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No hay ideas malas

Opinión
Lunes 12 de Septiembre de 2011
No hay ideas malas Nicolas-Luco.jpgCon cinco profesionales invertimos más de dos horas la semana pasada en una lluvia de ideas para encontrar un nombre a un producto. Los mejores ya estaban registrados en el Ministerio de Economía, que se consulta por internet.

Ahí aún está la hoja de papel llena de nombres tarjados, esperándonos para alargar la lista. Ahora sé que una lluvia de ideas no debe durar más de 50 minutos. Lo aprendí en una clase sobre lluvia de ideas que dio el miércoles en Ingeniería UC Tina Seeling, profesora en la U. de Stanford.
Nos dividió en cinco grupos; distendió el ambiente. Con ella listamos las reglas para una buena lluvia de ideas. Yo ya conocía algunas; me sorprendió cuando propuso que los participantes estuviéramos de pie en lugar de sentados y con los brazos cruzados, echados para atrás. Hay que estar activos. Todos deben anotar todas las ideas en un papel.
"Posterguen los juicios", decía Tina, que seguramente es parte del club de jogging de Stanford, pura fibra, bien hecha, ojos azules, pelo corto apegado a la nuca, pantalones de tela casi sedosa, Macbook a mano. "Escúchense". "Definan bien el problema". "No hay jerarquías". "No busquen decidir, sólo listar ideas". "Sin límites, sin censuras". "Ojalá la sala tenga techos altos, como los templos", dijo.
Como práctica nos pidió a cada grupo imaginar cómo podría ser el peor restaurante imaginable. En 10 minutos aparecieron cinco proyectos horribles. Mozos espantosos, cocinas en el baño, menú con incomibles...
Tina distribuyó las fétidas ideas. Cada grupo recibió un restaurante monstruoso ideado por otro. La misión: diseñarlo en 10 minutos convirtiendo la negra idea en un éxito luminoso.
A nosotros nos tocó convertir en un triunfo el que tenía unidos baño y cocina. La solución: un submarino, donde hay poco espacio. A los clientes les encantará bajar a cenar inmersos en una realidad de estrechez, y entrando al baño semi cerrado desde donde pueden conversar con el maestro de cocina y reflexionar sobre cómo todo lo que entra debe salir. Además, platos y utensilios tendrán forma de piezas sanitarias bellas y originales.
Tina intervino: "¿Cuál es el mensaje de esta experiencia? ¡No hay ideas malas! ¡Las peores ideas pueden transformase en buenos proyectos!"
En mi casa, leo reportajes sobre tecnología. ¡Tanto juicio negativo! Los televisores 3D no logran venderse, la gente no está dispuesta a usar lentes para la visión tridimensional. Los teléfonos Blackberry cambiarán su tradicional software porque sus ejecutivos ahora lo encuentran limitado. Habrá que cerrar el experimento del colisionador de hadrones, el más grande de la historia de la ciencia, porque se terminó la plata.
Pura depresión; entonces hay que ponerse de pie. Capaz que una lluvia de ideas señale el camino. Los televisores 3D tendrán un nicho, ¿cuál? El software Blackberry hizo aportes clave, ¿cómo mejorarlos? ¿No podremos idear otra forma de financiar el colisionador? Anotemos.
Es cosa de escucharse. No hay ideas malas

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