzó a hacerse esta medición, en 1990.
Todo Chile se ha beneficiado con el mayor crecimiento de estos años. Pero los más pobres lo han hecho especialmente, lo que ha llevado a que la desigualdad baje. Ese es el camino que el gobierno de la Coalición por el Cambio ha propuesto al país. El de una nación que crece con fuerza y avanza a paso firme hacia el desarrollo, al mismo tiempo que aumenta la movilidad social y reduce las desigualdades excesivas. 

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