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Adoptando a la madre de todas las invenciones



por David Pogue Columnista de Tecnología The New York Times 

Diario El Mercurio, VidaActual, sábado 31 de marzo de 2012

Lo admito: a veces me divierte la reacción de la generación mayor ante las modas del internet. "¿Facebook? ¿Por qué querría yo que otras personas se enteraran de mi vida privada?". "¿Twitter? ¿Quién tiene tiempo para esa tontería?".
Vamos, gente. Abran sus mentes. No tienen que participar, pero al menos permitan que los más jóvenes se diviertan.
Y luego empecé a oír a la gente hablar con entusiasmo de Kickstarter.com. Me intrigaba su éxito; y me alarmaba no comprenderlo. ¿Estaba sufriendo de chochez prematura?
Kickstarter es un sitio de "financiamiento multitudinario". Es un lugar para que la gente creativa consiga suficiente dinero inicial para poner en marcha sus proyectos. Las categorías incluyen música, cine, arte, tecnología, diseño, gastronomía, edición y tecnología. Los proyectos que buscan apoyo podrían ser grabar un CD, montar una obra, producir un cortometraje o desarrollar un nuevo producto de tecnología.
Supongamos que usted es quien necesita dinero. Presenta su proyecto con un video, una descripción y una cantidad meta en dólares. Enlistar su proyecto es gratis.
Si los ciudadanos de internet prometen suficiente dinero para que alcance su meta para la fecha límite que estableció, entonces recibe su dinero y sigue adelante con su proyecto. En ese momento, Kickstarter toma un 5 por ciento, y usted paga entre 3 y 5 por ciento al servicio de tarjetas de crédito de Amazon.
Si no recauda el dinero para la fecha límite, el acuerdo se cancela. Sus contribuyentes conservan su dinero, y Kickstarter no recibe nada.
Pero he aquí la parte en que tuve problemas para entender: no son inversiones. Si uno cumple su promesa, nunca verá su dinero de vuelta, aun cuando la obra, película o dispositivo se convierta en un enorme éxito. Uno recibe algún pequeño recuerdo por su involucramiento financiero -una playera o un CD, por ejemplo, o la oportunidad de ordenar por anticipado el dispositivo que se esté desarrollando- pero nada más tangible. Ni siquiera una deducción de impuestos.
Además, no tiene ninguna garantía de que el proyecto llegue a ver la luz del día. Todo tipo de cosas suceden entre la inspiración y la producción. La gente pierde el interés, se casa, se muda, tiene problemas para conseguir una fábrica. Todo muere, y todo habrá sido por nada.
Entonces, ¿por qué -seguía preguntándome- la gente participa? ¿Quién daría dinero por tan poco a cambio?
Ahora, cuando uno es un columnista de tecnología, recibe mensajes de correo electrónico todos los días de publirrelacionistas que desean que uno escriba sobre los productos de sus clientes. Pero en los últimos meses, he empezado a recibir algo realmente extraño: cartas sobre productos como Kickstarter. Productos que no son siquiera productos, sino conceptos. Más extraño todavía, estos mensajes no provienen de los creadores de esos productos. Provienen de ciudadanos comunes.
Empecé a leer sobre sus proyectos. El que parecía estar provocando más interés últimamente se llama Elevation Dock. Es simplemente una base de carga para el iPhone, pero, vaya, qué base. Está hecha exquisitamente con aluminio sólido estilo Apple. No es necesario sacar el iPhone (o iPod Touch) de su estuche para insertarlo en esta base. Y la base es lo bastante sólida para poder sacar el teléfono de ella con una mano. La base se queda en el escritorio.
El ingeniero detrás de esta base, Casey Hopkins, necesitaba recaudar 75.000 dólares para convertir a su base en un producto real. Pero su solicitud fue tan popular que alcanzó la meta en sólo ocho horas. "En 24 horas, tenía 168.000 dólares", me dijo Hopkins por correo electrónico. "Fue asombroso. No pude comer ni dormir por tres días. La euforia me duró una semana; luego me topé con la realidad de empezar a organizar toda la manufactura y de hacer un millón de cosas más".
Para el 26 de enero, quedaban 16 días para su fecha límite y había recaudado 700.000 dólares. Esa es una historia de éxito de Kickstarter, cierto.
También lo es el TikTok Watchband, que convierte a un iPod Nano en un reloj/computadora de pantalla táctil en su muñeca. Su meta: 15.000 dólares. Lo que recibió finalmente: 942.578 dólares. Ahora es un producto real y está a la venta en la Apple Store.
Los creadores del PID-Controlled Espresso Machine, un nuevo diseño que aporta la consistencia de las costosas máquinas de café expreso a una máquina de bajo costo, buscaba 20.000 dólares; y recaudó 369.569 dólares para su fecha límite.
El estilete de gran agarre Cosmonaut para tablets superó por mucho su meta en abril; el video señala que para una superficie de baja resolución donde no se puede apoyar la mano, un estilete grueso tiene más sentido que uno tipo lápiz.
Sin embargo, estas son empresas riesgosas. Muchos de los proyectos son ofrecidos por primerizos que no tienen idea de lo complicado que es llevar un producto al mercado. En estos tiempos económicos difíciles, ¿por qué la gente promedio daría dinero a esos emprendedores inciertos, a sabiendas que todo lo que recibirán es una playera?
Yancey Strickler, cofundador de Kickstarter, me dijo que todo gira en torno a la experiencia. "Hay una odisea entre que uno respalda un proyecto y llega a tu puerta. Puede llevar tiempo que las ideas rindan frutos, y los patrocinadores obtienen una visión directa del proceso. En ocasiones esto es emocionante (momentos de revelación, grandes logros, etc.). Otras veces, es desalentador: obstáculos, y otros acontecimientos imprevistos. Ese recorrido es parte de la experiencia Kickstarter".

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