DIARIO LA TERCERA, VIERNES 11 DE OCTUBRE DE 2013 SWEDEN-NOBEL-LITERATURE-PRIZE-FILES

Alice Munro: castigo y redención

por Edmundo Paz Soldán

Los cuentos de Alice Munro son universales, pero nacen de un intento de capturar un lugar específico: el condado de Huron, en la provincia de Ontario en Canadá: una región de pueblos pequeños en los que domina el ethos protestante, en el que, en palabras de Margaret Atwood, “el perdón no llega fácilmente, los castigos son frecuentes y severos, la humillación y vergüenza potenciales esperan agazapadas en cada esquina, y nadie se sale mucho con la suya”.

Pero así como hay castigo también existe la redención, aunque en los cuentos de Munro esa redención no ocurre de manera lineal: al esquema tradicional del cuento, basado en el conflicto y la resolución o epifanía, Munro prefiere la irresolución, incluso cuando hay epifanías. De hecho, muchos de sus personajes ni siquiera se enteran de que han sido tocados por el gesto redentor.

Munro se especializa en el cuento largo, ese al que los críticos les encanta decir que tiene la profundidad y textura de una novela (otro lugar común: no es necesario leer estos cuentos como “novelas resumidas” para admirarlos). Entramos en la vida de -ya sabemos el modelo- seres de provincia con muchas aspiraciones e inseguridades, con algunas virtudes y una gran capacidad para la autocrítica, para el análisis de sus emociones (son seres dados al examen de conciencia, trasladado éste a un contexto secular, pero que no pierde del todo su connotación religiosa). La fórmula Munro consiste en encontrar lo que esas vidas tienen de “asombrosas e insondables”.

Cualquiera que haya leído cuentos como Las lunas de Júpiter, Meneseteung o Fugitiva sabe que Munro profundiza tanto en las “cuevas profundas cubiertas de linóleo de cocina”, que al terminar el libro el que parece tocado por la gracia es el lector. Munro a veces explora la complejidad de la condición humana a través de un sórdido affaire o una enfermedad devastadora como el alzheimer, pero también le es suficiente para esa exploración que uno de sus personajes dé un simple paseo por la ciudad cumpliendo recados.