Presentan una extraordinaria resistencia al frío y la altitud, pero sus propiedades han sido escasamente estudiadas.
por Richard García
Diario El Mercurio, lunes 27 de mayo de 2013
http://diario.elmercurio.com/2013/05/27/ciencia_y_tecnologia/mas/noticias/F59556CD-ACEF-4F2E-8050-3AB79B868196.htm?id={F59556CD-ACEF-4F2E-8050-3AB79B868196}
Últimamente dos anfibios del sur de Chile, el sapo de Bullock y la ranita de Darwin, se han transformado en estrellas mundiales y aparecen en la mayoría de las publicaciones relativas a especies en serio peligro de extinción.
No obstante, existe un escenario menos publicitado donde subsisten varias especies de anfibios cuya distribución es aún más limitada que sus primos del sur: el altiplano del Norte Grande.
Según el herpetólogo de la U. Católica y de la Fundación Senda Darwin, Andrés Charrier, hay especies de ranas como el Telmatobius pefauri y el Telmatobius halli que fueron observadas una sola vez y no se han vuelto a ver nunca más. "Eso no significa necesariamente que hayan desaparecido, sino que se puede deber a problemas taxonómicos (de identificación de la especie). Es necesario hacer un buen levantamiento y prospección de todos los salares y ríos altiplánicos para saber realmente cuántas especies tenemos y su estado de conservación".
En general se trata de anfibios que comparten características extraordinarias. Viven entre los 2 mil hasta los 4 mil metros de altitud en las regiones de Antofagasta, Tarapacá y Arica Parinacota. "Poseen una especial adaptación para vivir en condiciones de mucho frío y bastante altura y con bajísimas concentraciones de oxígeno", indica Charrier.
Ecosistemas frágiles
Es poco lo que se sabe de ellas salvo por algunos estudios para tesis que no se han publicado. Para revertir en parte esta escasez de información un equipo de investigadores, liderado por el zoólogo de la U. de Chile Marco Méndez, trabaja en definir las distintas categorías de conservación para el género Telmatobius de acuerdo a los problemas que enfrenta.
Según información que le aportaron funcionarios del SAG, hay lugares donde los relaves mineros han cubierto el frágil hábitat de estas especies. "Nunca supimos si era nueva o pertenecía a una especie cercana geográficamente porque hace bastantes años que el norte ha estado bastante abandonado en lo que se refiere a estudios sistemáticos. Hace falta mucha más investigación", dice Méndez.
Y el riesgo de que algunos anfibios desaparezcan antes de que los conozcamos es alto porque su distribución es extraordinariamente acotada. El Telmatobius Philippi, por ejemplo, vive prácticamente en un solo río, el Amincha, que no mide más de 3 kilómetros y no tiene más de un metro de ancho. "El problema es que ahí están permanentemente sacando agua para consumo humano y para la minería. Son ecosistemas tremendamente frágiles", explica Charrier.
A juicio del herpetólogo, la extracción de agua ha causado estragos en algunos ecosistemas, como el salar de Ascotán, donde secaron una de las cuencas acuíferas por completo. "Hoy se está haciendo un trabajo de remediación del agua mediante riego por goteo y tuberías. Pero esta llega al lugar donde habitan los Telmatobius a más de 35 grados. Cuando estuvimos allá los únicos sapitos que vimos estaban fuera del agua bajo una piedra porque si entran al agua se cuecen".
Otro tema que complica es que los Telmatobius también se han encontrado en Bolivia, Argentina y Ecuador. Una especie, el Telmatobius fronteriensis, vive justo en la frontera con Bolivia. "Al otro lado también hay Telmatobius que podrían ser la misma especie, pero falta una investigación en conjunto para saberlo y también determinar su verdadero estado de conservación", reconoce Charrier.
Existe una inquietud adicional. Se ha detectado la presencia del hongo quítrido -que está diezmando a las poblaciones de anfibios del mundo- en ejemplares de Argentina, Bolivia y Perú e incluso existe un registro preliminar en Chile.
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