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Reducción a las emisiones de carbono:

Tribuna
¿Un obstáculo al desarrollo eléctrico?

Ricardo Irarrázabal Sánchez
Subsecretario del Medio Ambiente 
Diario El Mercurio, Viernes 10 de Febrero de 2012 

Aunque  la contribución de Chile 
a los gases de efecto invernadero totales en el mundo 
es sólo de un 0.26%, es un país altamente vulnerable 
frente al fenómeno del cambio climático global, 
con ríos y reservorios hídricos susceptibles de ser afectados, 
en particular sus hielos continentales y con un porcentaje 
muy importante del territorio proclive a sequía y desertificación. 
Por lo tanto, seríamos un país directamente beneficiado 
por la mitigación de este fenómeno, lo cual debiera 
hacernos actuar activamente para así motivar a otros.

El presidente de la Sofofa ha señalado en este medio que ha surgido una nueva amenaza que podría significar un freno al desarrollo eléctrico: la posibilidad de que el Gobierno grave con un impuesto las emisiones de CO2. Para desacreditar dicha opción de política pública, señala en primer lugar que las emisiones de CO2 no son contaminantes, dado que "el mundo vegetal vive sin CO2, de manera que tan contaminante no puede ser" y que el argumento de que las emisiones de carbono producto de la actividad humana están generando el cambio climático "es cada día más controvertido". Remata ligando esta línea argumentativa al supuesto fracaso de las cumbres internacionales.
Al respecto, me gustaría precisar que aunque todavía existe cierto debate respecto de la cuota de responsabilidad humana como causa del cambio climático, existe consenso en la comunidad científica de que las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que genera la prestación de servicios energéticos, han contribuido considerablemente al aumento histórico de las concentraciones de dichos gases en la atmósfera. De hecho, las mismas páginas web de las instituciones que cita el presidente de la Sofofa, a saber el Centro Nacional de Datos del Clima y la Oficina Meteorológica del Reino Unido, señalan respectivamente que "las actividades humanas están aumentando la concentración de CO2 en la atmósfera, ampliando el efecto natural de calentamiento generado por el efecto invernadero" y que "causas naturales solo pueden explicar un pequeño componente del calentamiento que se está observado y que una abrumadora mayoría de científicos coincide en que éste se debe a las crecientes concentraciones de GEI que atrapan calor en la atmósfera, causado por actividades humanas".
El presidente de la Sofofa cita el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas, que evidentemente no hay que abandonar. Pero no cita el principio precautorio, establecido por la Cumbre de la Tierra, que establece que "cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces en función de los costos para impedir la degradación del medio ambiente". En ese sentido, los instrumentos económicos, como podrían ser impuestos a las emisiones de CO2 o permisos de emisión transables, responden al modelo de medidas eficaces en función de los costos que persiguen la internalización de externalidades negativas ambientales. Son eficientes económicamente y un incentivo directo al uso de tecnologías más limpias y a la eficiencia energética, lo cual redunda en mejorar la competitividad de nuestros productos, especialmente de nuestras exportaciones.
En relación con los "fracasos consecutivos", que señala el autor de las negociaciones internacionales, nos gustaría señalar que aunque en Copenhague no se logró acordar un nuevo acuerdo de cooperación, sí se logró un acuerdo que planteó las bases para subsecuentes decisiones de las partes en Cancún y Durban, en las cuales los países desarrollados han inscrito metas de reducción de (GEI) y en las cuales 48 países en vías de desarrollo, incluyendo Chile, México, Colombia, Brasil, y Perú, además de China e India, han inscrito compromisos voluntarios de realizar acciones de mitigación. En el caso de Chile, una desviación de un 20% por debajo de su trayectoria creciente de emisiones "business-as-usual" para el 2020, proyectadas desde el año 2007. Además, hay que señalar que en la última conferencia de las partes, se estableció la Plataforma de Durban, la cual inicia un proceso de negociación de un acuerdo legalmente vinculante para todas las partes a partir del 2020, incluyendo a los países en vías de desarrollo.
Pero no solo se trata de cumplir acuerdos internacionales y que como países hagamos esfuerzos que tiendan a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, ojalá a través de instrumentos económicos como medidas eficaces en función de los costos. También se trata de entender que Chile, aunque su contribución a los GEI totales es sólo de un 0.26%, es un país altamente vulnerable frente al fenómeno del cambio climático global, con ríos y reservorios hídricos susceptibles de ser afectados, en particular sus hielos continentales y con un porcentaje muy importante del territorio proclive a sequía y desertificación. Por lo tanto, seríamos un país directamente beneficiado por la mitigación de este fenómeno, lo cual debiera hacernos actuar activamente para así motivar a otros.

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