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El humus de la memoria

El humus de la memoria

por  Mario Valdovinos 

Diario El Mercurio, Revista de Libros, domingo 4 de septiembre de 2011

Areztizábal cita a Van Gogh y las locomotoras; Teillier, a Gardel y los boxeadores.  

Si hay una propuesta gráfica que limita en los cuatro puntos cardinales con la poética de Jorge Teillier es la de Germán Arestizábal. Esa feliz alianza es la que reproduce este libro que contiene, caras a y b, dos volúmenes inhallables del gran lárico: Le Petit Teillier Illustré y Trenes que no has de beber .

El primero es un cómic que propone una lectura intergenérica, más un diálogo palabra/imagen, y reproduce fragmentos de los poemas del vate lautarino. En el segundo, Arestizábal pone sus dibujos y su imaginación de loco riguroso al servicio de citas de versos, extraídos de los más de veinte volúmenes publicados en vida por Teillier, que constituyen un legado para melancólicos y un remedio para el asma y la poquita fe.

Ninguno de los cuatro muestra signos de envejecimiento, nos referimos tanto a los dos libros como a los dos artistas, y sobre el encuadre de las páginas resaltan los trazos en imágenes y palabras de un universo que puede ser utópico y mítico, un cosmos donde el regreso, la quimera del locus amoenus , la ecología, los espacios fundacionales, el territorio épico de La Frontera, el trabajo de los pioneros, los lares y el desgaste que sufre ese universo memorístico a manos del tiempo y de la historia, aquí se preservan sobre fondos blancos y palabras arrojadas a plena (in)conciencia.

Bajo esta óptica de conservación y rescate pueden abordarse ambos volúmenes. Arestizábal hace citas pictóricas en sus trabajos: Van Gogh y su habitación, Toulouse-Lautrec, circulan por sus cuadros viejos automóviles Dodge, del año 30, provistos de alas, y locomotoras con carros en forma de caracoles. Teillier cita el tango, la silueta de Gardel, la hípica, los boxeadores derrotados por el olvido en tardes muertas. Ambos son jazzmen y esperan trenes que ya no pasan. Usan impermeables raídos mientras aguardan lluvias suaves, no ácidas, y fuman a lo Bogart.
"Escribo para salvar mi alma", declaró al mundo, desde el bar La Unión Chica, el poeta. Y el pintor Arestizábal recogió en su poema "San Bogart" este brevísimo manifiesto: "Es un trabajo de vagos el nuestro", soplado en su oído por el propio Humphrey, tal como le hablaba su sombra, en voz baja, a Teillier.
De esas complicidades habla espléndidamente este bello volumen. El humus de la memoria.

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