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María Luisa Bombal: Geografías imaginarias



65 años han transcurrido desde la publicación en inglés de House of Mist -Casa de niebla- por la editorial Farrar Straus & Giroux de Estados Unidos. Pese a haber sido editada también en Inglaterra, y traducida al portugués, francés, sueco y japonés, recién ahora aparece en castellano, bajo el sello de Ediciones UC. Sobre ella escribe el Premio Cervantes Jorge Edwards y habla Lucía Guerra, especialista en la obra de María Luisa Bombal y traductora de este libro.  

por Jorge Edwards 

Diario El Mercurio, Revista de Libros,
Domingo 8 de enero de 2012

En la literatura chilena de mi tiempo, la prosa de María Luisa Bombal era excepcional, secreta, de minorías. Daba la impresión de que ella había pasado por el mundo de Neruda, por el de los surrealistas criollos, por el de mujeres escritoras como Margarita Aguirre y María Carolina Geel, y de que había quedado al margen, en un espacio propio, reservado, mágico. Es probable que el episodio de Eulogio Sánchez Errázuriz, que la llevó a la Casa Correccional de Mujeres y después a un largo proceso penal, haya dejado en ella, hasta el final de su vida, una marca insuperable. Neruda hablaba de María Luisa como de un recuerdo remoto, emotivo, complejo. Solía aconsejarle a Margarita Aguirre que no se dejara influenciar por los "lados malos" de María Luisa. Sabíamos a qué se refería con esto de los "lados malos": al abuso del alcohol, a la emotividad enfermiza, que la había conducido a descargar una pistola contra su ex amante. Parecía claro, sin embargo, que no había intentado matarlo ni herirlo en forma grave. Pero había un factor, o varios factores, que se añadían: María Luisa se había ido a vivir a Nueva York, se había casado con un financista de sociedad y estaba en vías de convertirse en ciudadana norteamericana. Algunos años más tarde, en plena guerra de Vietnam, Neruda insinuaba que María Luisa era un caso político perdido, una partidaria entusiasta del "imperialismo yanqui".
Descubrí en esa época, me parece que en la librería Studio del centro de Santiago, un ejemplar de House of Mist . Era una edición de Farrar Strauss, de 1947, y estaba dedicada a su esposo, que le había ayudado a escribir ese libro en inglés. En mi lectura de entonces, me pareció una prolongación y un intento de refundir en un solo texto sus dos novelas anteriores,La última niebla , de 1935, y La amortajada , de 1938. LeíHouse of Mist con indudable interés, pero sin encontrar los elementos de sorpresa, de originalidad, de estilo, de los libros anteriores. Fue una lectura que me permitía reconocer fragmentos, atmósferas, situaciones, pero donde no había descubrimiento. En su género, en cambio, las dos primeras novelas eran obras maestras. En el relato en inglés de 1947 daba la impresión de que la autora, en su exilio neoyorquino, se plagiaba a sí misma, y de que trataba de hacerlo con un propósito extraliterario: el de ingresar en el universo de las fantasías de Hollywood, es decir, el de servir de base para una película del género amoroso y fantástico, producto que solía llegar de cuando en cuando hasta nuestras tierras.
He releído algunas veces las dos novelas, además del cuento "El árbol" y otros textos, y he pensado que el tono original, la personalidad de la visión, conservan todavía toda su fuerza. Era un tono inimitable, basado en la pincelada verbal, el rasgo incisivo, donde no sobraba nada. En años más recientes supe algo de fuente directa que me impresionó: Juan Rulfo, cuyoPedro Páramo transcurre en parte en el mundo de los muertos, le comentó a mi amigo José Bianco, entonces secretario de redacción de la revista Sur, es decir, en la década de los treinta, que la lectura de La amortajada le había dejado una huella profunda. Bombal se había educado en París, había escrito un texto, celebrado por sus profesores, sobre Mérimée, y más tarde había convivido con los mejores escritores de Argentina, Jorge Luis Borges entre ellos, y había escrito parte de La última niebla , detalle curioso y comprobado, en la mesa de la cocina de Neruda, que en ese tiempo era cónsul chileno en Buenos Aires. En esa mesa histórica, desaparecida, no imaginaria, se escribieron también algunos de los poemas de Residencia en la tierra .
A pesar de que no me parece una novela lograda, encuentro en mi nueva lectura aspectos interesantes de House of Mist . Es probable que María Luisa, en Estados Unidos, haya leído textos de literatura fantástica de lengua inglesa y haya conocido bienAlicia en el país de las maravillas . La llegada a una región neblinosa del sur de América hace pensar de inmediato en el descenso de Alicia, que ingresa de inmediato, al comienzo sin darse cuenta, en un mundo irreal, donde el tiempo cambia, donde se codea con animales amigos, etcétera. Claro está, la fantasía de la Bombal de esta etapa está más cerca de la novela rosa; la de Alicia, del pensamiento matemático. En seguida, hay un tema narrado con fuerza en House of Mist . Diría, para definirlo en dos palabras, que es el de la otra y el de la mujer incompleta. En su episodio con Eulogio Sánchez, María Luisa sintió que era la desdeñada, la utilizada, la ilegítima. Sólo así se explica su agresión extrema a medias inconsciente. El personaje de House of Mist es también la otra, la hermana fea, la que suplanta a la bella Teresa, desaparecida y convertida en fantasma de un lago. En un momento determinado, salimos del mundo mágico de Alicia y entramos en el de la Cenicienta. La fea se transforma de pronto en la bella, la deseada, la amante del gran señor. Son cascadas de metamorfosis, mientras los personajes, los objetos, la realidad misma, se hunden en mares de niebla. El proceso no nos convence, pero no podemos negar que María Luisa tenía una habilidad narrativa y un manejo de la lengua extraordinarios. Otro detalle digno de ser destacado es que el texto, a pesar de su deliberada irrealidad, de su niebla omnipresente, está salpicado de personajes y retazos de naturaleza criollos. Hay, a pesar de todo, mamitas que fabrican empanadas en hornos de barro cocido. Y no faltaba, en la biografía y en la fantasía, el gran personaje chileno. María Luisa conoció a su marido, el conde Fal de Saint Phalle, en un baile celebrado en Nueva York por Jorge Cuevas Bartholin, el marqués de Cuevas. No podía ser ningún otro. Y agrego un elemento de sorpresa, sacado también de mi experiencia directa. Niki de Saint Phalle, escultora célebre en los años sesenta y setenta, autora de muñecas de colores que tenían una gracia alada, a lo Calder, era sobrina del marido de María Luisa. Según me contó, conoció a María Luisa durante su adolescencia neoyorquina y ella, tía política suya, con sus conversaciones, con su imaginación, la orientó al camino del trabajo de artista. Entre Juan Rulfo, Neruda, Jorge Cuevas, Niki de Saint Phalle, los vasos comunicantes, como observará el lector, no terminan de conectarse.

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