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La izquierda y la "siniestra" no son lo mismo por Joaquín García Huidobro


Diario El Mercurio, Domingo 08 de Abril de 2012  
http://blogs.elmercurio.com/reportajes/2012/04/08/la-izquierda-y-la-siniestra-no.asp
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Todas las corrientes políticas se presentan en dos formatos. Uno, su expresión noble y legítima. El otro, su forma degradada. Don Jorge Alessandri y Hitler son considerados de derecha, pero eran muy distintos.
Esta diversidad de formatos también se presenta en la izquierda, como hemos visto estos días con las declaraciones de Margot Honecker banalizando el Muro de Berlín, que suscitaron la inmediata reacción de muchas personas de izquierda, que no quieren saber nada con muros, cárceles secretas ni torturas.
No hay una derecha y una izquierda, sino muchas. Quizá convendría distinguir entre la izquierda, representada por Mitterrand, Habermas, Pedro Aguirre Cerda o Ricardo Lagos Escobar, y la "siniestra", donde militan personas como Stalin, Mao o la Sra. Honecker.
¿Qué le aporta la izquierda al país? La verdadera izquierda, aquella que se distingue de la "siniestra", nos entrega muchas cosas. Si hubiera que resumirlas en una, podríamos decir que es la preocupación por el débil, el marginado. Las políticas que elige para defenderlo pueden ser discutibles, pero eso no impide que su aporte sea valioso y necesario, una invitación a que salgamos del conformismo.
Como la política es difícil y cambiante, es muy posible que las personas se equivoquen, atraídas por lo que todo error tiene de bueno y verdadero (el mal químicamente puro no existe). Así, muchos de los que en estos días criticaron las declaraciones de la Sra. Honecker, miraban con simpatía a la República Democrática Alemana hace cuarenta años. ¿Qué ha ocurrido? Simplemente cambiaron, lo que habla bien de su honestidad intelectual.
La vara que los lleva a juzgar con severidad prácticas como el Muro y la persecución de los disidentes, es la dignidad humana. Ellos reconocen que esa dignidad impone ciertas exigencias absolutas, unos límites que no cabe transgredir. El impedir a balazos que alguien se marche del país es, lo reconocen, una acción que transgrede esos límites mínimos de humanidad.
Si la vocación política de la izquierda genuina tiene que ver con la preocupación por el débil, el hecho de que algunos de sus integrantes parezcan ciegos ante ciertas formas supremas de debilidad no deja de ser una situación contradictoria. Pongamos un ejemplo: ¿resulta esencial, para ser de izquierda, estar a favor del aborto? Obviamente, no. Una de las figuras más connotadas de la intelectualidad europea en el siglo XX, el socialista Norberto Bobbio, votó y habló contra la despenalización del aborto en Italia. El ex Presidente Tabaré Vázquez, en Uruguay, es otro ejemplo de esa actitud.
La suya no es una rareza, sino que una postura que implica tomarse en serio la protección del más débil. Obviamente, Bobbio y Vázquez no reducían esa preocupación a los no nacidos, sino que la extendían a los inmigrantes, a los que viven en la miseria y a todos los que parecen poco aptos para sobrevivir en los esquemas actuales de selección natural. Les interesaba el respeto por todas las formas de vida humana.
¿Y por qué tanta gente de izquierda es partidaria del aborto? Las razones son múltiples, pero una de ellas tiene que ver con la adopción de una idea que, en realidad, deriva de la derecha en su versión más mala, esa derecha anarcocapitalista, que está dispuesta a sacrificar todo en aras de una autonomía entendida al modo darwiniano, como la consagración del derecho del más fuerte.
A propósito del argumento que legitima la eliminación del no nacido sobre la base de la disposición del propio cuerpo, decía Bobbio: "aplicar ese razonamiento al aborto es aberrante. (...) En el caso del aborto hay un "otro" en el cuerpo de la mujer. (...) Con el aborto se dispone de una vida ajena".
En el curso de unas pocas décadas, hemos visto con admiración cómo gran parte de la izquierda ha cambiado de opinión y hoy rechaza prácticas que antes miró con condescendencia. Al hacerlo no perdió, sino que reforzó su identidad de izquierda.
¿Llegará un momento en que veremos a gran parte de la izquierda comprometida, como Bobbio y Tabaré Vázquez, con la causa de la vida en toda su amplitud, no sólo la vida de algunos sino la de todos los hombres amenazados por la miseria, el sida, la intolerancia y la pena de muerte, pero también por el aborto? ¿Y será mucho optimismo pedir lo mismo para el centro y la derecha?

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