por Gonzalo Rojas
Diario El Mercurio, Miércoles 04 de Enero de 2012
Diario El Mercurio, Miércoles 04 de Enero de 2012
Exclusión. Es la palabra que más utilizan los comunistas.
La han esgrimido como talismán durante los últimos 25 años en Chile. Nos excluyen por el artículo 8º, decían desde la clandestinidad en la segunda mitad de los 80, mientras por Carrizal Bajo internaban armamento para movilizar a miles de tipos, muchos de ellos encuadrados en el FMR.
Una vez derogada aquella norma, hablaron de exclusión como sinónimo de su incapacidad para ganar elecciones dentro del binominal. El hecho es que nadie los quería en sus listas, no obtenían los votos que otros sí lograban y entonces, obviamente, podían hacerse las víctimas de un método que premia a las grandes coaliciones, mientras ellos no pasaban del 5%. ¿Culpa del sistema?
Pero como la perseverancia es uno de sus principales activos, los comunistas lograron convencer a la Concertación de lo malo que era que ellos, los demócratas más genuinos, no formasen parte del Congreso Nacional. Y así, esgrimiendo la exclusión como bandera, consiguieron que los partidos hoy opositores les abrieran un espacio a tres candidatos del PC para que se convirtieran en diputados: fue un regalo, fue una inversión a fondo perdido para tratar de fortalecer la candidatura Frei. Más grave aún: fue una más de las claudicaciones de la DC y, por cierto, fue una bomba que le estallará en sus manos a la Concertación una vez tras otra, por muchos años más.
Ahora mismo, el PC pide consecuencia con esos compromisos que ya considera históricos. Exige que la Concertación se excluya de unas ocho comunas, para que los comunistas puedan más que duplicar su número de alcaldes.
Y la Concertación tironea y afloja por aquí, cede y se tensa por allá, cuando lo que correspondería es decirle al PC simplemente esto: ustedes no están con nosotros; que cada palo aguante su vela. Porque, ¿no es acaso el sistema electoral para elegir alcaldes el soñado por todos los opositores? ¿No es justamente aquel en el que no cabe hablar de exclusión alguna? ¿No es un método mediante el cual simplemente “gana el más mejor”?
Pero como después del 2012 viene el 2013… lógicamente la Concertación necesita esos votitos duros del PC, ese pasando y pasando que esperan amarrar ahora con vistas a la candidatura presidencial del próximo año.
El negocio puede ser, eso sí, muy malo, un fracaso completo en el contexto de un nuevo cuerpo electoral. Porque exclusión es una palabra que a los comunistas ahora mismo también les resulta incómoda y que, proyectada a las dos próximas elecciones nacionales, les podría resultar fatal.
Efectivamente, el PC ha sido excluido de la conducción de varias de las principales federaciones universitarias del país. Más aún, durante todo el segundo semestre sus dirigentes fueron tildados como burócratas y entreguistas por los sectores más duros del estudiantado anarquista y trotskista.
¿Hay alguna razón para pensar que esos millones de jóvenes que no se han inscrito, y que probablemente ahora podrán votar, lo van a hacer por los candidatos del PC?
Ninguna. Por el contrario: o van a mantener su abstención o van a favorecer candidaturas tan distintas de las comunistas como aquellas que ya han triunfado en varias universidades. Porque esos nuevos eventuales electores ven en las estructuras comunistas justamente ese autoritarismo y ese formalismo que les resultan insoportables, según lo revelan las últimas encuestas.
Podría entonces suceder que justamente cuando el PC parecía alcanzar su mejor posicionamiento, su mayor inclusión, los jóvenes asistémicos decretasen su más evidente exclusión.
Y, de paso, la Concertación se encontrase con que había buscado alianzas donde sólo había carencias.
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