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Autonomía personal y responsabilidad individual

San Martín, Luis Felipe
A raíz del último desalojo de la toma de la Universidad de Chile, el rector reclamó que, con el ingreso de Carabineros, se violó la autonomía de esa casa de estudios. La culpa, según expresó, fue de la fuerza pública. Hoy, algunos estudiantes secundarios que tienen tomados varios liceos advierten su preocupación por “la violencia que podría ocasionar el desalojo por parte de las fuerzas de orden” ante la necesidad de la ciudadanía de utilizar aquellos espacios como locales de votación el domingo. En ambos casos se apela a una interpretación muy particular de la autonomía, que parece no involucrar ninguna responsabilidad en su ejercicio.El problema es que no se puede ejercer legítimamente el principio de autonomía sin asumir paralelamente el principio de la responsabilidad individual. El rector de la Universidad de Chile no puede pretender que la sociedad condene el ingreso de Carabineros a la Casa Central en nombre de la autonomía, si es que él, o los dirigentes estudiantiles que apoya, no asumen ningún grado de responsabilidad —administrativa y sobre todo política— sobre lo que ahí ocurre (como amparar encapuchados). Lo mismo pasa con los secundarios. Estos últimos exigen que todos nos acomodemos a sus tiempos y formas, cambiando los locales de votación para las próximas primarias, evitando así una especie de desenlace catastrófico, el cual sería totalmente ajeno a su responsabilidad. Bajo ese discurso, la conclusión es paradojal: o se impone el criterio de los estudiantes o el Estado es culpable de las consecuencias.Esta dicotomía entre reclamar mayor autonomía y evadir la responsabilidad propia no es un fenómeno aislado. Ejemplos hay varios: dirigentes estudiantiles que exigen que las autoridades resuelvan, pero que se autoproclaman “voceros”, para así diluir la responsabilidad que conlleva el “dirigir” o “liderar” entre la masa; personas que exigen acceso al crédito y luego reclaman al “sistema crediticio” por no poder pagar la deuda que ellos, autónomamente, adquirieron; convocantes a marchas que exigen autorización y que luego culpan a “los encapuchados” y a Carabineros de los desmanes; animadores de farándula que defienden su derecho a humillar a terceros ventilando su vida privada y luego critican abiertamente la falta de “conciencia social” del resto; etc. Cuando las cosas no resultan bien, la culpa es del “sistema”, algo así como el “empedrado” moderno.Quienes vemos en la autonomía personal un principio fundamental para el progreso social, creemos también indispensable practicar, exigir y promover, con igual fuerza, el ejercicio de la responsabilidad individual. Al hacerlo, nos reconocemos como sujetos de derecho pero también comoindividuos responsables de las consecuencias de nuestros actos, lo que da legitimidad moral a nuestro reclamo de libertad.

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