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Democracias y "democracias totalitarias"‏



CRISTIÁN LEYTON, DIARIO LA TERCERA, LUNES 24 DE FEBRERO DE 2014HTTP://VOCES.LATERCERA.COM/2014/02/24/CRISTIAN-LEYTON/DEMOCRACIAS-Y-DEMOCRACIAS-TOTALITARIAS-2/voto

Democracias y "democracias totalitarias"


A la luz de los acontecimientos que observamos en varias naciones, bien vale la pena hacer la luz sobre lo que se denomina hoy “Democracias totalitarias”. ¿Concepto contradictorio? Así es, sin embargo parece representar un fenómeno real que en encierra innumerables contradicciones, pero que hoy parece presentarse de manera sorpresiva ante nuestros ojos.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua define el concepto totalitarismo como aquel “régimen político que ejerce fuerte intervención en todos los órdenes de la vida nacional, concentrando la totalidad de los poderes estatales en manos de un grupo o partido que no permite la actuación de otros partidos”. En otras palabras, un aspecto fundamental que nos permite catalogar un régimen como democrático es la simple existencia o no de una “división de los poderes”; una división que debe ser no sólo formal, sino que sobretodo real. Esa realidad se materializará en la total autonomía de los poderes públicos entre ellos, o lo que en otras latitudes se denomina la cristalización de un sistema de check and balance: un control de cada uno de los poderes entre sí, permitiendo a los ciudadanos el respeto y total garantía que sus derechos, protegidos del accionar del mismo Estado al cual ellos dan forma. La autonomía de poderes debe ser una realidad concreta, respaldada por una estructura institucional sólida que permita contrabalancear cada poder público entre sí, en beneficio de la sociedad y diversidad.
Otro de los principios básicos de los regímenes democráticos es que el poder político -es decir, el derecho para gobernar- debe estar sustentado sobre la base de un pacto entre aquellos que entregan parte de su libertad a cambio de seguridad. Este pacto se materializa y legitima gracias al principio del 50% + 1, o mayoría simple. Ahora bien, las mayorías simples son las que finalmente gobiernan, pero deben hacerlo para todos, incluida esa minoría relativa que pierde. La estabilidad y proyección de los gobierno depende de ello. Ahora bien, del respeto o no de este principio básico dependerá el surgimiento de un fenómeno de apropiación o no del aparato estatal por parte del régimen imperante. El Estado y toda su estructura en un régimen democrático, continúan siendo “apolíticos”. El Estado no puede ni debe estar al servicio del régimen de turno ni ser la extensión ni proyección ideológica del gobierno.
El aparato estatal es, y debe ser por esencia, un instrumento al servicio de toda la población. Lo contrario podría implicar estar frente a un régimen que si bien nace democrático se corrompe y se desplaza hacia el lado totalitario del umbral político. Peor aún. Ante un régimen o gobierno que “se apropia del Estado”, las fuerzas de seguridad públicas se transforman, lenta pero progresivamente, en entidades pretorianas, bajo la figura romana; es decir, fuerzas al servicio del régimen y no del Estado, propiamente tal. En este escenario, la seguridad básica de la minoría relativa y de las fuerzas de oposición al régimen está en juego. Bajo este escenario, el régimen arrastra al Estado y al país hacia un “estado de naturaleza” donde la inseguridad se instala y gobierna.
Finalmente, otro aspecto central a retener y que caracteriza este tipo de regímenes de gobierno democrático-totalitarios está dado por la instauración de instancias de participación ciudadanas directas que podríamos catalogar como hiperdemocráticas. Es así como, buscando materializar un régimen de tipo representativo, se institucionalizan instancias de tipo refrendarias con objetivos revocatorios. En otras palabras, se permite que soberanamente y bajo ciertas condiciones, la población re-legitime o no los gobiernos o regímenes, incluso antes que éstos terminen sus respectivos tiempos de gobierno constitucional. Si bien este tipo de instituciones puede llegar a dar cuenta de la existencia de un alto grado de participación política de una sociedad, este tipo de útiles democráticos, instaurados al interior de un régimen que controla o busca controlar todo el aparato público, puede transformarse en un instrumento totalitario.
La inexistencia de facto de una división de los poderes públicos, sumado al control del aparato estatal, parece generar las condiciones para la cristalización de un régimen de tipo democrático-totalitario, régimen que tiende a desarrollar o instrumentalizar una percepción de asedio político.Lo anterior empuja al Estado democrático-totalitario a establecer, racionalmente o no, una lógica de enemigo interno y externo, el cual amenazaría la seguridad social y física de toda la población, hecho que parece no coincidir con la realidad,desvirtuándose la fuente de dicha amenaza hacia la seguridad de los ciudadanos.

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