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NENA RIED

El flaco Fuentes, siempre bien informado
me acaba de comunicar que falleció,
tras padecer un doloroso cáncer,
la muy querida e inolvidable Nena (de) Ried,
una de las secretarias emblemáticas
del colegio Saint George's de los años sesenta.

Junto a Janice Kaufmann de Chaparro,
Mary Langlois de Toovey y Esther Paton, entre otras,
-esta última acompañada infaltablemente
de un humeante cigarrillo en los labios,
algo comprensible dado la naturaleza de su labor-
formaron parte del staff que constituyó
el cimiento secreto que explicaba
cómo logró funcionar
esa locura andante y galopante
que en aquellos años
era el Saint George's College.

Para los que no conocieron
el colegio de Pedro de Valdivia,
éste era poco más que un caótico recinto
-tal vez no tanto como el actual de Vitacura,
que continuó con dicha 'noble' tradición-;
un terreno plagado de edificaciones
más o menos disconexas,
que no dialogaban entre sí para nada
y que se encontraban insertadas en medio de unos peladeros,
con una  estética más propia de un regimiento que de otra cosa.

Ese falso partido arquitectónico
fue capaz de albergar a millares
de infantes, impúberes y adolescentes rebeldes
y solamente una fe y una audacia temeraria
llevaron a nuestros padres a confiar nuestra formación
a una veintena de curitas decididos,
algo candorosos y ciertamente inspirados
para llevar adelante su proyecto educativo.

Pero nada de ello hubiese sido
ni remotamente posible
sin un comando de misses, profesores,
administrativos y auxiliares
que lograron dar cierta estructura y orden
-sin recurrir a una férrea disciplina militar-
para encauzar la energía de estos bárbaros silvestres
de naturaleza indomable,
siempre dispuestos a sacar la vuelta
y, por supuesto, a sacar de quicio
a estos abnegados educadores,
que con gran espíritu deportivo
no se doblegaban ante los continuos fracasos,
y resistían los embates de estas hordas criollas
que debían ser, hasta donde fuera posible,
transformados con el tiempo
en lo más parecido a hombres de bien.

Si lo lograron o no, eso lo sabe solamente Dios,
lo que sí es posible comprobar es que
las generaciones que salieron de aquellos años
han ejercido una impresionante influencia
en el devenir de Chile de las últimas décadas.

No es exagerado plantear
que los más diversos ámbitos
del quehacer de este país
ha sido permeado por las huestes
que salieron de dichas aulas.

Junto con el padre Roasio
del que el Father Provenzano
se refirió en términos elogiosos
diciendo que no portaba siempre
una camiseta del colegio,
sino unas cinco
-igual que Provenka nomás,
otro de los pilares-
estas pocas mujeres
mencionadas al principio,
junto a otras que no menciono
(como a las biblotecarias)
porque seguro voy a dejar
en el tintero digital a más de una,
resolvieron, día tras día,
los innumerables aspectos
prácticos que emergían burbujeantes
como de un caldero volcánico,
desde las profundidades mismas
de esa entelequia teórica
que llevada demencialmente a la práctica
por un grupo de estos inspirados curitas
nos contagió con el legendario espíritu georgeano
y nos dejó marcados a fuego de dragón.

En medio de dicha locura,
todos los hilos invisibles
de la trama georgiana
pasaban por esa especie de Paseo Ahumada
donde funcionaban los cuarteles centrales
del colegio, a cargo de estas maravillosas secretarias.

Como un móvil perpetuo
entraban y salían constantemente
de aquellas oficinas del Edificio de Humanidades
ubicadas a mano izquierda,
a un costado de la Oficina de Partes
comenzando el corredor que daba al Hall Central.

Allí llegaban continuamente,
curitas, profesores y alumnos
buscando desesperadamente ubicar personas,
y resolver todo tipo de asuntos urgentes,
desde los más dramáticos o los más divertidos;
de los más trascendental a lo más trivial.

Nena Ried con su inagotable sonrisa,
su sabiduría y calidez maternal
colaboraba a desenredar ese intrincado ovillo.

Cómo olvidar a personas como ella,
sencillas y dulces, que nos enseñaron
a punta de ternura y bondad
que las cosas en la vida
no se resuelven sólo
con un actuar competente y eficiente,
sino que todo parte con
algo de asertividad y sentido común,
más presencia de ánimo e infinita paciencia
y sobre todo con una buena disposición
y una cálida sonrisa.

Nena Ried, como la conocía todo el mundo,
sufrió este último tiempo, seguro para expiar más
por los pecados y pecadillos ajenos que los propios,
sobre todo los de sus chiquillos de entonces
que tantas veces recurrimos a ella,
como a una mamá para desenredar
una madeja que sólo ella
era capaz de encontrar la salida.

Por todo ello y mucho más
-que sólo el buen Dios conoce-
gratitud eterna para Nena Ried.

Los funerales de Elena Feuereisen vda. de Ried
se efectuarán mañana miércoles 29 de junio,
después de una misa de responso
que se celebrará en la Parroquia
del Sagrado Corazón de Providencia
de avenida El Bosque 822, a las 10:00 hrs.

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