por Bernardo Larraín
Diario El Mercurio, Jueves 24 de Noviembre de 2011
Diario El Mercurio, Jueves 24 de Noviembre de 2011
http://blogs.lasegunda.com/redaccion/2011/11/24/una-nueva-mirada.asp
Hoy transcurre una nueva reunión de ENADE donde se reflexiona respecto al malestar y el descontento social generalizado que se observa en distintos países del mundo, particularmente en Chile, y también sobre cómo la empresa debe posicionarse en este nuevo contexto.
Es innegable el rol protagónico que actualmente han adquirido los jóvenes, quienes no sólo están aportando con una nueva mirada para enfrentar los problemas sociales, sino que además han demostrado una capacidad de convocatoria que, excluyendo las manifestaciones de violencia, han permitido que sus causas alcancen una adhesión de dimensiones nacionales.
La historia de la empresa y del modelo en el cual se enmarca, demuestra que ambos han tenido la capacidad para adaptarse a los cambios. Estoy convencido que esta vez la empresa, quizás antes que el mundo político, una vez más tendrá esa capacidad para pasar de la perplejidad a la adaptación. Entre otras razones porque más que muchas otras instituciones, las empresas tienen el desafío de estar cerca de la realidad de sus clientes y de sus distintos grupos de interés, para tener un conocimiento profundo de sus intereses e inquietudes. En esa perspectiva, para la empresa adaptarse es una condición para sobrevivir.
El desafío es que tomemos conciencia de que ese joven que vemos en las calles, no es sólo un cliente o un vecino. Es mucho más que eso: es un ciudadano interesado en los impactos sociales y ambientales de los proyectos; también es un potencial emprendedor que buscará financiamiento u ofrecerá sus productos o servicios, o un eventual colaborador futuro de la empresa. Además, ese joven es un potencial elector (inscripción automática mediante) que será determinante en las futuras leyes que regulen el accionar de las empresas. En definitiva, los jóvenes serán determinantes para las compañías del futuro.
La empresa no sólo debe tener una cercanía y conocimiento profundo de ese joven que de alguna manera va interactuar con ella, sino que también debe facilitar y permitir que ese joven conozca sus operaciones y proyectos. El joven de hoy, más que esperar que las empresas sean inmunes a problemas, errores, malos servicios o productos defectuosos, demanda respuestas, transparencia, letra grande y reconocimiento rápido frente a un problema o error.
El joven chileno valora atributos que son (o debieran ser) naturales a la empresa: la innovación, el emprendimiento y la meritocracia. El chileno en general está contento en su trabajo, una actividad que desarrolla mayoritariamente en empresas. Sin embargo ese joven chileno tiene una opinión negativa de la institución empresa privada y no la asocia a innovación, emprendimiento y meritocracia. Más bien la asocia a abuso, concentración y hermetismo.
Frente a los casos de comportamientos reñidos con la ética empresarial, que estoy cierto son la excepción y no la regla, la ciudadanía los hace extensivos a industrias completas y al concepto de empresa en general. El hermetismo de las empresas es lo que hace fecunda la generalización fácil. La transparencia de sus operaciones y proyectos es lo que hará que los jóvenes de nuestro país vuelvan mayoritariamente a asociar empresa con innovación, emprendimiento y meritocracia.
Finalmente, en los rankings de competitividad, Chile califica muy mal no sólo en educación sino también en innovación y emprendimiento. Precisamente los conceptos que los jóvenes más valoran del modelo capitalista. Un desafío para las empresas consiste en generar culturas donde se promuevan estos valores. Como me dijo uno de los expositores de ENADE, la innovación y el emprendimiento surgen más del intento, de la prueba y error, que de altas exigencias de eficiencia, bajos riesgos y cero falla. Muchas veces la cultura empresarial promueve más lo segundo que lo primero, y por lo tanto ahoga la innovación y el emprendimiento. Tanto para promover una cultura en ese sentido, como para adaptarse al nuevo contexto que enfrentan las empresas, debemos partir por reflexionar, entre otras cosas, sobre el tipo de directivos y ejecutivos que las universidades forman y los nuevos tiempos requieren.
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