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El Trolley 10 y otras nostalgias (crónica trunca)‏





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Mi compadre Rodrigo Rojas Krause
me acaba de enviar un conjunto
de imágenes del Santiago
de diversas épocas, todas
del siglo XX, entre los años
30-40 a los 50-60.

Entre ellas la de un trolley
con el recorrido 10 de los años 60.

Contemplar nuevamente el mítico Trolley 10,
que no se ve tan grande ni tan imponente 
como lo veíamos de niño de la empresa de 
Transportes Colectivos del Estado,
propaganda como Filodent, los colores amarillo 
y azul calipso de sus letreros...
cada detalle y de su entorno
en la imagen captada en el Parque Forestal:
los autos y hasta el color caracteríssticos
de las fotografías emulsionadas de aquella época.

Rescaté de unos papeles una transcripción
fragmentaria de una crónica escrita
por Enrique 'Cote' Evans,
publicada en algún número extraviado
de la revista Mundo Diners
de los años ochenta.

El Trolley 10 y otras nostalgias...
por Enrique 'Cote' Evans


Algo mágico me sucedió 
al salir hace algunas semanas
de la reunión editorial de nuestra revista.

Al enfrentar la calle Pedro de Valdivia,
me encontré con la imagen
de gran señor del trolley 10.

Avanzaba repleto de estudiantes del Saint George,
comentando el disputado interescolar de atletismo.

Cristián Errázuriz nuevamente 
había campeado en salto alto
y el cura Arrau había corrido frenéticamente
por el pasto del Estadio Nacional,
cuando un cómputo erróneo le dio al San Ignacio
tres puntos arriba del Verbo Divino,
de los Padres Franceses y de los propios...¡Georgianos!

'La matiné del (teatro) Pedro de Valdivia 
estaba repleta el domingo pasado' 
-oí que comentaban
otros pasajeros del trolley, vestidos
con camisas rosadas a rayas y botas beatles.

Qué impresionante la vocación del profesor
capaz de motivar a esta tropa de alumnos
para quienes la vida ofrecía nada más
que la ironía de la pobreza en medio de la abundancia'.

Desde lejos pude deducir que se estaban refiriendo
'Al Maestro con Cariño', protagonizada por Sidney Poitier.

¡Nostalgias!  Quién no las tiene, cuántos la atesoran,
cómo nos acompañan y reivindican la risa perdida
en los momentos de soledad.

Comentar las nostalgias cotidianas
suele ser patrimonio
de quienes han alcanzado la plena madurez.

Ciertamente éste no es el caso.

En el umbral de los 40
confieso estar acercándome tímidamente
a esos estadios, sin que ello me inhiba,
por un cierto carácter sinvergüenza,
para entrometerme en los territorios
de aquellas nostalgias.

Eso es. Escribamos sobre las nostalgias.

La amenaza estaba latente.

Hacía dos semanas
unos melenudos parados en 'Coppelia'
se habían reído a costa
de un estoico cadete de la Escuela Militar
que, fuera de hábitat, palabreaba a una lola
para ir en la noche a bailar al 'Scandal'.

Se sabía que la reacción 'institucional'
podía venir en cualquier momento
y que los tradicionales espadines
serían reemplazados
por las no menos efectivas tijeras.

Más que un enfrentamiento,
eso podía ser toda una humillación.

El escenario era adecuado:
Providencia, a la altura de Ricardo Lyon
-con doble tránsito-, congregaba en el 'Coppelia'
a los pelos largos y los jeans ajustados.

Al frente, el moderno 'Drugstore',
con el espíritu de Carnaby Street
y la voz de Mick Jagger invitando
directamente a pasar la noche de a dos.

Las nostalgias.
¡Qué extraordinario recurso del espíritu humano!

Un equivalente al rewind del cassette,
en la versión más contemporánea.
[Nótese el tiempo que ha pasado
desde este comentario,
en que los soportes tecnológicos
alcanzan su obsolescencia
con extraordinaria rapidez.
Está claro que la nostalgia
ya no es lo que era...
(las cosas duraban lo suficiente
como para alcanzar a recordarlas)].

En otra parte de la ciudad,
el empresario Samuel Ratinoff
recibía las entusiastas confrontaciones
de los dirigentes de River,
el Dínamo de Moscú
y la selección de Checoeslovaquia
para el próximo hexagonal.

Por Chile, los tres grandes y sus figuras:
Leonel, Tito Fouilloux y Chamaco Valdés...
[hasta aquí los papeles rescatados de esta crónica trunca].

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