Los pensamientos, el miedo y la falta claridad en establecer qué es lo que se quiere son los principales obstáculos que impiden realizar acciones concretas en beneficio propio.
¿Somos creadores de nuestra realidad? Y si
es así, ¿por qué existe tanto enfado frente a las formas de vida que se
llevan? ¿Será, tal vez, que no sabemos elegir, proyectar ni diseñar lo
que realmente queremos?
Los pensamientos negativos, el miedo y la falta de claridad en lo qué se anhela son los principales factores que influyen en quedarse paralizado o poco contento con el cotidiano que lo circunda, ya sea en el trabajo, la familia, el hogar, el amor… todo puede ser nefasto y amargo.
Sin embargo, cada persona y sin excepción tiene la capacidad de crear la realidad, afirma Beatriz Cueto Mires, antropóloga, coach y terapeuta de integración emocional (www.cocreandomimundo.cl)
“Antiguamente este conocimiento estaba circunscrito a lo espiritual, esotérico o metafísico, pero en los últimos años, desde la ciencia a través de la física cuántica y diversos experimentos, se ha llegado a la misma conclusión, que los seres humanos tenemos la capacidad de influir en nuestro entorno de maneras que nunca hemos imaginado”, señala.
El mayor problema, explica, está en la forma en que se elaboran los pensamientos, donde uno, sin saberlo, se enfoca la mayor parte del tiempo en los dramas, obstáculos, catástrofes o en las carencias físicas, emocionales, económicas, espirituales y como consecuencia, se atrae esa realidad a la propia vida.
“Nosotros pedimos al universo o a Dios todo el tiempo con cada pensamiento. No solo en aquellos momentos en que lanzamos una plegaria o petición consciente. Nuestras peticiones siempre y sin excepción son escuchadas”, asegura. Entonces, anima a preguntarse ¿qué estoy pidiendo?, ¿cómo son mis pensamientos, mis emociones? y ¿qué estoy haciendo para alcanzar mis sueños?
Ley de atracción
Las interrogantes sirven para analizar y reflexionar sobre las proyecciones que se están haciendo consciente e inconscientemente y evaluar las acciones concretas que se hacen o dejan de hacer, y también, la resonancia que tiene lo que deseo, con lo que pienso y siento.
Esto último se entiende mejor con un ejemplo. Si el deseo es conocer a una pareja, pero todo el tiempo se recuerdan los fracasos, abandonos y carencias, no se estará en la misma frecuencia de quien se sueña, sino de uno con quien fracasar. Es lo que también se conoce como la ley de atracción.
“Si estamos vibrando en miedo, nos vamos a convertir en imanes para más miedo, si vibramos en amor, nos convertimos en imanes para más amor. Tenemos que aprender a amarnos para poder atraer a nuestra vida amor, de lo contrario, somos imanes solo para la carencia, miedo, abandono, etc.”, advierte.
Pero también será fundamental, enfatiza la terapeuta, el identificar el papel que se adopta en la vida. ¿Asumes tu capacidad creadora de realidad? ¿O vives como víctima de las circunstancias?.
“Cada vez que vemos aquello que deseamos, sin importar si es un objeto, pareja o un trabajo maravilloso, si sentimos que no podemos acceder, que es difícil, que no somos suficientemente bonitos, flacos, adinerados, o no tenemos los estudios necesarios, somos víctimas”, explica Cueto.
El miedo
Para el psicólogo Raúl Carvajal de Clínica Santa María los sueños, deseos y grandes proyectos, sean existenciales o materiales son especies de “zanahorias”, que permiten tirar el “carro”. Algo así como, “el sueño que tengo me va a cambiar la vida”. Pero, concuerda, que es frecuente que para alcanzarlos surja el temor y la persona pierda su voluntad, se paralice y caiga en la inercia.
“Vienen los cuestionamientos sobre qué pasará si no lo concreto, no me resulta y sucede que mucha gente queda aferrada al anhelo, pero sin arriesgarse, temen que las cosas no funcionen y no sean como esperaban”, señala.
Es que al proyectarse, explica, la emoción que abunda es el miedo, pero en todo sentido. Porque también aparecerá cuando se alcancen las metas propuestas. Esto debido a que se acabaría la búsqueda y hay que juzgar lo logrado, quedando expuesto al vacío, la frustración, por un lado y la alegría, felicidad, plenitud, por otro.
“El gran tema será sincerar lo que quiero y aceptar que es factible tener sólo sueños que me movilicen y no un objetivo específico”, agrega Raúl Carvajal.
Entonces, al tener claro lo que se quiere podrá ser menos “complicado” concretar ciertos pasos y poner la atención más en el proceso, que en el resultado. Es decir, lo que aconseja el psicólogo es aterrizar lo que emocionalmente se quiere y con ese juicio, ser consecuente y actuar. Salir de la inercia, la amargura y el negativismo.
“No podemos volvernos ciego en el proceso, tenemos que ver los aspectos negativos y positivos, preguntarnos e ir más allá de los objetivos, porque cuando los sueños se cumplen el entorno ya se ha modificado, entonces hay que ir más allá el éxito o el logro de metas”, acota.
No somos máquinas
La antropóloga Beatriz Cuesto entiende que la falta de claridad de la que habla el psicólogo se debe a que el foco está puesto en lo externo. “Estamos completamente desconectados y desintegrados respecto de lo que sentimos. Hemos llegado a creer que lo normal es hacer una cosa y querer otra. No hay ninguna coherencia en lo que siento y lo que hago”, indica.
Sobre ese aspecto, insiste que hay que entender que, si uno hace lo que siente que le hace feliz, está condenado al éxito.
“Debemos confiar ciegamente en que el universo está para darnos absolutamente todo lo que necesitamos sin importar cuanto tengas, ni cuanto hayas estudiado, ni que tan bello, bella a seas, ni de que familia provengas. La felicidad atrae siempre más felicidad, el miedo atrae siempre más miedo”, asegura.
La propuesta de antropóloga es a cocrear conscientemente y entender que se puede ser, hacer y tener lo que se desee, cambiando la forma de pensar, esforzándose con entusiasmo, paciencia y confianza. Y poniéndose pequeñas metas día a día.
“Co-creamos, porque somos parte de una sociedad, donde cada uno de nosotros tiene la capacidad de crear”, impulsa.
Garantiza que estas creaciones se conectarían con la de los otros y construirían una matrix. “Estamos interconectados, donde apoyamos a través de nuestro comportamiento la creación de otro y viceversa. Es como una gran película, donde cada uno de nosotros actúa un papel, crea ese personaje, se introduce en él y lo representa, pero a su vez la interacción con otros personajes crea una gran historia”, filosofea.
Los pensamientos negativos, el miedo y la falta de claridad en lo qué se anhela son los principales factores que influyen en quedarse paralizado o poco contento con el cotidiano que lo circunda, ya sea en el trabajo, la familia, el hogar, el amor… todo puede ser nefasto y amargo.
Sin embargo, cada persona y sin excepción tiene la capacidad de crear la realidad, afirma Beatriz Cueto Mires, antropóloga, coach y terapeuta de integración emocional (www.cocreandomimundo.cl)
“Antiguamente este conocimiento estaba circunscrito a lo espiritual, esotérico o metafísico, pero en los últimos años, desde la ciencia a través de la física cuántica y diversos experimentos, se ha llegado a la misma conclusión, que los seres humanos tenemos la capacidad de influir en nuestro entorno de maneras que nunca hemos imaginado”, señala.
El mayor problema, explica, está en la forma en que se elaboran los pensamientos, donde uno, sin saberlo, se enfoca la mayor parte del tiempo en los dramas, obstáculos, catástrofes o en las carencias físicas, emocionales, económicas, espirituales y como consecuencia, se atrae esa realidad a la propia vida.
“Nosotros pedimos al universo o a Dios todo el tiempo con cada pensamiento. No solo en aquellos momentos en que lanzamos una plegaria o petición consciente. Nuestras peticiones siempre y sin excepción son escuchadas”, asegura. Entonces, anima a preguntarse ¿qué estoy pidiendo?, ¿cómo son mis pensamientos, mis emociones? y ¿qué estoy haciendo para alcanzar mis sueños?
Ley de atracción
Las interrogantes sirven para analizar y reflexionar sobre las proyecciones que se están haciendo consciente e inconscientemente y evaluar las acciones concretas que se hacen o dejan de hacer, y también, la resonancia que tiene lo que deseo, con lo que pienso y siento.
Esto último se entiende mejor con un ejemplo. Si el deseo es conocer a una pareja, pero todo el tiempo se recuerdan los fracasos, abandonos y carencias, no se estará en la misma frecuencia de quien se sueña, sino de uno con quien fracasar. Es lo que también se conoce como la ley de atracción.
“Si estamos vibrando en miedo, nos vamos a convertir en imanes para más miedo, si vibramos en amor, nos convertimos en imanes para más amor. Tenemos que aprender a amarnos para poder atraer a nuestra vida amor, de lo contrario, somos imanes solo para la carencia, miedo, abandono, etc.”, advierte.
Pero también será fundamental, enfatiza la terapeuta, el identificar el papel que se adopta en la vida. ¿Asumes tu capacidad creadora de realidad? ¿O vives como víctima de las circunstancias?.
“Cada vez que vemos aquello que deseamos, sin importar si es un objeto, pareja o un trabajo maravilloso, si sentimos que no podemos acceder, que es difícil, que no somos suficientemente bonitos, flacos, adinerados, o no tenemos los estudios necesarios, somos víctimas”, explica Cueto.
El miedo
Para el psicólogo Raúl Carvajal de Clínica Santa María los sueños, deseos y grandes proyectos, sean existenciales o materiales son especies de “zanahorias”, que permiten tirar el “carro”. Algo así como, “el sueño que tengo me va a cambiar la vida”. Pero, concuerda, que es frecuente que para alcanzarlos surja el temor y la persona pierda su voluntad, se paralice y caiga en la inercia.
“Vienen los cuestionamientos sobre qué pasará si no lo concreto, no me resulta y sucede que mucha gente queda aferrada al anhelo, pero sin arriesgarse, temen que las cosas no funcionen y no sean como esperaban”, señala.
Es que al proyectarse, explica, la emoción que abunda es el miedo, pero en todo sentido. Porque también aparecerá cuando se alcancen las metas propuestas. Esto debido a que se acabaría la búsqueda y hay que juzgar lo logrado, quedando expuesto al vacío, la frustración, por un lado y la alegría, felicidad, plenitud, por otro.
“El gran tema será sincerar lo que quiero y aceptar que es factible tener sólo sueños que me movilicen y no un objetivo específico”, agrega Raúl Carvajal.
Entonces, al tener claro lo que se quiere podrá ser menos “complicado” concretar ciertos pasos y poner la atención más en el proceso, que en el resultado. Es decir, lo que aconseja el psicólogo es aterrizar lo que emocionalmente se quiere y con ese juicio, ser consecuente y actuar. Salir de la inercia, la amargura y el negativismo.
“No podemos volvernos ciego en el proceso, tenemos que ver los aspectos negativos y positivos, preguntarnos e ir más allá de los objetivos, porque cuando los sueños se cumplen el entorno ya se ha modificado, entonces hay que ir más allá el éxito o el logro de metas”, acota.
No somos máquinas
La antropóloga Beatriz Cuesto entiende que la falta de claridad de la que habla el psicólogo se debe a que el foco está puesto en lo externo. “Estamos completamente desconectados y desintegrados respecto de lo que sentimos. Hemos llegado a creer que lo normal es hacer una cosa y querer otra. No hay ninguna coherencia en lo que siento y lo que hago”, indica.
Sobre ese aspecto, insiste que hay que entender que, si uno hace lo que siente que le hace feliz, está condenado al éxito.
“Debemos confiar ciegamente en que el universo está para darnos absolutamente todo lo que necesitamos sin importar cuanto tengas, ni cuanto hayas estudiado, ni que tan bello, bella a seas, ni de que familia provengas. La felicidad atrae siempre más felicidad, el miedo atrae siempre más miedo”, asegura.
La propuesta de antropóloga es a cocrear conscientemente y entender que se puede ser, hacer y tener lo que se desee, cambiando la forma de pensar, esforzándose con entusiasmo, paciencia y confianza. Y poniéndose pequeñas metas día a día.
“Co-creamos, porque somos parte de una sociedad, donde cada uno de nosotros tiene la capacidad de crear”, impulsa.
Garantiza que estas creaciones se conectarían con la de los otros y construirían una matrix. “Estamos interconectados, donde apoyamos a través de nuestro comportamiento la creación de otro y viceversa. Es como una gran película, donde cada uno de nosotros actúa un papel, crea ese personaje, se introduce en él y lo representa, pero a su vez la interacción con otros personajes crea una gran historia”, filosofea.
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