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Activan inédito plan en Arica para rescatar algodón nativo chileno (Gossypium barbadense)‏



Recolectaron semillas y entregaron plantas a la comunidad local.  

MARIO ROJAS MARTÍNEZ 

por Mario Rojas Martínez
Diario El Mercurio, lunes 5 de enero de 2015

Frente a una bencinera de Arica sobrevive una de las últimas plantas de algodón en estado natural de esta ciudad.

A fines del siglo pasado, en algunos inmuebles era aún un ornamento, y, solo hace unos años, una vivienda era conocida como la "casa del algodón", por su antejardín.

En los vecinos valles de Azapa y Lluta, los registros son de antigua data. Durante la etapa de la Colonia era el principal producto de exportación de la zona.

Hoy, el escenario es otro para el Gossypium barbadense : peligro de extinción.
Luego de ganar un Fondart, un grupo de arqueólogos, antropólogos y realizadores audiovisuales concretaron un proyecto para encontrar plantas o semillas, rescatarlas, documentar su milenaria historia e importancia, divulgar ese patrimonio y repartir plantas entre la comunidad local. Su trabajo en terreno, además del apoyo de Conaf y de la Universidad de Tarapacá, les permitió conseguir 120 semillas y obtener 70 plantas.
Estas fueron trasladadas hace 10 meses al vivero que mantiene la Conaf en Las Maitas, 10 kilómetros al este de Arica.
"Las semillas no eran iguales. Las blancas provenían de Azapa; las café rojizo, de Chaca; las café amarillento, también de Azapa, y las café rojizo, de Chiza", explica Gustavo Morales, del vivero Las Maitas. Allí, las semillas fueron sembradas en febrero y ya hay plantas de 90 centímetros de altura.
"El algodón puede llegar hasta tres metros de altura. No antes de dos años, la planta florece y comienza a verse la semilla. Ahí se obtiene el algodón que conocemos", añade Morales.
Uno de los principales receptores de las plantas ha sido el Liceo Agrícola de Azapa.
"Tenemos 24 y la idea es estudiarlas, mantenerlas y multiplicarlas. Con ellas rescatamos tradiciones y cultivos de esta zona, manteniendo una biodiversidad, pero no con fines productivos", dice el ingeniero agrónomo José Quiroz, que imparte la especialidad agropecuaria.
"Es recuperar una especie que se extingue. No solo nos sirve a nosotros, les sirve a los picaflores -también en peligro de desaparecer-, porque hacen sus nidos con eso", dice María Olivares, de Mujeres Emprendedoras de Azapa.

La arqueóloga Lilian Briceño, gestora del proyecto, anuncia que editarán un libro con el trabajo realizado

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