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La cara renovada del Municipal


por Beatriz Montero Ward
Diario El Mercurio, Vivienda & Decoración
Sábado 18 de junio de 2011http://diario.elmercurio.com/2011/06/18/vivienda_y_decoracion/vivienda_y_decoracion/noticias/195FB01E-EBAF-48E5-A075-911C6BD63750.htm?id={195FB01E-EBAF-48E5-A075-911C6BD63750}
 
[Para ver imágenes, ir al sitio]
 
Después de un intenso trabajo de reparación y restauración post
terremoto, este emblemático edificio de Santiago -escenario desde 1857
de importantes óperas, ballets y conciertos- luce como en sus mejores
tiempos. Las labores estuvieron a cargo del arquitecto Escipión
Munizaga Vigil y del restaurador Hernán Ogaz.
 
Texto, Beatriz Montero Ward Fotografías, José Luis Rissetti El Teatro
Municipal está precioso. Los dorados de sus decorados lucen
impecables, los colores de las pinturas de la enorme cúpula se ven
vivos y luminosos y el piso de madera de la sala principal, escondido
por años bajo una alfombra roja, ya no cruje más. Son algunos de los
tantos signos visibles de que este emblemático escenario cultural
revivió y recuperó su señorío. Todo de la mano de una exhaustiva y
prolija labor de restauración y reparación.
 
Fue el terremoto del 27 de febrero de 2010 el que además de causar
severos daños en la estructura del edificio dejó en evidencia la
necesidad de limpiar y realizar una profunda mantención, tanto en la
fachada como en el interior. Y es que este inmueble proyectado por el
arquitecto francés Claudio Francisco Brunet De Baines e inaugurado en
1857, ya dejaba ver el desgaste por el paso de los años y por la suma
de retoques mal hechos. "A pocos días de ocurrido el sismo realizamos
una inspección técnica en la que registramos las principales fallas y
las más de 350 grietas existentes que había que reparar", explica el
arquitecto Escipión Munizaga, a cargo de este verdadero rescate
patrimonial. Así, junto con supervisar y guiar los trabajos de
reparación efectuados por la empresa constructora Invasco, llamó a
participar al restaurador Hernán Ogaz para que tomara en sus manos la
restauración artística.
 
Para llevar adelante esta tarea el profesional formó un equipo de 24
especialistas -varios de ellos extranjeros- y contó con la permanente
asesoría del arquitecto Hernán Rodríguez. "El desafío era devolverle
al teatro su monumentalidad y decorados característicos desde
comienzos del siglo XX. Se estudió su evolución y sus distintas etapas
para ir dando los toques de distinción a cada época de acuerdo a sus
méritos", explica Ogaz. Por ejemplo, a la fachada de calle San Antonio
se le retiró una cantería horizontal para devolverle el espíritu
clásico que le había dado originalmente Brunet De Baines y se recuperó
La Capilla (foyer de Tenderini) que representa la impronta dejada en
el edificio por el arquitecto Emilio Doyere después del terremoto de
1906.
 
Siguiendo esta línea es que en los accesos a platea se retiró el
pavimento cuadriculado de lámina vinílica para reemplazarlo por
porcelanato de los mismos colores y figuras. Asimismo, en el foyer de
San Antonio -originalmente un patio interior- se descubrió la
existencia de un antiguo piso hecho por la fábrica de Baldosas
Córdova, que se recuperó reproduciendo su diseño original a partir de
los mismos moldes. Y en La Capilla, donde funcionó por largo tiempo
una cafetería, se restituyó el parqué que había sido cubierto por
mármol.
 
"En esta materia otro trabajo interesante consistió en retirar la
alfombra de la sala principal, levantar el piso de tablas de raulí,
reforzar las vigas de la caja acústica existente y volver a instalar
el entablado pero por el envés", explica Munizaga. Asimismo, se
aprovechó la remoción de todas las butacas de la sala para ensanchar
asiento por medio en 18 cm y con esto mejorar la visual del espectador
hacia el escenario.
 
Los trabajos en la nave principal, que tardaron dos meses y medio y
que demandaron un enorme andamio, contemplaron la reparación de la
coronación de la bóveda y la limpieza de las pinturas. "Durante esa
labor -cuenta Ogaz- descubrimos que estas alegorías a la música, al
teatro, la tragedia, la comedia y al baile fueron diseñadas por
Ernesto Kirchbach, entonces director de la Academia de Bellas Artes, y
mandadas a hacer por él a Roma en 1880". Cornisas, cariátides y los
variados decorados clásicos y barrocos de estilo Napoleón III -traídos
desde Burdeos, Francia, en 1880- que adornan esta aula central, se
limpiaron, repusieron sus faltantes, reintegraron sus colores y se
volvieron a patinar. "En los trabajos de dorados se utilizaron
alrededor de cinco mil hojas de pan de oro falso (bronce). Éstas se
aplicaron delicadamente sobre superficies y molduras de manera de
producir vivacidad y de lograr la atmósfera de luces y brillos propia
de las grandes salas de concierto", dice Ogaz.
 
El tratamiento de superficies y restauración de la fachada se hizo
siguiendo el espíritu de los arquitectos de la época, pero aplicando
la tecnología actual. Así, en general, se utilizó esmalte al agua y en
las partes más nobles del teatro, como sala principal y puertas, óleo
aplicado con brocha. "Esto da suavidad en el tacto y un aspecto más
original. Son sutilezas, pero en la totalidad el resultado se percibe
más fino", puntualiza Ogaz.
 
En cuanto a objetos decorativos, este equipo se ocupó de la
restauración de marcos de espejos, todos de madera y ghesso traídos de
Francia durante el siglo XIX. "En casi todas esas piezas se hizo un
trabajo de eliminación de purpurinas, limpieza y recuperación de los
dorados originales", comenta el restaurador.
 
Para Andrés Rodríguez, director del teatro, "estos trabajos han sido
los más importantes que ha tenido el edificio en los últimos decenios.
Ha quedado más firme y seguro para el público y también para la gente
que trabaja en su interior. Todo un proceso que le devolvió a este
monumento histórico su esplendor original".

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