Mercados bipolares, negros un día y felices al otro, tienden a confundir si habrá o no crisis producto de lo que sucede en Europa en base a anuncios, inyecciones de dinero y silenciosos cambios estructurales, para una crisis económica que si vendrá. Los comunicados han hecho que los mercados sobre reaccionen, dependiendo de quién de el anuncio y cuál sea su mensaje. La semana pasada comenzamos con un lunes negro producto de la intervención de España e Italia en los mercados financieros, efectos disipados por los anuncios de abundancia de dinero para rescates y ayudas dados a conocer por el Presidente del Banco Central Europeo. Nótese los efectos: si Grecia anuncia que no podrá pagar sus obligaciones, los mercados se van al fondo de un abismo que pareciera no tener retornos, afectando por ende la economía mundial, luego Merkel, desde Alemania, anuncia acuerdos y rescates, visitándonos el Fénix de la economía con un futuro prometedor. Al final de cuentas, no son más que palabras, las cuales deben respaldarse con acciones concretas. Las inyecciones de dinero son la primera forma de sustento de las palabras. Si hay rescate, cuando se transfiere el dinero se ha cumplido la palabra, no obstante los mercados reaccionan con menor ahínco, dado que ya han interiorizado los efectos de los anuncios. Pero el dinero no soluciona el problema, es decir, si los países europeos tienen problemas para pagar sus deudas, definitivamente la solución no está en deberle a otro, por ende el dinero sólo logra ganar tiempo, sin solucionar el problema de fondo que son los cambios estructurales que se requieren en el viejo continente. La única forma de solucionar un problema es cambiar las causas que lo generaron y, en el caso de los países europeos, provienen de la demagogia y promesas políticas que tenían a la población en un falso estado de bienestar que se ha transformado en un gran Estado de malestar, que deberá llevar adelante una serie de cambios estructurales para evitar que vuelva a suceder lo que hoy tratan de solucionar. Pero el remedio parece ser peor que la enfermedad, por lo que Europa no ha solucionado el problema de raíz.
El dinero se acaba y con él el tiempo y la dilación de la soluciones que concluirán en cambiar el escenario. Desde la eliminación del euro (lo menos probable), cambiar la zona del euro como la conocemos o cambios estructurales a través de una sola gestión fiscal.
Todo esto, me lleva a recordar al nuevo “angelito” de Canal 13, Nicolás Eyzaguirre: la regla del superávit estructural de Eyzaguirre dejó a este país sin deuda al final de su gestión como Ministro de Hacienda, elevándolo a las alturas de los campos elíseos económicos, entre ellos el Fondo Monetario Internacional y, no me extrañaría, algún día al Nobel de Economía… No se confunda, también me cae como “vaca en brazos”, pero no le restaré méritos. Mal que mal, en su planteamiento del gasto estructural esta la solución para Europa.
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