Jorge Edwards Larraín
Obituario publicado en su momento en el diario El Mercurio de Santiago
gracias a las gestiones de Hugo Risopatrón y a la colaboración anónima de muchos.
Sus compañeros del Saint George's estamos tan conmovidos, tan tristes,
que los demás nos miran con asombro porque siempre aflora una gran sonrisa,
claro, con un dejo melancólico cada vez que su nombre,
o alguno de sus apodos es mencionado.
Es que 'Popeye' Edwards nos dejó empapados con su alegría y simpatía,
su fina ironía y una generosidad en los afectos, tan cálida, que desarmaba.
'Popeye' era una benévola fuerza de la naturaleza,
una inagotable fuente de creatividad
que traía un continuo de aire fresco y puro
dejando tras su paso y oportunas ocurrencias,
un hilarante anecdotario, tan insólito como inédito.
Su plena y fecunda vida es la historia de un hombre bueno
que no sepultó sus talentos sino que sembró literalmente
a manos llenas y que obtuvo logros extraordinarios.
Entre sus muchas contribuciones
-imposibles de enumerar en este reducido espacio-
destacó por su aporte al servicio público,
realizando una espléndida labor como alcalde de Quinta de Tilcoco
y tuvo también una participación relevante en el rubro
en que se desempeñó por tantos años,
como agricultor y empresario agrícola,
graficado en que fue distinguido nada menos
que como el productor de maíz
con el más alto rendimiento a nivel mundial.
Pero no formaba parte de la multifacética personalidad de Jorge
el andar trompeteando sus éxitos, más bien era de los que
con su característica sencillez les bajaba el perfil a los méritos propios.
Sin duda, necesitó del apoyo de una familia maravillosa
-su señora Paula Silva y sus hijos- que lo acompañaron
en este tren vertiginoso hasta que llegó la enfermedad -tremenda-
que aminoró el ritmo y fortaleció su fe.
Tantos amigos que podrían hablar por horas
si no fuera porque la emoción se los impide.
Pero nosotros, como curso, damos testimonio
de que quedamos marcados por su alegría contagiosa,
y por una encantadora y sana irreverencia, llena de gracia e ingenio,
que impedía que pretendiéramos tomarnos demasiado en serio
y que terminó siendo el sello de nuestro curso.
«Ustedes son la sal de la tierra y luz del mundo.»
Esa frase de Jesús a sus apóstoles en los Evangelios,
le viene como anillo al dedo a Jorge, así como esa otra:
«No entraréis al Reino de los Cielos, si no os hacéis como esos niños.»
Es que como decía Nietzsche: «La madurez se alcanza
cuando se recupera la seriedad con que jugábamos de niños».
Y para que juguemos de verdad y en serio,
tiene que haber emoción, alegría vital, belleza,
honestidad, lealtad, sorpresa, riesgo, risas...el goce de compartir.
Tal vez entre las lecciones aprendidas de Jorge
esté esa disposición a lanzarse a la aventura de cada día,
como si el mundo estuviera recién inventándose.
El 'know how' es un retorno a la inocencia,
a un 'volver a no saber', para no perder
la capacidad de aprender, de sorprenderse,
de disfrutar y de compartir
como lo hizo de forma magistral,
el más querido de nuestros compañeros:
Jorge Edwards Larraín.
Generación 1970
Saint George's College
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