Los problemas del nuevo gobierno
GUILLERMO RAMÍREZ, DIARIO LA TERCERA,
MIÉRCOLES 19 DE FEBRERO DE 2014
Aunque Ignacio Walker repita mil veces que el nuevo gobierno parte el 11 de marzo, la verdad es que ya partió. A media máquina si usted quiere, sin plenas potestades indudablemente, pero ya partió. Es más, ya tuvimos un primer cambio de gabinete que fue el resultado de un gallito que ganó la izquierda más reaccionaria.
Como sea, el aterrizaje del gobierno el 11 de marzo no va a ser fácil. Y probablemente tampoco lo sea el resto del período presidencial. Permítame darle algunas razones de lo que estoy diciendo.
En primer lugar, Bachelet tiene un serio problema de expectativas. Ya lo decíamos en una columna de octubre del año pasado: hay muchas personas que creen que este será el gobierno que transforme a Chile en Suiza y que podremos vivir en una especie de paraíso en la tierra. Esta ilusión se vio alimentada por la altísima votación que obtuvo la propia presidenta y por su aplastante nueva mayoría en el Congreso. Como sea, las percepciones finales de la ciudadanía dependen de igual forma de las expectativas que de los resultados, y si no se maneja bien lo primero, lo segundo puede pasar a ser irrelevante. Si no me cree, pregúntele al Presidente Piñera.
En conclusión, Bachelet debe bajar las expectativas.
Y aquí viene el segundo problema. ¿Cómo las bajamos? Bachelet ya tiró por la borda la Asamblea Constituyente, lo que fue un acierto en materia de expectativas y –encima– salió gratis en términos de popularidad. Era que no. Nadie iba a criticarla antes de que nombrara su gabinete y quedar fuera de la repartija de cargos. Pero ahora, ¿cómo seguimos moderando esas expectativas? El problema de Bachelet es que botar algunas de sus propuestas a la basura es costoso en término internos y la oposición es demasiado débil para hacer esa pega.
Y esto nos lleva al tercer problema: La oposición no va a existir por un buen tiempo.
¿Por qué es grave esto? Porque la Concertación siempre usó el poder de la derecha para no hacer tonterías. Piense, por ejemplo, en el sueldo mínimo: la Concertación podía proponer la cifra que fuera porque sabían que la Alianza no iba a acceder a ello. Así, el sueldo mínimo quedaba en cifras razonables y la Alianza se llevaba todo el costo político. Pura ganancia para los gobiernos de la Concertación.
Sin embargo, como hoy la Alianza no existe, esa pega no la puede hacer la oposición. Si Bachelet hubiese prometido doblar el sueldo mínimo en su campaña, tendría que doblarlo, ya que la Alianza no tiene la fuerza en el Congreso para hacerle frente. Ahora le invito a pensar en el fin al lucro y en la educación gratuita para todos. Como la Concertación tiene los votos,o saca esas reformas adelante o es ella misma la que las echa abajo. ¿Ve cómo complica no tener adversario político?
Y para terminar, el cuarto problema: El Partido Comunista.
Cuando muera Fidel, ¿Bachelet dirá que fue un dictador asesino o un idealista ejemplar? ¿Va a estar con la DC y los Derechos Humanos o con el PC y sus dictadores? Me parece que resulta evidente que ninguna de las dos partes está dispuesta a ceder en esto, y que Bachelet no podrá quedar bien con todos.
Las últimas manifestaciones en Venezuela han sido un aperitivo de este problema: El PC defiende al gobierno venezolano, la DC lo critica y Bachelet calla. ¿Podrá callar el gobierno a partir del 11 de marzo?
Ya veremos.
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