«El poeta es alguien para quien las dificultades le dan ideas más que quitárselas» (Paul Valéry)
por Mireya Díaz Soto, desde Milán
Diario El Mercurio, Vivienda y Decoración
Sábado 10 de Enero de 2015
En 2007 Milán inició la recuperación
de antiguas áreas industriales o en desuso,
con el fin de modernizarse a través
de urbanizaciones con rascacielos y edificios
que están cambiando el skyline de la ciudad.
Una de las voces más influyentes
de la arquitectura italiana del momento
e importante actor en este proceso
es el arquitecto Cino Zucchi,
un personaje cuya mente
es un universo fascinante
de ideas, teorías y referencias,
todo traspasado a una obra
arquitectónica sorprendente.
_______
Cada tanto, Cino Zucchi
se deja atrapar por Candy Crush,
el juego electrónico frente al que medio mundo
sucumbió fascinado por las series de caramelos
que explotan en un atractivo mundo de colores.
"Me encantan las secuencias formales",
dice el arquitecto cuando habla de este pasatiempo,
acorde con su carácter de coleccionista:
de souvenirs de monumentos
y edificios del mundo en miniatura;
de unos coloridos usleros asiáticos;
de talismanes, juguetes, libros, discos de música,
reglas de madera y de un cuantuay de cositas
desparramadas en los dos escritorios
que tiene en su estudio,
una oficina amplia y luminosa
que aparece muy contemporánea
tras una tradicional fachada del centro de Milán.
-Ya que la vida es tan compleja,
los hobbies son relajantes -dice.
Poner atención a Cino Zucchi
requiere de una concentración especial.
Él lo sabe, se disculpa
y pide guiarlo en la conversación,
porque a partir de una idea,
frases a medio terminar,
un croquis, una foto, puede comenzar
un vuelo sin rumbo por la historia,
la política, la literatura, la música,
la filosofía, la familia, los viajes...
y a un ritmo difícil de alcanzar.
Es solo cuando se toma distancia de él,
que su discurso desordenado y frenético
adquiere sentido, y logra una coherencia fantástica
con la obra que ha desarrollado
desde fines de los años 70 hasta hoy.
Curador del pabellón de Italia
en la reciente Bienal de Venecia, Zucchi (1955)
es académico del Politécnico de Milán
(donde se tituló como arquitecto en 1979)
y ha sido profesor visitante
en universidades italianas y extranjeras.
Autor de libros y ensayos
publicados en distintos medios,
junto a su estudio ha proyectado
edificios de carácter industrial y residencial;
espacios públicos, y planes maestros
para áreas urbanas de Italia,
y más recientemente,
para un sector de Helsinki, Finlandia.
Varios de estos lo han hecho merecedor
del Premio Nacional de Arquitectura Luigi Cosenza (1992 y 1994);
el Premio de la Unión Europea para la Arquitectura Contemporánea 2001, entre muchos otros.
Pero la aproximación de Zucchi a la arquitectura
no tuvo un inicio convencional.
Vino de las fórmulas matemáticas
y las ciencias físicas con las que convivió
en sus primeros estudios universitarios en el MIT de Boston.
-Cuando volví en 1978, mi profesor del Politécnico
me ofreció un trabajo como asistente,
y empecé a enseñar de inmediato.
Aun así soy un poquito "huérfano",
no tengo una genealogía muy fuerte,
este profesor no fue mi gran ídolo,
por eso quiero creer que soy un tanto autodidacta...
Luego escribí (se publicó en 1989, tomó diez años)
un libro sobre los patios milaneses de entre 1535 y 1706.
Pasé, como un péndulo, del extremo de las matemáticas
a "puedo dibujar todos los elementos del orden jónico".
Digamos que tengo una educación muy sólida
entre lo científico y la filología clásica.
Y soy muy empírico gracias a la formación americana.
En tu infancia, entonces, no soñaste con ser arquitecto.
-No. No sabía qué hacer.
Pero la arquitectura es como un caleidoscopio,
como en el cuento "El Aleph", de Borges.
Es un cristal de múltiples caras
en el que puedes ver lo que quieras.
Y fue lo que me abrió más posibilidades.
Marido y padre de cuatro hijos,
Zucchi se define como un "hombre de mil libros".
Por eso, interrumpe sus respuestas
una y otra vez con referencias y citas
que declama tras un silencio breve:
Paul Valéry, Walter Benjamin, Adolf Behne,
Winston Churchill, Giò Ponti.
-Paul Valéry dice:
"La gente que critica la literatura,
realmente no sabe cómo se hace un poema".
Hay dos formas de generar versos,
algunos parten de un sonido,
y otros de un significado.
Y luego él dice algo muy bonito:
"El trabajo de un poeta es trabajar,
trabajar, trabajar en estas dos generaciones,
hasta que ambas se fundan en un cuerpo".
Lo que quiere decir Valéry
es que los versos con demasiado significado
deben encontrar algo de melodía,
y los que tienen mucho ba, ba, ba, bi, bi, bi,
deben encontrar contenido.
El resultado es la vibración entre ambos.
Para mí, lo interesante de la arquitectura es esta resonancia.
Me aburre la arquitectura
que está comprimida en funciones empíricas,
así como la que está casualmente habitada.
Desde que empezaste hasta hoy,
¿cómo describirías lo que haces?
-No veo la arquitectura de una manera solo empírica,
sino también como algo sobre lo cual hay mucha especulación.
En Europa era un tipo de arte superior,
aunque por supuesto con un lado intelectual.
Pienso, como arquitecto,
que su esencia no es escogida por nosotros.
La idea de que el artista
es libre de hacer lo que quiera
es del romanticismo del 1800.
Los arquitectos solo escogemos cómo interpretar el tema.
Hice una casa en Venecia,
luego otro proyecto en Boston,
y un amigo me dijo:
"Pero Cino, no parecen del mismo autor".
Para mí, el carácter
no es el carácter de Cino Zucchi,
sino el del tema, de la ocasión:
a veces será el sitio, otras, la función,
la tecnología, la relación con el contexto...
una llevará el liderazgo, pero el asunto es particular.
Y esto es muy importante
porque aleja el narcisismo del "archistar".
¿Cuáles son los principales cuestionamientos frente a un proyecto?
-Mis mejores obras han sido las más limitadas.
Me gustan las restricciones y me gusta vencerlas.
Las veo como oportunidades para dar forma.
A veces les digo a mis alumnos:
"Traten de cambiar el concepto de originalidad
por el de peculiaridad o individualidad".
Esta es también una cita de Paul Valéry:
"El poeta es alguien
para quien las dificultades propias del arte
le dan ideas en vez de quitárselas".
Amo las dificultades.
¿Qué dirías del paisaje contemporáneo europeo, y el italiano?
¿Se ha creado uno nuevo o solo se convive con lo histórico?
-Giò Ponti dice:
"Italia fue construida mitad por Dios
y mitad por los arquitectos".
El mito del pasado en Italia puede ser apabullante.
Es uno de los lugares
con los más lindos centros históricos
y las más horribles periferias
porque fueron extremadamente abandonadas.
La infraestructura es el problema.
¿Debería esta ser la apuesta de Europa
vivir una vida contemporánea,
usando el pasado no como una nostalgia?
Lo que veo del paisaje europeo
es una extraña mixtura
entre pasado y contemporaneidad.
Quizás algunos lugares
son solo nuevos o viejos.
Me gusta la mezcla.
¿Le podemos dar infraestructura a Europa
y realzar la belleza de su paisaje?
Esto es la complejidad del asunto.
No solo conservación o innovación.
La ciudad de Milán ha cuidado
celosamente su patrimonio icono
y una escala intermedia más que amable
con su millón y medio de habitantes.
Sin embargo, hay viejas zonas industriales o abandonadas,
bastante céntricas, que desde mediados de la década pasada
han sido terreno fértil para nuevas edificaciones.
"La tradición es algo que tenemos
que renovar, refrescar, de lo contrario
se transforma solo en un cliché", dice Zucchi,
quien ha sido protagonista del nuevo look de la ciudad,
donde también otras figuras como Zaha Hadid,
Cesar Pelli o Michele De Lucchi han firmado
los edificios que ya cambiaron el panorama urbano.
¿Cómo vives Milán?
-Algunas personas dicen
que Cino Zucchi es un arquitecto muy milanés.
No lo niego, pero lo que ellos piensan que es milanés,
puede que venga del MIT; pocos lo saben.
Soy culturalmente más híbrido de lo que la gente cree.
Vivo Milán por sus límites,
por supuesto que siento afección por la ciudad,
te encariñas con los espacios que vives,
y por otro lado, creo que, por la cercanía con Europa,
es más dialogante con los países del norte.
Es muy internacional durante el Salón del Mueble,
como una fiesta, y me gusta porque tiene fragmentos
de muchas otras cosas, no está totalmente intacta.
Ahora, creo que cuando se compara con Londres o París,
es como comparar a una niña con Nicole Kidman...
Milán siempre trata de ser una capital, pero todavía no lo es.
Me gusta esta escala intermedia,
incluso el lado aburrido y simple que tiene.
La cotidianidad.
«Muchas veces nos estresamos por la innovación,
pero no hablamos del contenido de la innovación».
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