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En torno a personajes históricos no existe un solo relato...‏



La novela de Salvador Allende
por Roberto Ampuero
Diario El Mercurio, Jueves 05 de Abril de 2012   
http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2012/04/05/la-novela-de-salvador-allende.asp
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Dos de mis novelas recientes exploran -desde la ficción, por cierto- íconos de nuestra historia nacional: Pablo Neruda, por un lado; Salvador Allende, por el otro. Tanto en "El caso Neruda" como en "El último tango de Salvador Allende" evité abordar a estas personalidades desde la historia ya conocida o la hagiografía político-partidaria. Mi empeño consistió en imaginar aquello que bien pudo haber ocurrido, que quedó sin testigos y que la historia no pudo ni podrá ya recoger.
No constituye esto un ejercicio fácil, por cuanto el país carece de tradición en esto. En México veo la obra de Pedro Ángel Palau, y en Argentina la de Tomás Eloy Martínez, indagando, dentro del marco de la historia real de sus países, en aquello que tal vez fue. Me atrae la aproximación a la historia mediante la ficción: ¿Qué deseó Neruda en sus últimas semanas? ¿Qué pensó Allende cuando resistía con amigos y escoltas en La Moneda? ¿Qué secretos se llevaron consigo protagonistas de su derrocamiento? Nos situamos ante una dimensión irremediablemente perdida para la historia, que alimenta la curiosidad humana y ante la cual sólo la literatura, desde la autoridad de la ficción, puede aventurar respuestas especulativas.
Pero narrar desde la ficción a personajes históricos exige no sólo examinar la historia y la tradición oral disponibles y luego narrar imaginativamente esas vidas, sino también articular una trama plausible, en consonancia con la historia conocida. Exige además una trama verosímil, es decir, que parezca real como la historia que complementa. Muchos lectores de "El caso Neruda" aún me preguntan si lo narrado fue cierto. Los primeros lectores de "El último tango de Salvador Allende" me consultan lo mismo. La verdad es que, a partir de un momento, la ficción se despega de la historia y construye su mundo propio, que puede parecer tan o más real que aquel que nos legaron las versiones de la historia.
Hay algo más al respecto: al prepararme para escribir novelas en torno a personajes históricos, constaté que no existe un relato sino muchos relatos de lo ocurrido. Unos en armonía, otros en diálogo, otros en oposición y conflicto. Las versiones sobre Allende que leí parten de un tronco común, pero difieren después como las ramas de un árbol. Por fortuna, en democracia no existe la historia oficial. Más interesante aún: nadie es dueño de la historia. Más interesante aún: las versiones van cambiando, porque son narradas desde las circunstancias del presente. La historia, o mejor dicho, las historias siguen vivitas y coleando, y lo que hoy aparece bajo una luz radiante, mañana puede aparecer en penumbras.
Al explorar los espacios que habitó Salvador Allende, leer numerosos textos y acceder a relatos en primera persona sobre su persona constaté que cada uno tiene su propia versión del ex Mandatario. Mi novela, una ficción, es apenas una visión más que se incorpora al mosaico de narrativas que constituyen la persona de Allende. Mi novela es sólo una invitación a ver con otros ojos el Chile de hoy y del pasado reciente, en una democracia donde nadie es dueño de la historia ni de los íconos nacionales.

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