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¿Me puedes decir dónde estás?



por Nicolás Luco
Diario El Mercurio, Lunes 02 de Enero de 2012
http://blogs.elmercurio.com/cienciaytecnologia/2012/01/02/me-puedes-decir-donde-estas.asp

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Hace unos 18 años hice clases de periodismo científico en la Universidad Diego Portales. Yo trataba de enseñar/aprender sobre las fuerzas y los vectores. Creo que los explicaba harto mal.
Una ex alumna, Paola Raffo, me critica, cada vez que nos vemos, porque hablaba de cosas difíciles.
Les enseñé otras cosas importantes, eso sí, tales como el tema de las redes de comunicación.
Pero lo que más me molestaba era que los jóvenes me tomaban por una Wikipedia, que en esos tiempos no existía.
Duda que se les ocurría, la planteaban. Y me ponían en ridículo porque, claro, yo no sabía todo de todo.
Así es que renuncié a enseñar periodismo científico.
Pero los avatares de la vida han llevado a que mi nieto Nicolás se haya sacado el premio de ciencias en su curso, primero básico. ¡Qué honor!
Le regalé un libro ilustrado con las últimas investigaciones científicas y me propuse enseñarle cosas.
Así es que ahora estoy como cuando enseñaba periodismo científico, esta vez, con mi nieto. Creo que empezaré por el trompo.
Me ronda en la cabeza una investigación que publicó la Universidad Técnica de Munich: trata de los cambios en la posición del eje de rotación de la Tierra. Pienso que tengo que partir mostrándole a mi nieto un trompo, juguete que él conoce.
Bueno, aquí hay un problema porque nunca, nunca, nunca he sido capaz de tirar un trompo con éxito. Pero conseguiré ayuda. Entonces le mostraré al nieto que, después de un rato de girar tranquilito, el trompo empieza a perder su compostura, y la púa que estaba serena, se comienza a desplazar en círculos por el terreno y el juguete se bambolea.
Así ocurre con la Tierra, le contaré. Porque la fuerza de atracción de la Luna y del Sol estropean el movimiento de rotación del planeta. También lo afectan el peso de los mares que se mueven, los vientos, la presión de la atmósfera.
Tal como el trompo, la Tierra se bambolea. Yo creo que mi nieto científico será capaz de comprender esto y así aumentar su idolatría y admiración por su Tata.
El eje de rotación de la Tierra, la púa del trompo, describe círculos de hasta seis metros. Harto poco, pensando que la circunferencia del planeta tiene... para el caso, 40 mil kilómetros.
Más vale tomar en cuenta el bamboleo del planeta-trompo, en estos días en que la precisión de saber donde estoy le importa a todo el mundo (la primera pregunta que me hace mi señora cuando me llama por celular es precisamente "¿dónde está?").
Le explicaré a mi nieto que en el siglo pasado, para medir el bamboleo del planeta, 8 a 10 radiotelescopios medían todos los lunes y jueves su distancia a unos cuerpos celestes, quásares determinados. Así podían decir en un momento dónde estaba exactamente la Tierra en relación con el espacio. Y cuánto se había movido su "púa".
De lo que sí estoy seguro es de que no le podré explicar, porque yo todavía no lo comprendo del todo bien, lo que publicaron en Munich la semana antepasada: encontraron un método más preciso de medir el bamboleo terrestre.
Va a ser difícil que él entienda que si dos rayos láser chocan porque llevan direcciones antagónicas y uno viaja a favor de la rotación de la Tierra, se puede calcular la dirección y la velocidad de esa rotación. Hay que medir los cambios que sufre el láser, que circula ayudado por la rotación de la Tierra, y compararlos con los que sufre el otro láser.
Pero capaz que entienda que, para tener una medida exacta del bamboleo de la Tierra, los alemanes de Munich instalaron esos láseres bajo tierra, donde no los afectara nada más que la velocidad de rotación del planeta. Para llegar a ellos hay que atravesar un túnel de 20 metros dividido en seis compartimentos separados por puertas herméticas. Ahí puedo adornarle un poco el asunto y describir esta cueva subterránea que permitirá contestar con exactitud la pregunta más telefoneada hoy: "¿dónde estás?".
Yo creo que voy a ser un ídolo de mi nieto.

1 comentario:

  1. Posteado por:
    Rafael Rosende Alvarez
    02/01/2012 13:09
    [ N° 1 ]
    Niño y trompo
    Cada vez que lo lanza
    cae, justo,
    en el centro del mundo.
    Octavio Paz

    El mundo de nuestra infancia
    giraba por temporadas
    en torno a un trompo.
    En los recreos
    nuestro mundo era un concierto
    de trompos silbando,
    los que giraban intermitentemente
    sobre la superficie de esta Tierra
    que los científicos describen
    como una especie de trompo.
    Después de Copérnico
    no sería más el centro del universo
    pero seguía percibiéndose
    como el centro de nuestro mundo,
    aunque peregrinara en su danza cósmica
    balanceándose como peonza...precesando y nutando.
    Allí permanecemos todos nosotros
    -en inestable equilibrio-
    encaramados por un corto tiempo
    en su borde frágil y vertiginoso
    donde se ha instalado
    misteriosamente la vida.
    Sobre ese trompo que cabeceaba
    -como nosotros en aquellos tiempos escolares-
    recién comenzada la clase de historia
    programada tras la pichanga
    que disputábamos intensamente,
    momentos después de tragar un almuerzo
    en menos de lo que tarda de girar un trompo.
    Durante el partido
    mordisqueábamos la manzana de postre
    sacada de uno de los bolsillo del overol
    mientras en el otro se asomaba
    el dormido trompo regalón.
    En dichas clases de historia universal,
    se pasaba revista a tantas revoluciones
    que nosotros ingenuamente imaginábamos
    como combates a trompo limpio;
    batallas fieras en que las lienzas
    se lanzaban, una tras otra,
    desenrollando unas temibles armas:
    aquellos trompos cucarros
    premunidos de afiladísimas púas...

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