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"Muchas veces siento que hay buitres que me están devorando"



 
El director manchego se peleó hace dos décadas con Antonio Banderas, el único chico Almodóvar de su filmografía repleta de mujeres. Hoy se reencuentran en "La piel que habito", una historia con un científico loco, experimentos siniestros y un carrusel de emociones. "No me cabe más que reconocer que Frankenstein está presente en la historia", dice.   

POR ERNESTO GARRATT VIÑES  Pedro Almodóvar llega con una cinematografía distinta. Han pasado dos años desde que estrenó "Los abrazos rotos", una película almodovariana al hueso, con Penélope Cruz, y ahora llega con "La piel que habito": un thriller de terror con Antonio Banderas y Elena Anaya, que se estrenó ayer en Chile y que es, sin duda, un cambio en su carrera. 

Lo primero: en esta cinta no tiene ni a Penélope Cruz ni a un ejército de mujeres participando. En este nuevo filme, Almodóvar tiene a un protagonista masculino, tal como alguna vez tuvo a Gael García en "La mala educación" (2004) o a Darío Grandinetti en "Hable con ella" (2002). 

Esta cinta, "La piel que habito", pertenece entonces a una fase distinta en el trabajo de Almodóvar, primero, porque tiene un tono más sombrío, menos femenino, chillón, pero lo más importante es que se trata de una película de terror que mezcla una delirante ciencia ficción con una aún más delirante venganza, todo puesto en una máquina coladora de melodramas. Sin ver la firma en el guión, ni el más avezado estudioso de la filmografía de Almodóvar habría adivinado que era un proyecto de él.

El director se está atreviendo a hacer cosas que uno jamás hubiera creído: Era impensable que coincidiera de nuevo con Antonio Banderas, su actor fetiche en los alocados años de La Movida española y una de las rupturas más sonadas de su historial de quiebres con actores, como fue el caso de Carmen Maura, la actriz con quien se reconcilió en "Volver".

Además, "La piel que habito" tiene otra marca poco esperable: pertenece al club de las poquísimas películas de Almodóvar basadas en libros. Como fue el caso de "Carne trémula" (1997), basada en los textos de la escritora Ruth Rendell o "La flor de mi secreto" (1995). Siempre escribe sus propias historias sobre sus fantasmas y obsesiones. 

Pero la trama del cirujano plástico y científico investigador Robert Ledgard (Banderas), cegado por su enorme sed de venganza contra el culpable de la muerte de su única hija, es la versión de la novela "Tarántula", del escritor francés Thierry Jonquet. 

"Para mí es mucho más difícil hacer una adaptación de un libro que filmar una historia original", explica Almodóvar, vistiendo una polera por el calor que cae sobre nosotros, luciendo un cabello más canoso y rebelde que antaño. "En este caso, lo que realmente me interesó de la novela fue la situación y cuando la leí con los ojos del adaptador me di cuenta de que había muchas cosas que no iban a funcionar ni para mí, ni para el guión. Así que en todos estos años luché contra la novela hasta que la olvidé completamente e hice mi propia historia".

UN FRANKENSTEIN MODERNO. "Fue muy difícil escribir un personaje como Robert Ledgard, este doctor que debía hacer sentir horror en la gente, pero sin llegar a ser grotesco. Fue muy desafiante para mí como escritor tratar de hacer lo más creíble posible esta situación única y excepcional", menciona Pedro Almodóvar sobre un rol complejo y de muchas capas, que a veces parece un encantador ser humano, pero que en otras tiene el delirio de un científico loco con una sola obsesión: Robert Ledgard tiene encerrada en su casa-centro científico-fortaleza a una bellísima joven llamada Vera Cruz (la actriz ibérica Elena Anaya, repitiendo con Almodóvar después de "Hable con ella"). Ella usa una malla protectora sobre su piel, tiene régimen de presidiario, sin libertad. Se trata de una belleza a la que someten, entre otros, a experimentos dérmicos, pues Robert Ledgard, exitoso, adinerado, busca crear la piel perfecta, irrompible, irresistible, porque su esposa murió producto de las quemaduras de un brutal incendio y la hija de ambos se fue derecho a un manicomio. 

Pero ahí no acaba el martirio de este científico. Su hija, cuando trata de integrarse al mundo, a la normalidad, es violada y se suicida. Eso explica la locura de este cirujano encarnado con perfecta exageración por Antonio Banderas. 

-¿Ve a este personaje como un Frankenstein moderno?

"No me cabe más remedio que reconocer que Frankenstein está presente, aunque yo no pensaba en ello cuando estaba escribiendo, pero evidentemente está ahí. Hay una imagen que devela con la piel completamente hecha trozos que es una imagen de un nuevo Frankenstein. Pero digamos que el mito de Frankenstein se cuela en la novela de un modo natural, sin que yo lo cite ni lo busque, pero lo acepto como compañía. Creo que me va a acompañar durante varios meses la idea de Frankenstein, no la película de 'Frankenstein'". 

"Me encanta esa cinta, pero no la usé de referente cuando estuve haciendo esta película, la hice a mi modo como ya dije. Incluso tuve el deseo de hacer una película muda y en blanco y negro. Yo admiro mucho al cineasta alemán Fritz Lang, su cine mudo y también los thrillers americanos cuando se exilió en Estados Unidos. Y en mi mente, en algún momento, pensé hacer una película muda estilo Fritz Lang, pero también reflexioné que sería muy riesgoso y tuve un poco de miedo. Es que cuando haces una película tienes que tener también una medida del riesgo". 

Almodóvar tiene claridad de ideas en su cabeza, a pesar de sus conocidas y constantes migrañas. Él mastica, reflexiona y relaciona estas nociones, una y otra vez, esas que fueron el motor de arranque de "La piel que habito". Y surge en la conversación el mito de Prometeo. ¿Cómo llegamos a él? No lo sé, pero el español tiene ideas bastante interesantes: "A mí me apasiona ese mito que como sabes, también inspiró a Mary Shelley a escribir 'Frankenstein'. De hecho, Frankenstein era para ella el nuevo Prometeo porque fue expulsado del Olimpo al atreverse a robarles el fuego a los dioses para dárselo a los hombres. Y Frankenstein, a través de la electricidad, crea un nuevo ser. Entonces, para mí la imagen de Prometeo no es sólo la de un superhombre generoso que se arriesga, sino que también es un poderoso creador (...) Y hay una cosa de Prometeo con la que me identifico: que es cuando los dioses lo condenan y lo atan a una roca y hacen que un buitre por la eternidad le coma un hígado que se reproduce continuamente. Yo a veces sí me siento como ese Prometeo, encadenado y devorado por las limitaciones de nuestra naturaleza. Muchas veces siento que hay buitres que me están devorando". 

-¿Qué me dice de la imagen de su personaje, Robert, un hombre sin límites, que abusó de su poder?

"Creo que el abuso que comete el personaje de Antonio (Banderas) tiene que ver con el abuso de los poderosos. Y los poderosos abusan de muchos modos. Uno es comprando la justicia. Otro es creando una cárcel como Guantánamo y llenándola de presos que no son tratados como seres humanos y no tienen ninguna de las condiciones en las que pueden vivir seres humanos. Desafortunadamente en nuestra sociedad tenemos muchísimos ejemplos de abusos de poder, tremendos, en los que a veces nosotros mismos participamos de modo inconsciente con nuestra indiferencia". 

"No creo, por ejemplo, que la sociedad que estamos viviendo en Europa sea una sociedad solidaria y no estoy seguro de que nos importe demasiado. Por ejemplo, África. No nos importa demasiado si África va a desaparecer o no. Todos esos son distintos modos de abusos de poder. El caso del personaje de Antonio es un ejemplo de abuso de poder muy concreto, que es que intenta cambiar a través de experimentos científicos la identidad de una persona, y creo que no se puede llegar más lejos en el abuso. Ese es el más grande de los abusos que se pueden cometer".

"Bueno, pero lo hace a través de algo que sí puede ser bueno, porque a través de la transgénesis hay muchas enfermedades que pueden desaparecer. Esto no quiere decir que la ciencia sea mala, que la electricidad sea mala y, sin embargo, también se la usa para la silla eléctrica. Pero si la ciencia se usa como lo hace el personaje de Antonio, entonces sí estoy en contra de esa ciencia. La electricidad y la transgénesis son grandes hallazgos de la ciencia, pero el ser humano también tiene una enorme capacidad para el mal y todo depende de cómo lo utilice (...) Bueno si el abuso viene del cirujano, entonces la culpa es del cirujano, yo tampoco estoy juzgando y si me presento ahora como un gran moralista, cuando estoy escribiendo no lo soy, no estoy juzgando a los personajes, los personajes viven. Y yo lo que quiero es que sean humanos, que vivan y que sean reconocibles para entenderlos". 

LA MADRE DEL CORDERO. Llevo ya varios minutos sentado junto a Pedro Almodóvar. Mueve con intensidad las manos, se expresa con viva emoción sobre su cine y en este último tramo de su carrera, en su apuesta por el terror, el suspenso y la ciencia ficción. Y para él, todo lo que haga su personaje, el loco y querible Robert Ledgard-Antonio Banderas, merece una reflexión. Por ejemplo, Robert Ledgard-Antonio Banderas es cirujano plástico y sólo por eso, se nota que el manchego ha amasado durante todo este tiempo una idea sobre la cirugía estética: "Es un signo de nuestro tiempo y el abuso lo hacen muchas veces los clientes o clientas que entran en una especie de vértigo en su lucha por la belleza, lo que a veces los lleva a extremos grotescos", dice divertido. "Y eso entra dentro del control que uno debe tener en sus decisiones. Yo creo que la cirugía es buena si tienes una triple papada y te la quieres quitar, o si tienes alguna malformación. Y también encuentro lícito el hecho de que busquemos una juventud sino eterna, lo más larga posible. Y sí es cierto que la cirugía, sin ser abrasiva, permite que cuando ahora tienes 60 años... los 60 años de ahora significan los 40 años de hace 20. Ese avance es bienvenido. Yo creo que todo lo que alargue la juventud, pero no sólo la juventud por fuera, sino también la juventud orgánica interna, visceral, física, es bueno. Yo prefiero vivir 90 años a vivir 60 años o 50". 

-¿Y cómo trabaja con actores que se han hecho muchas cirugías plásticas?

"Para mí, como director, prefiero que los actores no estén retocados por la cirugía, porque las emociones las concibo con caras que representan la edad que tienen... va a llegar un momento en que cualquier película de época va a ser inverosímil. Si tú quieres hacer ahora 'El Gatopardo' y llamas a un montón de actrices que hacen la madre, la tal... nadie va a parecer la madre de los personajes jóvenes. Y yo creo que ahora mismo, en las películas de época que se hacen hay un enorme anacronismo en las caras. De igual modo, si estás haciendo una película del siglo XV o María Antonieta, o cualquier película de época, y estás cuidando el mobiliario, de igual modo yo como director le prestaría atención a las caras. Si las caras no son del siglo XV o del siglo XVIII, creo que se está cometiendo un error de anacronismo". 

"Pero ese anacronismo que se produce con las operaciones estéticas es muy cómico. Me gustaría hacer una comedia sobre las tres mujeres más importantes en la vida de Elvis Presley. Y tenemos que la madre, la hija y la nieta lucen completamente de la misma edad. Me acuerdo de una foto de Vanity Fair con Lisa Marie, Priscilla y la hija de Lisa Marie y que Priscilla se veía más joven que su nieta... y pensé que eso era maravilloso para hacer una comedia". 

-Bueno, la cara de Antonio Banderas sigue siendo más o menos la misma ¿no? ¿Cómo está su relación con él?

"Siempre me he sentido cercano a Antonio. Él era como un hermano menor para mí. Yo pensaba en los años 80 que él era el mejor para representarme a mí. Yo siempre estaba rodeado de actrices españolas así que era muy fácil elegir actrices, pero la elección y la audición de actores principales para mí era más difícil. Y Antonio era perfecto para captar la pasión que sentía en los 80. Tenemos un vínculo muy profundo. Por supuesto, que cuando se fue a Estados Unidos a hacer una carrera y a formar una familia, lo veía sólo cada dos años, pero puedes amar a alguien y tener una relación con él sin verlo y sin hablar todos los días. Y eso tiene que ver con la base emocional que tenemos y que es parte de nuestras vidas, de ese tiempo que vivimos juntos y que está en nuestra memoria" (ver recuadro).

Banderas se fue de Madrid a hacer una carrera en Hollywood. Triunfó, se casó con Melanie Griffith y la relación con su amigo, mentor y descubridor pasó de intensa a sólo cordial. La razón que se esgrime con más recurrencia sobre esta pelea-ruptura-quiebre es que a Almodóvar no le habría gustado el exitoso despegue de su ex protegido. Otra hipótesis es el desgaste típico de una amistad laboral y personal. Lo cierto es que, pocas horas antes de hablar con Almodóvar, Banderas sólo reconocía ciertos roces durante el rodaje de "La piel que habito". "Roces y diferencias muy normales... Pedro fue y sigue siendo un genio", decía el actor con palabras de buena crianza. 

-Pedro, ¿recuerda el momento preciso en que conoció a Antonio Banderas?

"Yo conocí a Antonio en el teatro. Eran los años 80 y él estaba haciendo una obra clásica 'La hija del aire', de Lope de Vega. Antonio estaba en una multitud de extras y uno de ellos era él y me gustó físicamente. Yo estaba buscando chicos morenos para mi segunda película 'Laberinto de pasiones' y después lo llamé. Después lo vi en una terraza, hablamos durante un rato y él recordaba (yo no) que la primera frase que le dije fue: 'Tú puedes hacer grandes galanes románticos'. Y después le pedí que estuviera en la película. Le hice una audición muy corta, le pedí que caminara en la calle y mirara con pasión, con deseo, a un chico con quien se cruzaba. Y lo hizo perfectamente".

-¿Y cómo fue el rodaje mismo... hubo alguna tensión, fue Melanie Griffith a visitarlos?

"Melanie sólo nos visitó una vez y fue en un momento de pausa. Fue fácil, obviamente ha crecido y no es el mismo Antonio, pero él mantuvo adentro la misma parte de Antonio que yo conocí en el pasado. Una persona muy feliz, muy gamberra. Y lo más importante es que él quería absolutamente hacer mi película. Además él también ha sido director y ha aprendido muchas cosas... así que realmente aprecié que él me tratara desde el principio como el único director en el set. Dos directores en el set es demasiado, sobre todo si ya uno es demasiado".

-¿Es usted muy complicado, un "enfant terrible"? 

"Yo respeto todo lo que los periodistas dicen de mí. La prensa muchas veces se ha escandalizado con las películas que he hecho. Y siempre he estado vinculado con películas de ese tipo, así que nunca me ha molestado esa etiqueta, pero nunca me he sentido así, siempre ha sido algo espontáneo y natural y algunas veces eso resulta escandaloso para la gente, pero en cierta medida a la gente le gusta escandalizarse también y, entonces, eso la pone feliz. Por eso, nunca me he sentido como un 'enfant terrible', aunque es una definición que me ha acompañado toda mi vida'. 

Provocador y controvertido, Pedro Almodóvar sigue siendo el mismo, aunque cambie de género y cite a Frankestein y haga algo parecido a un thriller de terror. De hecho, por mucho que parezca una película de horror, bajo esa piel se esconde el corazón de Almodóvar y sus obsesiones, como la maternidad. Idea que cruza casi toda su obra, esta vez el cargo de madre recae en la actriz Marisa Paredes, una de sus chicas. "La maternidad me parece uno de los mayores ejemplos de creación y la maternidad me interesa muchísimo, creo que se puede abordar desde lugares muy diferentes y hacer todos los géneros desde la maternidad", dice Almodóvar sobre el rol de Paredes, Marilia, la mamá de Antonio Banderas y del medio hermano de éste: una mujer que sabe todos los secretos que se ocultan en "La piel que habito". 

"Puedes hacer un melodrama, una comedia, una película de terror, un thriller, una película de gángster, todos los géneros son posibles tocando ese tema. Ahora mismo tendríamos que añadir a la maternidad biológica la subrogada, que también como elemento de intriga es muy interesante. Estoy seguro de que alguien está escribiendo algo sobre eso, porque es muy atractivo".

Y sigue con su teoría de la maternidad en el cine, con ejemplos concretos: "No hay buenas madres o malas madres, yo creo que la madre es algo muy fuerte. Para mí una madre es lo mismo que Ma Baker, que es la madre de una banda que componen sus hijos en la era de la Depresión en EE.UU.; para mí es igual esa madre que Mildred Pierce, que trata de defender a su hija de todos los errores que ha cometido. Para mí la maternidad es fascinante, pero creo que son lo mismo las buenas madres y las malas madres. En eso creo que las mujeres os diferenciáis de nosotros, la relación de una madre con su hijo es única y tiene muchos modos de manifestarse y me fascinan todos ellos. Me fascina la madre que hace Anjelica Huston en 'Ambiciones Prohibidas' ('The Grifters', de Stephen Frears, 1990), que es capaz de robarle a su hijo todos sus ahorros y en un mal movimiento cortarle la cabeza. Y mientras llora como madre está recogiendo los billetes para irse, porque es una sobreviviente. Esa madre me interesa igual y me parece tan madre como las de todos los melodramas latinoamericanos. En mi película, Marilia (Paredes) es una madre salvaje en un sentido muy lorquiano, ella dice que tiene la locura en sus entrañas. Es una madre feroz que da a luz a dos hijos absolutamente feroces y salvajes y cada uno se va a comportar violentamente en un modo distinto". 

Y así con Pedro Almodóvar. Se podrá cambiar de género cinematográfico, de actores, pero en el fondo, la cosa edípica, el tema maternal, siempre sale a flote. Esa es la madre del cordero. 
 Juntos y revueltos* "Laberinto de pasiones" (1982): Una loca historia sobre un príncipe -refugiado en Madrid- y una ninfómana bajo el mismo objetivo: los hombres.

* "Matador" (1985): Trata sobre un torero obsesionado con la muerte y las mujeres. 

* "La ley del deseo" (1986), un tórrido y pasional thriller.

* "Mujeres al borde de un ataque de nervios" (1988): Ya un clásico del estilo almodovariano.

* "Átame" (1989): La obra maestra del director y con un Banderas en plena forma como Ricky, un maniático outcast que se obsesiona con la actriz porno Mariana Osorio (Victoria Abril). Ese 1989 fue el último año en que se soportaron en un mismo set.
Se dice de la película"Hay varios géneros unidos en "La piel que habito", que también podría ser descrita como un misterio existencial, un thriller melodramático, una película de terror médico o sencillamente un espectáculo polimórfico. En otras palabras, es una película de Almodóvar con todos los beneficios que esto trae: técnica lapidaria, perversidad calculada, ingeniosa agudeza". 

Manohla Dargis 
The New York Times. 

"Una comedia de horror corporal del tipo que sólo Almodóvar sabe, o desea, crear (...) su parecido con Hitchcock, Franju y Buñuel se hace notorio". 

Peter Bradshaw, 
The Guardian
"Como muchos experimentos de laboratorio, este híbrido melodramático es una fusión inestable. Sólo alguien tan talentoso como Almodóvar puede mezclar tales elementos sin hacer explotar una película completa". 

Kirk Honeycutt 
The Hollywood Reporter

"Como una pieza de diseño, "La piel que habito" es excepcionalmente bella...pero sólo es técnica y brillo; es la película menos entretenida de Almodóvar, una película que es seria sin ser inteligente". 

David Denby, 
The New Yorker

"Faltaba en su hipercuidada filmografía una de terror. No terror al uso, por supuesto, el que apela groseramente al susto fácil y se vuelca en el efectismo, sino miedo con el sello del Arte, con mayúscula (...) los personajes tenebrosos, a los que ha pillado tanta afición últimamente el cine de Almodóvar, no me resultan particularmente estimulantes (...) vi con fastidio esta película, pero al recordarla todavía es peor". 

Carlos Boyero, 
El País. 
POR ERNESTO GARRATT VIÑES.

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