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Aisén, la electricidad y el agua Tribuna de Adolfo Ibáñez

Tribuna
Diario El Mercurio, Lunes 13 de Junio de 2011http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2011/06/13/aisen-la-electricidad-y-el-agu.asp
 
Las centrales hidroeléctricas de Aisén generan un malestar que va
desde las protestas violentas hasta la simple conversación
desasosegada de amigos. Sus partidarios esgrimen cifras técnicas y
urgencias nacionales que no logran convencer. La historia nos permite
acercarnos a Aisén, a la electricidad y al agua para descubrir
aspectos importantes del trasfondo de este polémico estado de ánimo.
El problema de Aisén (incluye Palena por historia, geografía y
cultura) está ligado a su no incorporación plena a la vida nacional,
lo que ha magnificado su complejidad geográfica y realzado su belleza.
Para los compatriotas que lo ocuparon hace un siglo nada fue fácil.
Superaron arduas dificultades e hicieron de aquellos valles una parte
de Chile.
 
Pero quedaron solos, pues faltó la acción del Estado para abrir
caminos que comunicaran con el país y entre los diferentes valles, y
para desarrollar otras acciones que respaldaran ese poblamiento; sólo
se instaló una burocracia ajena por completo a sus problemas; han
pasado ochenta años. El centralismo estatizador del siglo XX terminó
transformando el Territorio de Colonización de entonces en el
territorio de marginalidad que terminó siendo. La muy tardía
construcción de la Carretera Austral significó un relanzamiento
relativo frustrado por la agudización del centralismo.
 
Las ideas conservacionistas del presente exaltan su virginidad
prístina, en circunstancias que Aisén no es más que un fósil
paisajístico debido a la incuria y abandono de los chilenos. Así es
como se ha transformado en un templo para la idolatría de la
naturaleza que considera toda acción humana intrínsecamente perversa.
Estas tendencias se suman a la ausencia de propuestas que encaucen su
futuro, manteniéndolo en completa indefensión ante las presiones de
intereses contrapuestos.
 
En el campo de la electricidad, la Endesa estatal (1943) implantó un
sistema sólo hidroeléctrico e interconectado, para lo cual estableció
un monopolio en la construcción de centrales. Así se expropiaron a los
chilenos las posibilidades que presentaba este rubro, desechando las
inversiones privadas que cubrían todo el país: a partir de entonces la
electricidad se transformó en un problema de otros, del Estado en este
caso. Y también vinculó la energía sólo a la ejecución de obras
colosales que dispusieron completamente de los ríos para sus fines,
sin ninguna preocupación por su impacto en las cuencas, en sus
sistemas de riego y en la rentabilidad inmediata y futura de ellas:
sus centrales constituyeron monumentos elefantiásicos en sus
respectivos momentos.
 
Las grandes empresas generadoras de hoy recibieron esta herencia, y no
se ha replanteado el conjunto de modo que responda a la nueva realidad
de una multielectricidad interconectada: hídrica, térmica y renovable,
junto con grandes y pequeños generadores. El Centro de Despacho
Económico de Carga Eléctrica (Cedec) opera el sistema preservando
aquella herencia que, a la luz de la situación presente, nos ha traído
carestía y escasez: todo indica que tiende a florear (utilizando una
metáfora minera) las fuentes energéticas, estrujando las reservas de
agua en aras de la baratura de corto plazo, a costa de su proyección
en el tiempo. De este modo continuamos con una electricidad ajena al
horizonte de cada chileno y vinculada siempre a obras gigantescas.
Además, se esgrime la rentabilidad para explicar el protagonismo de
las grandes compañías y sus megageneradoras.
 
El resultado es que cada nueva central nos enfrenta a una situación de
emergencia que hay que suplirla con un parche urgente: las centrales
Castilla en Atacama y Alto Maipo en Santiago constituyen otras
alarmas. Al igual que con la Región de Aisén, en la electricidad
también falta un planteamiento de largo plazo que anticipe los
problemas y nos encamine hacia soluciones creativas y viables.
Con el agua aún no estamos conscientes de su aguda estrechez.
 
Recientemente, en su Mensaje del 21 de Mayo, el Presidente alabó su
abundancia. La agricultura y la minería lo desmienten categóricamente.
 
El agua es uno de los bienes más escasos en nuestro país y nadie
enfrenta esta grave emergencia. Los saturados e ineficientes
organismos estatales vinculados a este trascendente recurso parecen
ser los más inadecuados para manejar esta delicada situación.
 
El resultado es que no tenemos políticas para Aisén, para la
electricidad ni para el agua. Y resulta que Aisén es la única región
donde el agua abunda en una cantidad tal, que se puede seguir
generando según el planteamiento de la Endesa de 1943. De continuar
por este camino pronto veremos todos los ríos de aquella región
transformados en represas, y seguiremos sin saber qué hacer con ese
territorio y sus bellezas ni de dónde obtener energía una vez que se
cope la de sus ríos, y extendiendo a esa zona la increíble escasez de
agua que caracteriza al resto del país. Las protestas y el desasosiego
sólo se acallarán cuando demos el salto de siete u ocho décadas de
indolencia y de falta de creatividad, para mirar al futuro con las
perspectivas que nos abren las posibilidades actuales.
 
---
 
Posteado por:
Claudio Meier Vargas
13/06/2011 08:54
[ N° 1 ] 
Estimado Sr. Ibañez,
 
Con lo único que realmente discrepamos es que Aysén sea un "fósil
paisajístico". Si Vd. lee cualquiera de los recientes artículos que
han catastrado las pocas zonas verdaderamente silvestres e intocadas
que quedan en el planeta, verá la mancha verde en la Patagonia
Chilena. En los hechos, muchos tienden a sobrevalorar las partes que
se quemaron, en la zona más oriental de la región, porque allí están
la mayoría de los caminos. Es lo que más se ve al viajar por Aysén.
Sin embargo, la parte occidental está en gran medida en estado
prístino. Esto vale para la cuanca del Baker. En el caso del Pascua y
de Río Cuervo, la cuenca entera es intocada.
 
Concuerdo con su planteamiento que, de no elaborarse una política de
Estado, se tendrá pronto que todos los ríos grandes de Chile, desde el
Pascua al norte, estarán represados, sea para más minería, o bien
incluso para venderle electricidad a nuestros vecinos. Esto sería aún
peor de construirse la mentada "autopista de la electricidad". Como he
indicado en otros posts, y en el escrito:
 http://pdfcast.org/pdf/hidroelectricidad-realmente-sustentable
 
el desarrollo energético siempre conlleva costos sociales y
ambientales de gran magnitud, por lo que las soluciones a implementar
deben cumplir con: (i) se requiere realmente esa energía para el
desarrollo del país, (ii) deben ser las "menos malas". Desde esa
perspectiva, el que algunos vean oportunidades de negocios en que nos
quedemos sin ríos libres para venderle energía a otro país, es una
real ofensa a la moral, ya que ellos se embolsarían las ganancias
(privadas), mientras que Chile se embolsaría las pérdidas
(socializadas, como siempre).
 
Esta posibilidad (de represarlo todo) evidentemente coarta las
posibilidades de desarrollo de los que vengan después que nosotros,
por lo que debe evitarse a toda costa. Por lo demás, la experiencia
mundial nos indica que todos los países que han seguido este camino
hoy están amargamente arrepentidos. Debemos aprender de ello, por muy
desarrollistas que sean los ánimos hoy, o si no nuestros nietos no
estarán contentos con nuestras decisiones.
 
Cordiales saludos
Claudio Meier

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