el recodo del sendero
junto a un extremo del jardín
que conduce a nuestra casa,
encontramos ayer un pequeño
jilguerito, dormido para siempre,
tendido, frágil, visitado ya por las hormigas,
al borde del camino bajo un morón
donde suelen alimentarse en esta época
las bandadas de esta y otras especies,
que aparentan ser más numerosas que lo que son
por su carácter bullicioso en todas sus rutinas
y un buen cantor durante la reproducción;
su canto rápido y entrecortado,
incluye muchas notas duplicadas y repetidas
en una serie larga, variada y musical.
Conmueve contemplar a este menudo
y bello pajarillo, un volantón de tan corta vida
de tintes amarillo con tonos pardos oliváceos
que ha concluido su residencia en el aire
y en las ramas de los árboles.
Antes de proceder a enterrarlo con Benito en el sotobosque,
procedimos a fotografiar el patrón de su hermoso plumaje.
Al soplar sobre las plumitas del pecho,
revelaba su «quilla» y escuálida anatomía.
Hay alrededor de veinticinco especies
de Carduelis, el género de los jilgueros
repartidos por el mundo, la quinta parte
de éstas se encuentran en Chile.
El macho adulto del jilguero común local,
Carduelis barbata, da honor a su nombre
por una corona y garganta negra,
esta última a modo de corbata.
Sus partes superiores son de color oliváceo
y las ventrales amarillas. Las alas son
de color negro con banda amarilla en las coberteras
y en la base de las secundarias y primarias.
La hembra tiene partes superiores oliváceas,
rayada de oscuro en el manto y las partes ventrales
con algo de gris que pareciera ensuciar el amarillo.
Sus alas son similares a las del macho.
A veces es confundido con el chirihue (Sicalis luteiventris)
que también tiene el pecho y vientre amarillo,
aunque carece de las manchas negras en la cabeza y garganta.
Su dorso y cola son de color pardo pálido
y no tiene las características bandas amarillas
en las alas que poseen los jilgueros.
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