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Llamen a la Fuerza Pública! por Alfredo Jocelyn-Holt


Diario La Tercera 26 de octubre de 2013





¿COMO ES ESTO: la Fuerza Pública de nuevo de moda políticamente? ¿Es que, tras 40 años, se trataría de un puro chiste, nada serio? o ¿no será un acto fallido y como para preocuparse? Sólo a una agencia publicitaria se le pudo haber ocurrido y encomendado semejante salida de madre. Es cierto, a los liberales progresistas les gusta empatar, vale, pero en una de éstas el inconsciente los traicionó, y el recurso a la Fuerza Pública lo ven como un “camino propio” (¿el otro falló?). Marx lo dijo: la historia se repite, primero como tragedia, luego, como comedia.
Ultimamente, los “liberales” cunden, están en todas y vienen de todas partes: ex concertacionistas (“Nueva Mayoría” o no), ex PC (o el mismo PC de vuelta), ex radicales o socialdemócratas, DC centrífugos (otra frondosa especie ex), socialistas renovados, ex derechas planeando “Nuevas Derechas”, ex “Expansiva”… Ex post cualquier cosa: liberal seguro. No siendo ya nada, de alguna manera se tienen que llamar. El rótulo “liberal”, al menos, les ofrece cierto pedigrí postizo; un poco anacrónico (¿no se suponía que el liberalismo había muerto?), aunque como patente de corso les puede todavía servir.
Pero, ¿entenderán, de veras, qué significó alguna vez ser liberal? La historia es indesmentible (si es que importa). Si hay revolución hay liberales. Por de pronto, los versión “aterrados”, incluso de sí mismos. He ahí los “girondinos” que alguna vez creyeron en ella y quienes, tras espantarse de tanta soberanía popular, guillotina e igualitarismo ofrecidos, pretendieron frenar el proceso ex post fáctico democrático mediante reformas, controles constitucionales (nunca más volver a empezar “desde cero”), o restauraciones, hasta desembocar en “gendarmes necesarios”: la “Fuerza Pública” versión bonapartista que, más temprano que tarde, siempre hace su aparición.
Los hay también libertaristas: liberales doctrinarios a concho que igual terminan en aberraciones populistas, en su caso contra cualquier orden estatocrático (e.g. los “Tea Party”), cuando no propiciando mano dura desde el gobierno, el resto: todo “libre”, todo va, todo vale, laissez faire, laissez passer. En Chile algo sabemos de esta modalidad, la cual -si recuerdan- supuso una “Fuerza Pública”, dictatorial también.
Es que habiendo liberales por aterrar por un lado, hay de seguro, por el otro, su antítesis. Esto es, “jacobinos” y la llamada “Jacquerie”, comparsa real o amenazante (turbas, masas, descamisados, “castas”, lumpen, descontentos que nunca faltan, fáciles de agitar y movilizar) con la cual dichos jacobinos pretenden congraciarse para hacerse de un poder que ellos mismos no disponen y, así, obtener el poder total. La “Fuerza Pública” en estos casos sirve para instalar regímenes aún más absolutistas que los que derrocan. En el siglo XX sobran ejemplos.
Vivimos uno de esos periódicos “momentos” de “izquierdización jacobina” (más cercana a versión 1848 que a 1793 o 1970) que suelen darse en nuestra tradición liberal y, con mayor razón, cuando las “restauraciones” fracasan. Por eso hay tanto “liberal” desencantado revoloteando, aunque ¿invocando la “Fuerza Pública”? Ojalá, ni en chistes. Freud nos advirtió que las bromas no son para la risa, son muy en serio.

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