Literatura alternativa: una historia de amor en los tiempos del chat con el pecado de querer partir de cero, y de un cero bien absoluto
"El libro es, derechamente, muy gracioso, ya desde la elección de los nombres de los protagonistas -Bonnie (cuyo gato se llama Deschanel), Clyde, Gordo Marxxx- y otros personajes que, como bien observó la crítica trasandina, parecen nicks, hasta el especial sentido del absurdo que Zooey le imprime a diálogos que se articulan desde lo cotidiano..."
La Alt-Lit -o literatura alternativa- se ha instalado como la última moda en el ámbito anglosajón, especialmente, y su rasgo central son su inscripción en los nuevos formatos de comunicación digitales. Blogs, cuentas de Twitter y de Facebook, chateos, han pasado a ser la materia prima de argumentos más bien volátiles (o gaseosos, por así decirlo), que también infiltran, contaminan o se posesionan del estilo.
A propósito de Megan Boyle, escribí que no está claro si será una moda transitoria o una tendencia que gane importancia en el futuro, pero, en todo caso, acá está el libro de un escritor argentino que oculta su identidad bajo el muy moderno o posmoderno o hipster seudónimo de J.P. Zooey. Hay que destacar que el autor escribe de una manera bien poco estereotipada y, si bien usa las herramientas de la comunicación digital, se ríe igual de ellas y las incorpora con mediaciones ("escribió en el chat de Skype", por ejemplo).
El libro es, derechamente, muy gracioso, ya desde la elección de los nombres de los protagonistas -Bonnie (cuyo gato se llama Deschanel), Clyde, Gordo Marxxx- y otros personajes que, como bien observó la crítica trasandina, parecen nicks, hasta el especial sentido del absurdo que Zooey le imprime a diálogos que se articulan desde lo cotidiano, sí, pero cuidadosamente transfigurados por el humor, la distancia y el talento para trabajar con el lenguaje sin que ello se note demasiado. "Miau", dice Bonnie, empleada en una lavandería, cuando Clyde (por escrito, generalmente) le suelta una parrafada sobre la crítica o sobre los clásicos literarios. En esa vena, J.P. Zooey se burla también de la Alt Lit, que a veces incurre en el pecado de querer partir de cero, y de un cero bien absoluto.
Te quiero es, claro que sí, una historia de amor en los tiempos del chat, pero asimismo es una historia que a su festiva manera sostiene que se puede escribir de otro modo sin dejar por ello de escribir. Ahí están los emojis, las abreviaturas, las extremas elipsis, los diálogos entrecortados, pero también hay lectura, hay trabajo, hay proyecto y hay humor, como en esos planes deschavetados que urden Bonnie y Clyde como una suerte de aplazamiento para las citas convencionales que inevitablemente llegarán, o en los juegos verbales que enriquecen la cultura del chat. Hay igual una interesante mirada sobre el Buenos Aires contemporáneo, esa ciudad que también se transfigura y adapta sin dejar de ser por ello fascinante, como la buena literatura.
A propósito de Megan Boyle, escribí que no está claro si será una moda transitoria o una tendencia que gane importancia en el futuro, pero, en todo caso, acá está el libro de un escritor argentino que oculta su identidad bajo el muy moderno o posmoderno o hipster seudónimo de J.P. Zooey. Hay que destacar que el autor escribe de una manera bien poco estereotipada y, si bien usa las herramientas de la comunicación digital, se ríe igual de ellas y las incorpora con mediaciones ("escribió en el chat de Skype", por ejemplo).
El libro es, derechamente, muy gracioso, ya desde la elección de los nombres de los protagonistas -Bonnie (cuyo gato se llama Deschanel), Clyde, Gordo Marxxx- y otros personajes que, como bien observó la crítica trasandina, parecen nicks, hasta el especial sentido del absurdo que Zooey le imprime a diálogos que se articulan desde lo cotidiano, sí, pero cuidadosamente transfigurados por el humor, la distancia y el talento para trabajar con el lenguaje sin que ello se note demasiado. "Miau", dice Bonnie, empleada en una lavandería, cuando Clyde (por escrito, generalmente) le suelta una parrafada sobre la crítica o sobre los clásicos literarios. En esa vena, J.P. Zooey se burla también de la Alt Lit, que a veces incurre en el pecado de querer partir de cero, y de un cero bien absoluto.
Te quiero es, claro que sí, una historia de amor en los tiempos del chat, pero asimismo es una historia que a su festiva manera sostiene que se puede escribir de otro modo sin dejar por ello de escribir. Ahí están los emojis, las abreviaturas, las extremas elipsis, los diálogos entrecortados, pero también hay lectura, hay trabajo, hay proyecto y hay humor, como en esos planes deschavetados que urden Bonnie y Clyde como una suerte de aplazamiento para las citas convencionales que inevitablemente llegarán, o en los juegos verbales que enriquecen la cultura del chat. Hay igual una interesante mirada sobre el Buenos Aires contemporáneo, esa ciudad que también se transfigura y adapta sin dejar de ser por ello fascinante, como la buena literatura.
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