lo cual se podría compensar en parte
si nos enfocáramos en escuchar
lo verdaderamente interesante.
Tal vez esa avidez por escuchar de todo
cuando uno es más joven, sin discriminar
y sin poner mayor atención, contribuya
a dificultar la comprensión de lo que se escucha
e incremente el volumen y gravedad de los malentendidos.
Diálogo típico de tercera edad:
- ¡Por Dios que estás gordo!
- ¡Como tapia, como tapia!
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