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La melodía de la inteligencia



POR JUAN MANUEL VIAL, DIARIO LA TERCERA, SÁBADO 22 DE FEBRERO DE 2014HTTP://VOCES.LATERCERA.COM/2014/02/22/JUAN-MANUEL-VIAL/LA-MELODIA-DE-LA-INTELIGENCIA/larkin





Una magnífica traducción chilena nos permite volver a acercarnos, esta vez con mayor intimidad, a la obra del gran poeta Philip Larkin.
Philip Larkin escribió una poesía que, en apariencia, puede sonar simple, pero que al mismo tiempo cala hondo, de maneras insospechadas, en quien la enfrenta. Ajeno a las definiciones metafísicas sobre el quehacer literario y alejado de las trabas que el academicismo le impone al simple acto de leer o escribir, Larkin llevó la existencia supuestamente quieta de un bibliotecario solterón, escribió un par de novelas y cuatro libros de poesía que se cuentan entre lo mejor que se produjo en verso durante el siglo pasado. Su método de trabajo era lento y cada palabra estaba calibrada con esmero y precisión.
Lo recién dicho sirve para destacar el triunfo que implica Decepciones, un libro que reúne 40 poemas de Larkin, traducidos por los poetas Bruno Cuneo, Cristóbal Joannon y Enrique Winter,quienes también estuvieron a cargo de la selección. Como bonus track, el volumen incluye una estupenda entrevista a Larkin -cuando se le pregunta si Jorge Luis Borges es el único otro poeta de peso que también es bibliotecario, Larkin responde: “¿Quién es Jorge Luis Borges?”- y un ensayo de Seamus Heaney, en donde el premio Nobel irlandés propone que “con Larkin, respondemos constantemente a la melodía de la inteligencia, a un verso que es tanto comentario como presentación”.
El título del libro también proviene de los traductores -“describe cierto estado de ánimo que cruza su obra”, aseveran ellos en la nota preliminar- y, claro, se ajusta con precisión a la obra de quien escribió lo siguiente: “Esta calle vacía, este cielo gastado hasta lo insípido, / este aire, un tanto indistinguible del otoño / como un reflejo, constituyen el presente: / un tiempo tradicionalmente agrio, / un tiempo no recomendado por los hechos”.
Mucho se ha discutido ya acerca de si la poesía es o no traducible. Por ello, a estas alturas, la respuesta válida parece ser que únicamente la calidad de una traducción asegura la posibilidad de la misma. Dicho de otro modo: Cuneo, Joannon y Winter han demostrado con este trabajo impecable que no sólo la poesía de Larkin puede leerse en español, sino que también puede leerse en lengua chilena; esto, en vista de que los traductores no fueron tímidos a la hora de expresar con chilenismos aquello que, en su momento, Larkin escribió en jerga inglesa. Y aquí surge otro de los atributos de Decepciones: la inteligente y cautivante cercanía que le ofrece al lector local.
Es importante que sean poetas quienes traducen a otros poetas. Basta recordar la genialidad que alcanzó Nicanor Parra al traducir El rey Lear, de Shakespeare. Los asuntos de la métrica, del ritmo, de la sonoridad de un verso siempre estarán mejor comprendidos, y tratados, por alguien que tiene oficio en la construcción poética. Así sucede también con Decepciones: la exquisita dedicación que Larkin ponía en cada detalle de sus poemas queda claramente reflejada en su versión chilena. Para quien posea familiaridad con el idioma inglés, lo anterior le resultará evidente, ya que ésta es una edición bilingüe.
Ocho años tardaron los traductores en componer este libro. En el prólogo sostienen que una nueva versión constituiría un nuevo original, “pero es el lector quien debe juzgar si nuestro trabajo ha conseguido ese noble rango”. Pues bien: el lector, a quien represento en esta página, sabrá apreciar con gratitud los frutos de este excelente trabajo.

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