Diario El Mercurio, Martes 15 de Noviembre de 2011
Baker y Pascua son los ríos más caudalosos de la Patagonia chilena. Sus aguas desembocan en los canales Martínez y Baker, que también reciben el agua dulce del deshielo de los ventisqueros Jorge Montt y Stefen.
Esta área clave de la zona austral está bajo monitoreo científico hace tres años por parte del Centro Oceanográfico de Investigación del Pacífico Sur Oriental (Copas) de la Universidad de Concepción, a través de un proyecto Fondecyt. "Nuestro interés desde el principio ha sido obtener la mayor información de la situación actual del área antes de la puesta en marcha de proyectos como HidroAysén", explica Silvio Pantoja, subdirector del Copas.
La investigación involucra la recolección de datos sobre caudales, derretimiento de los glaciares y microbiología local en busca de usos biotecnológicos.
En especial les interesa el río Baker. "Estamos analizando la cantidad de nutrientes que trae y cuánto de esto llega al océano", puntualiza. Este material, que incluye importantes cantidades de fósforo e hidrógeno, es el que permite el desarrollo de las plantas marinas microscópicas (fitoplancton), elemento clave para la cadena alimenticia.
La red de instrumentos instalada les ha permitido detectar los cambios de temperatura, nivel del mar y condiciones de luminosidad bajo el agua provocados por los cada vez más frecuentes eventos de vaciamiento del Lago Cachet 2, que se encuentra aguas arriba. Además han elaborado tablas de nivel de mareas, que han sido de gran utilidad ya que este fenómeno impacta directamente en la navegabilidad del río Baker y en el transporte por éste.
El impacto del aporte de los glaciares hace que en el área predomine el agua dulce. La velocidad de derretimiento del Glaciar Montt es la más alta de los Campos de Hielo, del orden de un kilómetro por año; esto es equivalente a unos 100 millones de metros cúbicos anuales, o aproximadamente a un 10% de la descarga del río Pascua.
Aunque el área está alejada del mar abierto, los sensibles instrumentos instalados allí obtuvieron evidencia de la llegada de las ondas de los maremotos de febrero de 2010 y marzo de 2011.
El rastreo de microbios con potencial biotecnológico está en pleno desarrollo. Ya detectaron la presencia de una cianobacteria parecida a otras que se emplean como suplemento nutricional para animales, y también han encontrado hongos marinos que podrían ayudar a procesos de biorremediación en plantas de celulosa.
El trabajo también apunta a entregar herramientas para un desarrollo sustentable del área, que está aguas abajo de los proyectos hidroeléctricos previstos. En especial, la actividad de los investigadores se ha centrado en el entorno de caleta Tortel, el mayor centro poblado del área.
Pese a que allí viven un poco más de 500 personas, su población igual hace sentir su impacto ambiental, y es así como los científicos han detectado coliformes en las aguas en torno al pueblo. "Es un problema grande porque, como no tienen alcantarillado, descargan directamente las aguas servidas a la caleta", dice Pantoja. La situación podría mejorar con un proyecto de planta de tratamiento doméstica que está previsto instalar allí.
Otro de los temas que les preocupa es la llegada de algas potencialmente tóxicas. "Nunca se ha producido acá un evento de marea roja, pero su presencia está avanzando hacia el sur y por eso estamos constantemente analizando en laboratorio las muestras que obtenemos. Felizmente no hemos encontrado nada", resalta.
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