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Maule vale más que Washington


"El Gobierno hizo varias maldades en las primarias del Maule, pero las hizo mal. El triunfo de Matta fortalece al ala moderada de la DC frente a los que están encandilados por los aires izquierdistas de la Nueva Mayoría. Fue un triunfo de Frei Montalva frente a Tomic..."


¿Por qué Manuel Antonio Matta rechazó un cargo seguro, tranquilo y apetitoso, como es la embajada en la OEA en Washington, que le ofrecía el Gobierno? A cambio, eligió seguir adelante en la dura carrera senatorial por Maule Sur, aunque La Moneda quería otra cosa.

Una primera respuesta dice: Matta es un político "not for sale". De acuerdo.

La otra respuesta, complementaria de la anterior, es que en esas primarias maulinas se decidían cosas muy importantes, y Matta, como político experimentado que es, se dio cuenta de lo que estaba en juego. En pocas palabras, todos sabemos que la DC es parte del Gobierno. Pero como hay partes y partes, la duda es ¿qué papel desempeñará la Democracia Cristiana en la Nueva Mayoría? ¿Cuál será su peso en el futuro político de Chile?

Aquí hay dos posturas enfrentadas, que tienen más de medio siglo de historia. De una parte está la minoría izquierdista, que piensa que la DC debe tomar las banderas de la izquierda o incluso trabajar codo a codo con ella. Su representante más característico fue Radomiro Tomic, que ya en la elección de 1964 era partidario de llevar un candidato común con socialistas y comunistas. Con el correr del tiempo, parte de este sector se fue al Mapu (1969) y a la Izquierda Cristiana (1971), y formó parte de la Unidad Popular.

El sector más moderado, en cambio, cuya figura emblemática fue Eduardo Frei Montalva, ha buscado siempre mantener, frente a la izquierda, una identidad centrista propia. 

Estas dos tendencias están unidas por su común aversión a la derecha y por la creencia de que la cercanía a la izquierda ayuda a apaciguarla. Ellas perduran hasta hoy, e influyen en la forma en que la DC concibe su integración a la Nueva Mayoría. Figuras como Ximena Rincón se sienten cómodas en compañía de la izquierda. De hecho, resultaría difícil señalar un número significativo de causas importantes donde esos democratacristianos no estén de acuerdo con el PPD y los demás partidos de izquierda. En cambio, Ignacio Walker y otros como él no han renunciado a imprimirle el sello propio DC a la marcha de la coalición gobernante. La forma en que se resuelva esta tensión es importante no solo para la DC y su vocación de partido mayoritario, sino también para Chile. 

En la elección del Maule, la Democracia Cristiana mostró una enorme vitalidad. Convocó nada menos que a 18.600 electores, cuando al principio se pensó que no pasarían de 5.000. Es una cifra impresionante, que representa el 39% de los votos obtenidos por Ximena Rincón en 2009, en un escenario de voto obligatorio. El hecho de que haya movilizado un número importante de electores influyó en que, a pesar de los esfuerzos del Gobierno, los votantes se inclinaran clarísimamente por las posturas más moderadas. En suma, Frei Montalva le ganó a Tomic. 

Matta prefirió Maule a Washington, y los electores lo prefirieron a él. Este resultado fortalece a la mesa directiva de Ignacio Walker. La deja en buenas condiciones para enfrentar el bullying de cierta izquierda, que en las últimas semanas ha llegado a ser agobiante. Es natural: la DC siempre ha velado por las clases medias, y en materias como las reformas educacional y tributaria no puede quedarse callada, por más que su aporte sea mal recibido por algunos que parecen embriagados por los vahos estatistas que se respiran en las dependencias oficiales. 

El perdedor en este juego maulino ha sido el núcleo duro del Gobierno. Si decidió hacer maldades, al menos debió hacerlas bien. Aquí, en cambio, hizo trampas al sacar a una senadora del puesto para el cual había sido elegida (una mala práctica inaugurada por la Concertación y continuada por la Alianza), creyendo que su reemplazante iba a ser de la misma sensibilidad. Luego, a pesar de decir que su sucesor debía ser elegido no por el partido, sino por las bases, trató de arreglar el asunto por secretaría. Como no le resultó, usó su poder infructuosamente para desequilibrar la balanza. 

La maniobra gubernamental fue un fracaso completo, que terminó con Matta instalado en la Cámara Alta. Esta incómoda presencia reforzará el malestar de La Moneda ante un Senado que no parece que vaya a caracterizarse por su obsecuencia. De hecho, no es casual que los proyectos que más interesan al Gobierno hayan ingresado por la Cámara Baja, lo que parece mostrar que la gente de Palacio no se siente cómoda en las alturas. 

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