En educación,
¿el patrón de calidad será estatal?
Álvaro Góngora
Diario El Mercurio, Jueves 06 de noviembre de 2014
El Gobierno se ha propuesto implementar
una educación de calidad para todos,
subrayando que debe ser entendida integralmente.
La palabra calidad se repite
dieciséis veces en el acápite.
Mas en ninguna parte se define,
pese a ser "desafío primordial".
No parece lógico.
Todos coincidimos en la baja calidad
del actual sistema escolar público, en particular.
Pero, ¿las autoridades saben
en qué específicamente estamos mal?
A nivel país, digo, porque
hay experiencias particulares
exitosas dedicadas a enseñar
sólo a niños vulnerables.
En fin, el punto crucial es saber
hacia dónde orientarán las decisiones.
Como se sabe, calidad
proviene de los modelos
de eficiencia económica
de países desarrollados
desde comienzos del siglo XX,
del perfeccionamiento tecnológico
de procesos productivos orientados
a la calidad total y competitividad.
Se aplicó enseguida
a la educación
y otros servicios.
Pero los países de nuestra región
lo adoptaron sin considerar
la distancia que tenemos
respecto de aquellos
en casi todos los aspectos.
Por eso hay sectores
que se resisten a tal concepción.
Pero ya está instalada.
En consecuencia,
el Gobierno apuntará
a la excelencia, al menos
a la eficiencia, es de suponer.
A una mejora continua
que involucra a todo
el sistema educativo,
interesando más el público.
Entenderemos así
que el Gobierno
se empeñará en alcanzar
alto progreso intelectual,
social, ético y emocional
en los alumnos involucrados en él,
toda vez que concibe
la educación de calidad "integralmente".
De partida, obliga a evaluar
los niveles socioeconómicos y culturales
de las familias de donde proceden ellos,
para saber adecuar el modelo diseñado
a la situación real de los matriculados
en cada liceo o colegio.
Para definir un patrón de calidad,
hasta donde logro entender,
hay que determinar una serie de factores,
entre ellos instalar una cultura de la calidad,
"el trabajo bien hecho".
No es fácil y requiere mucho tiempo
definir el tipo de conocimiento
que se quiere impartir
en cada disciplina
y las áreas que abarcará.
Luego, establecer
qué se espera del rol docente;
su formación profesional
y perfil humano, asunto no menor.
Esto implica preocuparse
de la carrera docente
y de una remuneración muy buena,
acorde en forma irrenunciable
con la experiencia pedagógica
demostrada con evidencias.
Se debe precisar
qué debe ocurrir en el aula,
esencia de la enseñanza,
y, consecuentemente,
establecer procedimientos
de medición y supervisión
para ese ámbito.
Agreguemos
una infraestructura adecuada,
un modo de gestión del establecimiento,
organización del tiempo y espacio,
amén de formas de convivencia,
disciplina y mucho más.
Todos queremos educación de calidad,
mejor todavía concebida integralmente.
Pero no sabemos qué características
tendrá según los responsables de implementarla.
¿Han trabajado en ella
sólo técnicos o especialistas de gobierno?
¿Se ha consultado a quienes
desarrollan escuelas exitosas
para niños de extracción modesta,
sus modelos educativos ejemplares
para nuestra realidad?
¿El patrón de calidad será estatal
y elaborado con qué criterios?
¿Por qué aún nadie se pronuncia?
Es claramente necesario,
porque los cambios en educación
se desarrollan en muy largo plazo,
largo de verdad, sobre todo
tratándose de una modificación del paradigma.
¿Hay conciencia del alto riesgo existente
cuando se ponen en marcha estas iniciativas?
Porque son reformas impulsadas
por gestiones políticas
uyo tiempo resulta
necesariamente variable o limitado.
La única manera
de superar esa incertidumbre
y evitar un fracaso
es asumirla como política de Estado,
fruto de un consenso entre
todos los actores relevantes.
El ánimo gubernamental fue fundacional.
¿Aún se piensa igual?
Porque es imposible
que esta reforma resulte exitosa
en manos de un solo bloque político,
incluso por optimista que sea
sobre la duración del mandato.
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