Hay un Santiago imaginario
que está instalado en mi memoria imaginaria
por la que pasan trolleys y estupendas niñas imaginarias
mientras sonreímos desde nuestra adolescencia imaginaria.
Flanqueando sus amplias avenidas imaginarias
hay un conjunto de fachadas de edificios imaginarios
que parecieran formar parte de recuerdos imaginarios
y que nos transportan hasta otro tiempo imaginario
en el que se vislumbraba un esplendoroso futuro imaginario.
Las encantadoras fachadas de sus casas imaginarias
albergaban infinidad de historias de familias imaginarias,
en las que congregaban parientes y amigos imaginarios
para celebrar bautizos, fiestas y cumpleaños imaginarios.
Claro que también había dolores, desgarros, horrores
que no podían ser atribuidos a mentes enajenadas imaginarias.
Contemplando hoy la ciudad, me cuesta comprender su imaginario
Todo está tan cambiado que se ha desarticulado mi propio imaginario
Ya no sé lo que fue vivido y lo qué fue imaginado
Ya no sé si estoy vivo o soy la pesadilla reflejada en mi rostro imaginario.
Soy sólo un extraño, vagando por entre sombras imaginarias
que se pierde entre las calles y en sueños y nostalgias imaginarias...
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