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Chilenas bajo la lupa masculina


CUATRO HOMBRES ANALIZAN:
Chilenas bajo la lupa masculina
 
Denuncian una sociedad de matriarcado, con hombres débiles y familias extensas omnipresentes. Hablan de un Chile más diverso en sus estilos de vida en el que la mujer es territorial, competitiva, libertaria y maternal. El escritor Rafael Gumucio, el fotógrafo Luis Poirot, el antropólogo Marcelo Arnold y el ingeniero Luis Felipe San Martín entregan su mirada sobre la evolución de la mujer chilena.   

Por Daniela Mohor W. Fotografías: Sergio López.
Diario El Mercurio, Revista Ya, martes 7 de febrero de 2012
http://diario.elmercurio.com/2012/02/07/ya/_portada/noticias/81CF5CAF-0F56-48DD-B666-0A4966A04BEA.htm?id={81CF5CAF-0F56-48DD-B666-0A4966A04BEA}


Tienen 71, 58, 42 y 29 años y representan generaciones distintas. Tienen hijos -predominantemente mujeres- o están a punto de ser padres. Todos hablan sin tapujo de las chilenas: enumeran sus defectos y virtudes, las diferencias que persisten por edades y grupos socioeconómicos, y las que no se pueden borrar entre hombres y mujeres, a pesar de la creciente búsqueda de igualdad de género que caracteriza el mundo moderno. Revista Ya reunió a cuatro hombres destacados en sus espacios de desempeño y les pidió que analizaran a la mujer. A la que conocen, a la que frecuentan en el día a día. Aquí, su radiografía del género femenino.

Mujer chilena: ¿fuerte o castradora?
El fotógrafo Luis Poirot tiene 71 años. Junto a su señora, Fernanda, cerca de 40 años menor que él, tienen dos niñas pequeñas. Dice que observar a las mujeres más cer-
canas, las que han conformado su círculo más cotidiano -que incluye también a su madre, ya fallecida, y a la empleada que trabaja en su casa- ha sido para él la mejor manera de darse cuenta de las transformaciones que se han dado en el género femenino en Chile en las últimas generaciones.
-Me puse a pensar si hay algo común entre todas ellas. Lo primero que siempre me ha llamado la atención es una extraordinaria fortaleza. Creo que la mujer chilena en general produce una estructura muy firme frente a nosotros los hombres chilenos, que encuentro en general débiles e inconstantes. Mi padre fue un hombre ausente permanentemente. Se fue a la Segunda Guerra Mundial y dejó a mi madre con dos hijos. En el año 1941 subsistir era difícil con dos hijos. Y ella lo hizo. Después se separaron y mi madre quedó con tres hijos. Ella, mujer callada, anónima, humilde, salió adelante. Esa fortaleza creo que no la tuvo nunca mi padre, a pesar de haber ido a la guerra. Era más fuerte la actitud de mi madre -dice.
Lo mismo ve Poirot en su mujer.
-Es más coherente, yo soy mucho más arrebatado. Ella ordena las cosas y da cierta continuidad. Y veo a la empleada, que provee a su casa de una estructura y de una estabilidad familiar frente a hombres que son muy dispersos. Hay cosas que han cambiado sí: la actitud de mi madre y la de mi pareja no es la misma. Ella ya no es la mujer sumisa y anónima que era mi madre. Eso cambió brutalmente. Había un sometimiento que las mujeres ya no toleran hoy día.
Marcelo Arnold -58 años, dos hijos treintañeros, casado por segunda vez- tiene una mirada menos personal, pero algo concordante. El decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile destaca los efectos de la modernización sobre la mujer en Chile, como en el resto del mundo. Una modernización "que significa una apertura a diferentes estilos de vida y una permisividad cada vez más amplia de expresiones de género".
-Si uno toma una perspectiva más generacional, los cambios que ha habido en el desempeño masculino y femenino en Chile han sido enormes. No tanto en una divergencia de los comportamientos de hombres y mujeres, sino que en una convergencia. Eso yo lo aprecio, lo tengo muy visible cuando miro a mis hijos, mi experiencia o la de mis abuelos -dice.
Aún así, el periodista y escritor Rafael Gumucio -42 años, casado, dos hijas- comparte la visión de Luis Poirot sobre una sociedad chilena en que se repite un patrón: el de una mujer fuerte y un hombre débil. Dice que en varias de sus novelas eligió retratar a personajes femeninos muy fuertes, inteligentes, talentosos, casados con hombres "débiles".
-Y cuando lo lee gente que no es chilena, me dicen "eso no es real, no es verosímil que una mujer así esté casada con este inútil". Y yo les digo: "No es verosímil, pero es verdad. Te puedo dar 40 ejemplos".
Gumucio rescata la inteligencia de las mujeres, pero su percepción está lejos de ser positiva. Para él, más que "fuertes", las chilenas son "castradoras".
-Esos hombres débiles existen porque hay mujeres no sólo que los toleran, sino que los incentivan. Son extraordinariamente castradoras, bastante dadas a la frustración, constructoras de frustración también. Creo que el coeficiente intelectual de las mujeres chilenas es más alto que él del hombre, pero para ellas, y esto en las clases populares, es mucho más claro que en la clase media, un hombre sexualmente activo es un peligro, porque se puede violar a la niña, es un potencial agresor. Por eso hay que o echarlo de la casa o irse, o castrarlo. Se destruye a este hombre, se le quita todo tipo de virilidad y después ¡reclaman porque falta un hombre en la casa! Una vez que ellas tienen un hijo, ese hombre se transforma en una molestia, pasa a ser un rey inútil.
Luis Poirot complementa:
-Es como una leona que cría a su tribu y el león cumplió su función y hay que mantenerlo a un lado para que no se coma a los cachorros. ¡Es que somos mamíferos!, y ¿qué función cumple el mamífero?
-¡Exactamente!, dice Gumucio-. Pueden pasar de esta actitud de ser como geishas, dispuestas a todo para agradarte, hasta que te tienen y cuando te tienen, te destruyen.

Entre igualdad y diferencia
Marcelo Arnold tiene la convicción de que hoy existe una actitud mucho más igualitaria entre hombres y mujeres, y que ese hecho ha llevado a ambos géneros a tener nuevas expectativas.
-Somos mucho más que mamíferos, mucho más que respetadores de tradiciones, somos seres humanos que viven en un contexto de expectativas -dice.
Uno de los espacios en los que ha podido notar esa transformación es en las aulas de la universidad. Arnold hace clases hace 30 años en distintas carreras, muchas de las cuales tienen una misma proporción de hombres y mujeres. Cuenta que a través del tiempo ha notado una evolución anecdótica, pero importante.
-Yo recuerdo que al inicio la mayor parte de las participaciones eran masculinas. Ellos eran los que levantaban la mano. Y el ciento por ciento de las actitudes desafiantes eran masculinas. Actualmente no es así. Son chicas muy jóvenes, veinteañeras y uno ve que se ajustan a un patrón igualitario. Lo más llamativo es que cuando las mujeres asumen esta actitud, los hombres pierden su participación. Son menos desafiantes o cuestionadores, rebaten y preguntan menos. Desaparecen más. No significa que se anulen, pero dan el paso -dice.
-¡Es que se asustan de la posibilidad intelectual de la mujer! -agrega Poirot-. Yo observo amigas mías, muy bonitas, inteligentes, pero están solas. Sistemáticamente fracasan en su relación o escogen mal o no se someten. Creo que los hombres se asustan de una mujer inteligente. Tiene que ser inteligente, pero ocultarlo. Si no él se siente inseguro.
Luis Felipe San Martín, director del Instituto Nacional de Juventud, tiene 29 años, es casado y este mes será padre por primera vez. No habla desde su cargo, sino que desde su experiencia personal. Las palabras "fuertes" o "castradoras" no aparecen en su vocabulario. Para él, las mujeres chilenas son antes que nada "protectoras", pero también "territoriales" y "competitivas". Sigue viendo todo un ámbito de diferencias entre mujeres y hombres.
-Creo que las mujeres tienen un mundo interior más grande que el nuestro, se bastan a sí mismas para sentirse seguras, mucho más que los hombres. Y siento que tienen una delicadeza y una preocupación por los detalles que es difícil que un hombre tenga. Pero como son protectoras y territoriales, tienen esa necesidad de resolver el problema ajeno que no tiene el hombre. Y eso hace que en el ámbito laboral sean bastante complicadas. Los equipos con muchas mujeres son conflictivos, porque como son territoriales, y como el problema ajeno es problema de ellas, si la compañera de trabajo tiene un problema con el jefe y no se soluciona, ella se siente con el deber de solucionarlo y de hacerse cargo de problemas que muchas veces no son suyos -dice.
Son, además, muy competitivas, de una manera muy diferente a los hombres.
-El hombre acota la competencia a un ámbito muy específico. El ejemplo del fútbol lo muestra: el partido termina y termina; el partido o la competencia de las mujeres no; no está claro dónde empieza ni dónde termina, y la mujer no tiene barrera; una vez que entra en competencia en el ámbito laboral, por ejemplo, se traspasa a todo, pasa a ser personal.
San Martín no es el único en percibir ciertas diferencias de género que se mantienen a pesar de la mayor convergencia de roles que se está dando. Rafael Gumucio explica que a su modo de ver la mujer siempre está en el hacer. Y que el rol del hombre consistía en enseñarles a "dejar de hacer".
-Es una cosa histórica más que de género: los hombres sí sabemos dejar pasar, tenemos un conocimiento del descontrol. La mujer no sabe descansar o dejar pasar ciertas cosas de protocolos. Nosotros somos los que les decimos un poco "deja esto, va a cambiar", o sea, la filosofía Barros Luco de que "si hay problemas que no se pueden solucionar, entonces no los soluciones".
Aún así, según Gumucio, los hombres en ese sentido también se han ido acercando al comportamiento femenino.
-Lo que pasa es que eso está cambiando. Tenemos ahora toda una generación de hombres histéricos y muchos están en la política. Esto del 24/7 ¡es una histeria femenina transformada!

Mujer y seducción
La convergencia de los roles, la tendencia de las mujeres a anular la virilidad masculina, el hecho de que tiendan a competir incluso dentro de la pareja, son elementos que tienen efectos en la seducción y la intimidad. Según el antropólogo Marcelo Arnold, la principal consecuencia de las transformaciones sociales ha sido que las relaciones de pareja están más complejas.
-Esto sucede porque el orden jerárquico vigente entró en cuestionamiento por las dos partes, y cuesta mucho acomodarse a un orden distinto. El orden jerárquico estabiliza las cosas en una dirección dominación-sumisión. En cambio, en la actualidad, la expectativa se juega para que el encuentro sea igualitario y eso es de una tremenda presión. Presión para las mujeres por alcanzar ese nivel y presión para los hombres de abandonar su pretensión de hacer jerarquía.
Luis Felipe San Martín y su señora son buenos representantes de esta nueva tendencia. Él es ingeniero, ella socióloga y a diferencia de lo que ocurre en algunas parejas, que compiten por el poder, él dice buscar la complementariedad.
-Encuentro que si no hay ningún aspecto en que se puede admirar a la pareja, entonces la relación no tiene ningún sentido. Uno tiene que admirar las cualidades del otro que uno no tiene y, en ese ámbito, lo mejor es entregarse y disfrutarlo. La competencia que se da dentro de ciertas parejas me parece tremenda. Lleva al fracaso.
-En este contexto, ¿qué tan seductoras son las mujeres?
Luis Felipe San Martín:
-La mujer se permite mucho más que antes reconocer que quiere tener relaciones sexuales sólo por tenerlas. En las generaciones anteriores era mucho más difícil y sancionado. Hoy en día se jactan mucho más de eso y como fue un tema tabú, hay una sobreexposición del tema; se sexualizan todas las discusiones, todas las bromas y sobre todo entre las mujeres. Hay un actitud un poquito desafiante. Además, desde muy chicos todos tienen ahora una posición respecto a la sexualidad. Da lo mismo cual sea, pero el tema se toca desde los 10 o 12 años.
Marcelo Arnold agrega:
-Como la sexualidad ya no está anclada en las relaciones familiares o amorosas, uno se expone a una sexualidad estereotipada a través de la literatura, de la industria del cine y del entretenimiento. Son estándares cada vez más exigentes en los que se fijan las parejas. Eso es complejo.
Rafael Gumucio distingue comportamientos diferentes según la edad de las mujeres. Según él, existe hoy un segmento de mujeres separadas, más liberadas, que han masculinizado de alguna manera su relación a la sexualidad.
-Está esa cosa chilena de copiar lo que vemos en las películas americanas o italianas. Y me han contado amigos míos separados que las mujeres les dicen a los hombres: "No me hables de filosofía, vamos a la cama". Por otro lado, veo a mujeres de 40 o 45 años -en que creo hay un tema no dicho- que tuvieron una iniciación o educación sexual con mucha agresión dentro de la familia, hay mucho trauma. He conocido a muchísimas mujeres muy dañadas.
Eso se debería, según Gumucio, a que los chilenos tienen lo que él llama una "sexualidad preadolescente" poco sofisticada.
-Uno ve las revistas, las conversaciones en Chile y son de una preadolescencia absoluta. El tema es si tal actriz mostró o no los calzones, si la Marlen Olivarí se puso más pechugas. Estoy hablando sólo de la farándula, pero se da en todo, entonces para la mujer chilena no es fácil vivir en un ambiente de subnormales que tienen la obsesión del sexo.

El peso de la maternidad
A pesar de la liberación sexual de las mujeres, estos cuatro hombres creen que ellas no han cambiado mucho a la hora de enfrentar la maternidad.
-Cambian los códigos de conductas y de compartir los espacios comunes y de trabajo, pero en la maternidad y la paternidad los códigos se mantienen. Se mantiene el apego más fuerte a la madre o de la mamá hacia los hijos. Por ejemplo, todos los programas sociales en América Latina que incluyen entrega monetaria directa son exclusivos de la mamá, y Chile no es la excepción. -dice Luis Felipe San Martín.
-Hay una cosa con la familia también tremendamente fuerte. Y ahí reina una emperadora única, que es la dueña del territorio. No sé de dónde nos viene eso. Pero cuando te casas en Chile, te casas con una mujer y todos sus parientes. Ella se pone como dueña o futura dueña de un clan. Y cuando nace un hijo, ¡hay una tribu! -dice Luis Poirot.
Poirot advierte a San Martín (quien tendrá a su primera hija este mes) sobre los cambios, según él inevitables, que conlleva la llegada de un hijo en un matrimonio.
-Se te pone, aunque lo quieras con locura, una barrera entre tu relación y tú, que es el hijo. Va a haber un tercero en tu cama. Y el que empieza a sobrar ¡eres tú!
Gumucio precisa:
-El tema es que no sólo vas a sobrar en tu cama, sino que empiezas a sobrar también para tu mamá, porque para ella el nieto va a ser todo. Este es un muy buen país para tener hijos, pero también se da este fenómeno en que, al final, el pacto familiar es entre tu mamá, tu esposa y tu suegra.
Uno de los aspectos que más llama la atención, dicen estos hombres, es la visión que se tiene en Chile del embarazo. Se lo considera casi como una enfermedad.
-Por ejemplo, para saber si nació la guagua le preguntan "¿te mejoraste?". En Europa, cuando las mujeres tienen a los hijos, a la hora y media están caminando y al día siguiente les dan el alta porque no están enfermas. Aquí se provoca todo un tema familiar y hay toda una invasión de gente. El hijo no lo tienen el papá y la mamá, sino que la familia completa -dice San Martín.
Otro factor desestabilizador que destacan es la presión que existe sobre las chilenas cuando se convierten en madres. Rafael Gumucio cree que se las carga de culpas.
-Las mujeres de mi edad tienen que ser exitosas profesionalmente, como madres y como esposas. Muy pocas se han separado, a pesar de que muchas debieran haberlo hecho hace mucho tiempo. Son una especie de súper mujeres, que lo pueden todo, que están en la oficina, hablan por telófono con los hijos, los llevan al colegio, andan en auto en estas rutas imposibles que van desde los cerros hasta el centro. El problema es que le pedimos a la mujer chilena cumplir con los estándares europeos e internacionales de trabajo, de hijos, de todo; tiene que vivir una vida como la europea, pero al mismo tiempo se tiene que seguir sintiendo culpable como su madre o su abuela chilena. Queremos que sea buena madre, buena esposa y buena profesional. No se puede, hay que escoger. Supongo que muchas de las mujeres del feminismo eran pésimas madres, pero ahora se piensa que si la mamá quiere ser ministra, los hijos no pueden traumatizarse  por eso -dice el escritor.
Luis Poirot y Marcelo Arnold creen que se están viviendo tiempos de ajustes, en que no sólo las mujeres, sino que la sociedad entera se enfrenta a cambios que no ocurren de manera simultánea y generan conflictos.
-Algunas cosas chirrian y están buscando cómo ajustarse -dice el fotógrafo.
-Y, ¿hacia dónde vamos?
Marcelo Arnold:
-Vamos a alcanzar el patrón occidental moderno: diferentes patrones de vida, permisibles para hombres y mujeres, complementaciones de pareja bastante vulnerables porque se basan en compatibilidades del amor romántico o acuerdos mutuales. No inventaremos la rueda.
"Creo que la mujer chilena en general produce una estructura muy firme frente a nosotros los hombres chilenos, que encuentro en general débiles e inconstantes", dice el fotógrafo luis poirot. El académico marcelo arnold agrega que hoy la búsqueda por la igualdad genera presión.

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