No me opongo, para nada,
a la bendita diversidad
ni al espíritu aventurero;
aquella admirable disposición
a estar siempre abierto
a explorar nuevas fronteras.
Lo que tal vez sucede es que
mientras más viejo uno se va poniendo,
más aburrido es para el resto:
una especie de lata...conservadora,
demasiado básica en lo que refiere a sabores
y que disfruta con lo simple,
con lo bueno conocido
más que que con lo alucinante por conocer.
No es que me oponga tampoco
a que exista una propuesta gourmet
cada vez más creativa y audaz.
Es que entre tanta variedad, uno se pierde.
La novedad va cambiando tan rápido
que uno ni siquiera se enteró
de lo que ya está obsoleto.
Ingresar, por ejemplo, en un día caluroso
a una heladería artesanal hoy en día,
es adentrarse en la ruta de lo exótico.
Allí se despliega un maremagnum
de sabores que no sabía que existían
en dicho contexto: helado de pepino
con menta al sauvignon blanc;
tomate con albahaca; apio, palta, choclo
y queso de cabra con mermelada de tomate.
O pasar a una quesería
en donde la persona que atiende
es nada menos que
un «maitre fromager»
dispuesto a ilustrar al visitante
acerca de los orígenes,
sabores, texturas, colores y sabores
de este oficio elevado a la
categoría de arte y de ciencia.
Que el color grisáceo
de la corteza del Mimolette
es el resultado de un ácaro
que es introducido intencionalmente
en el queso para agregar sabor,
o que el verdadero Roquefort
sólo puede ser producido
en las cuevas de la ciudad
del mismo nombre,
cuyas características son perfectas
para el desarrollo del penicillium Roqueforti
que le da el aspecto verdoso.
A la casa llega un hijo mío
con un kilo de queso mantecoso al merkén,
-'too much' merkén, nada en contra de la Araucanía-
cuando tal vez uno habría quedado feliz
con medio kilo del queso mantecoso tradicional.
Es verdad, uno se ha convertido
en un ente latero, demasiado básico
que es feliz con un jugo de tuna casero,
un ave palta como los que se hacían
en el tradicional salón de té La Novia,
de la calle Huérfanos, desaparecido en los sixties,
o un helado de chirimoya o de lúcuma de La Escarcha
a un costado del Teatro Marconi en Manuel Montt
o introducir paulatinamente nuevos sabores
con los años, como comprar para llevar
y disfrutar más tarde de un sencillo
muffin de arándano de Los Castaños o del Starbucks.
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Más acerca de quesos gourmet y helados artesanales exóticos,
en Revista Ya, Diario El Mercurio, martes 22 de noviembre de 2011
SOLICITAMOS SE IDENTIFIQUE EL AUTOR DE ESTA JOYITA LITERARIA
ResponderEliminarSleep disorder problems / (*)
ResponderEliminarSheep accountability/
The End
ONE
One little, two little, three little Indians
Four little, five little, six little Indians
Seven little, eight little, nine little Indians
Ten little Indian boys.
Ten little, nine little, eight little Indians
Seven little, six little, five little Indians
Four little, three little, two little Indians
One little Indian boy.
BAA, BAA
Baa, baa, black sheep,
Have you any wool?
Yes sir, yes sir,
Three bags full.
One for my master,
One for my dame,
And one for the little boy
Who lives down the lane.
THE END
And in the end
The love you take
Is equal to the love you make.
Thirty days hath September,
ResponderEliminarApril, June, and November;
All the rest have thirty-one,
Save February, with twenty-eight days clear,
And twenty-nine each leap year.
Treinta días tiene septiembre,
con abril, junio y noviembre;
El resto tiene treinta y uno
Excepto Febrero mocho que lleva veintiocho
Sin contar el año bisiesto, con 29 fuera de tiesto.