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Nicolás Eyzaguirre, ministro de Educación: "El lucro y la calidad se oponen en educación"


Ad portas de la discusión parlamentaria, el ministro de Educación lanza una advertencia: la reforma educacional también tiene un corazón que no se toca y que incluye fin del lucro, del copago y de la selección.

por Guillermo Turner - 25/05/2014 - 03:00
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Este entrevistador estudió en un colegio privado y en una universidad privada, firmando letras de acuerdo con los aranceles fijados por esa institución. El entrevistado fue a un colegio privado y a una universidad estatal, cuando “se pagaba, pero relativamente poco”. Luego estudió en el exterior con una beca parcial de la misma institución.
Todo indica que somos un par de privilegiados dentro del sistema educacional…
No sé usted, pero yo sí.
¿Habría que terminar con estos privilegios?
Habría que ampliar los privilegios a todos, lo que es casi una contradicción. Que todos tengan las mismas oportunidades.
¿Qué es lo que más le indigna del sistema actual?
Cuando veo tanta gente que ha obtenido situaciones en la vida, no digo que sin esfuerzo, pero con una considerable ayuda o privilegios en los que se pudo desarrollar, y que no tenga ninguna conciencia o capacidad de proyectarse en quienes no tuvieron esos privilegios y desear que todos tuvieran esas mismas oportunidades. Esa ceguera de no poder ver a uno mismo en el otro.
¿Esa molestia es la que lo lleva a utilizar expresiones tan descalificatorias, como calificar de superchería la oferta educacional de algunos colegios?
Me llama mucho la atención el revuelo que generaron esas declaraciones. Parece que los chilenos somos poco amigos de decir las cosas por su nombre. Yo agregué, en esa misma charla, que no estaba juzgando ni a los padres ni a los sostenedores, sino que estaba efectuando un juicio sobre el sistema que, al tratar la educación como un bien de consumo y proveer incentivos para que la educación sea abastecida por agentes con espíritu comercial, se corre el riesgo de atraer a los “clientes” con elementos que son accesorios a la calidad propia de los bienes. Si eso es posible en el retail o en las AFP, imagine cuán posible es en la educación, donde la capacidad que tienen los clientes de observar la calidad de la educación es nula. ¿El problema lo tienen las familias que se vieron atraídas? ¿Tienen culpa los estudiantes de la Universidad del Mar? No, la culpa la tiene el Estado, que es incapaz de proveer la regulación que asegure a las familias que, cuando eligen proyecto educacional, están optando por lo que efectivamente se les promete. Es una crítica a la política pública y no a los agentes del sistema. 
¿Pero no se arrepiente de lanzar esas cuñas tan fuertes, sabiendo la reacción que generan?
Palos porque bogas y porque no bogas. Enfrenté un conjunto de críticas porque, supuestamente, decía a todos lo que querían escuchar y  no me la jugaba por nada. Después digo las cosas como son y me acusan de degradar a las familias. ¿En qué quedamos? Al final, parece que el objetivo es atacar al ministro en vez de discutir los temas de fondo.
¿Hay buenos sostenedores de colegios subvencionados, con copago y que, legítimamente, lucran?
No me cabe la menor duda. Puede haber colegios con copago y colegios que lucran y que otorguen una buena educación. El tema es si ello se debe al lucro y nuestra postura firme, con evidencia de las prácticas de todos los países desarrollados, es que el lucro no ayuda a la calidad; por el contrario, se opone a la calidad. Ahora bien, a pesar del lucro podrían existir colegios de calidad, pero la pregunta es cómo serían sin lucro: tendrían más calidad aún, porque los recursos que extraen del sistema educacional para satisfacer el lucro se distraen, necesariamente, del sistema educacional.
Pero podríamos perder buenos sostenedores de colegios con copago que no estén dispuestos a seguir sin el incentivo del lucro.
Si creyéramos que el lucro puede ser un buen incentivo para los sostenedores, veríamos también que esa es la fórmula que se usa en los países más avanzados. Pero ¿por qué no se aplica en ninguno de esos países? Existen sólo dos experiencias mínimas, que cubren un porcentaje ínfimo de la población, en ciertas partes de Estados Unidos y de Suecia, y las están terminando por malas. La evidencia internacional es demasiado clara y yo podría hacer una larga exposición sobre los problemas de asimetría de información por los cuales, si bien el lucro es algo enteramente deseable como motivación para la iniciativa empresarial en la mayoría de los bienes y servicios, no lo es en la educación. Porque la educación es un sector donde las asimetrías de información son tan grandes que se puede ofrecer calidad cuando los oferentes son movidos por la vocación educacional y no por el lucro. 
Si lucro y calidad se oponen, tampoco habría que permitirlo en la educación particular pagada.
El 93% de la matrícula en Chile es subvencionada por el Estado, por tanto, si existe un 7% de familias que tienen suficientes recursos para pagar por sí mismos, aún con la advertencia hecha por el sector público de que no es una buena idea el lucro en la educación, allá ellos. Pero al colectivo de los niños de Chile le estamos dando la oportunidad de que ingresen a un sector educacional sin lucro porque nos asiste el convencimiento de que lucro y calidad se oponen.
Pero los padres eligen esa educación porque sospechan, y los indicadores algo muestran, que les permite acceder a mejor educación para sus hijos. ¿Qué garantía ofrece a esos padres de que tras la reforma habrá mejor educación, además de gratuita?
Lo que pasa es que en el comienzo de la pregunta hay un equívoco: es absolutamente falso que los colegios que cobran copago y seleccionan tengan mayor calidad que los municipales. Lo que ocurre es que, en el caso de los primeros, en virtud de la selección y el copago, se descrema y se atrae a niños que están más dotados de capacidad de aprendizaje y, por lo tanto, naturalmente, se obtienen mejores puntajes Simce, si es que esa es la medida que tenemos de calidad. 
¿El paquete de reformas propuesto se hace cargo de todos estos problemas? ¿Viene a ser como un proyecto refundacional de la educación chilena?
Los adjetivos no aportan ni quitan nada. Lo que estamos haciendo es cambiar la forma como se organiza la educación, desde una educación organizada como si fuera un bien de consumo a una organización que da cuenta de la especificidad que tiene este sector: un derecho social, donde se alcanza la calidad cuando se tiene mayor vocación por parte del que la ofrece.
Los críticos dicen que los proyectos presentados no avanzan mucho en materia de calidad.
Disculpe que utilice ejemplos económicos, pero es lo mismo que tener una economía con alta inflación, ciclos económicos muy profundos, llena de controles y baja productividad y que alguien planteara que la solución es buscar mejoras de productividad dentro de cada empresa. Cualquier empresario respondería que con esas reglas del juego es muy difícil producir calidad. Es exactamente lo que ocurre en educación: lo que estamos cambiando son las reglas del juego. Cuando se tiene en economía reglas del juego claras, predecibles, con incentivos bien puestos, con fomento a la innovación y creatividad, recién entonces se puede bajar al nivel de cada empresa y evaluar qué se necesita en cada caso. La macro no basta para que funcione bien la micro, pero la micro no funciona bien sin la macro. Primero estamos en la macro en materia de educación y en el segundo semestre abordaremos la micro.
¿Qué elementos son parte de esa micro en educación?
Son, fundamentalmente, dos. La educación no puede funcionar bien si los profesores son malos y no tienen competencias en sus ramos o pedagógicas. Eso nos lleva al tema del Plan Nacional Docente. Abordar este problema es complejo, pero partamos por lo más general, que es dignificar la profesión de profesor, para así atraer a los mejores talentos a estudiar Pedagogía, con una expectativa de mejor carrera profesional, salarios inicialmente más elevados y más posibilidades de ascenso para los buenos profesores. Pero no basta con atraer buenos estudiantes; se necesitan también buenas carreras. Las carreras de Pedagogía dejan todavía que desear. Hay muchas donde entran muchachos con puntajes PSU extremadamente bajos e, incluso, en algunas entran sin PSU. Yo sé las dificultades que tiene la PSU, pero si estamos formando profesores que comienzan con tanto déficit previo, obviamente, la carrera de Pedagogía no los va a llevar el estándar que se necesita. Seguidamente, terminan la carrera de Pedagogía e ingresan al magisterio por línea directa, sin que sepamos si están capacitados o no. Ayudó la prueba Inicia, pero ahora tenemos que diseñar un sistema de ingreso a la carrera docente que nos dé a todos certeza de que las y los profesores estén realmente equipados para enseñar a nuestros niños. Lo cuarto son los incentivos para la carrera docente, y vamos a trabajar con el magisterio en lo que será una negociación esperanzadora, pero compleja, para que la evaluación docente sea efectivamente un medidor de las capacidades y no un récord de cuántos cursos han hecho y qué antigüedad tienen. Por si eso no fuera suficiente, tenemos que ver cómo reentrenar a los profesores existentes y cómo se evalúa si ese adiestramiento ha sido efectivo.
¿No es parte de la micro otorgar también mayores espacios de flexibilidad y atribuciones a los directores de colegios?
Antes que dar más flexibilidad a los directores de colegios, tenemos que asegurarnos de que son bien elegidos y esa es la segunda gran reforma micro que debemos hacer. En nuestra ley de nueva educación pública o de desmunicipalización, que saldrá en el segundo semestre, tendremos una estructura que tenga los incentivos adecuados para rendición de cuentas y elección de los directores de escuelas con el máximo criterio de eficacia, calidad y de liderazgo. Porque ¿qué incentivo existe hoy en una municipalidad para elegir los mejores directores si, en definitiva, la calidad de la educación en ese municipio no repercute en la evaluación que la gente tiene del alcalde? No digamos cosas al voleo, como que necesitamos buenos profesores y directores. Tengamos un sistema que lo garantice. 
La reforma es tan ambiciosa como riesgosa, pero -en caso de resultar exitosa- podría servir de trampolín electoral.
Recuerdo un debate entre Hillary Clinton y Obama por la candidatura demócrata, donde ella dijo que estaba en política porque era hija de los privilegios y que se levantaba cada mañana con la intención de poder devolver a la sociedad los privilegios que había tenido. Eso es exactamente lo que me mueve a mí en la vida.
¿Y lo podría mover también a aspiraciones más altas?
Pero cuando lo que te mueve es devolver los privilegios recibidos y te conectas emocionalmente con las personas que no tuvieron esos privilegios, te emocionas y eso es lo que te hace trabajar. No te hace trabajar el pensar que se puede escalar más en esta vida. Eso simplemente no está en mi corazón. Ahora, el que te dice que está en esto y que el día de mañana, si la gente le pide un esfuerzo adicional, no lo haría, es mentira. 
Vamos al contenido de los proyectos ingresados al Congreso: pareciera que en los costos hay un espacio mayor de incertidumbre. Lo digo porque ustedes no saben con certeza cuántos sostenedores querrán vender al Estado sus inmuebles. 
Hemos trabajado en afinar las estimaciones y en el informe económico que acompaña el proyecto. 
Qué pasa si un sostenedor no quiere continuar bajo el modelo de fundación sin lucro y tiene, en cambio, una atractiva oferta inmobiliaria por el terreno. ¿Deberá competir el Estado con esa oferta si es que le interesa mantener el colegio?
Nosotros no podemos ir más adelante que lo establecido en la Constitución, como es obvio. En este rubro, hoy y mañana, si un emprendedor privado invirtió su capital y construyó infraestructura, es libre de cambiar de rubro y transformar las instalaciones en lo que prefiera. Esa libertad está y estará. Pero ocurre que la gran mayoría de los sostenedores con fines de lucro son grupos educativos, cuya vocación era la educación cuando se embarcaron en este proyecto. A ellos les ofrecemos continuar con lo mismo que hacen ahora, con una remuneración por su gestión, pero sin continuar lucrando. Si tienen excedentes, los deben reinvertir en el colegio. Alguien podrá decir que el excedente lo estaba usando para pagar un crédito que financió infraestructura o había puesto todos sus ahorros en la construcción del colegio y ahora no podrá retirar un peso. Frente a ello, una alternativa considera que las fundaciones pueden tener excedentes y reinvertir, por lo que el sostenedor puede durante 12 años dedicar esos excedentes a pagar el valor de la infraestructura, descontando la Jornada Escolar Completa, porque eso lo puso el Estado. Así, en tanto inversionista, el sostenedor se queda con el valor de lo que puso y, en tanto educador, se queda con el emprendimiento educacional, cobrando un salario por la gestión que hace en el colegio. Otra opción, si el sostenedor considera arriesgada la fórmula anterior, consiste en que el Estado le compre el inmueble y le pague un duodécimo de lo que puso por 12 años y, para ser más exactos, habida cuenta que no puede retirar utilidades durante el tiempo que tendrá el capital inmovilizado, podrá sacar un 4% que es lo que más o menos le costaría una operación de leasing para rentabilizar lo que tiene.
¿Qué tan complejo prevén el trabajo legislativo? ¿Este proyecto también tiene un corazón que no se toca, como la reforma tributaria?
Cualquier indicación que consagre el lucro, que no lo prohíba o que deje que el copago no se extinga en los 10 años o en un período determinado, o que no ponga fin a la selección, no es aceptable, porque va en contra del corazón de la reforma.
O sea, corazón de la reforma es lucro, copago y selección.
Así es. No obstante, si alguien tiene mejores ideas que la fórmula que hemos diseñado para poner fin a estos tres elementos, miel sobre hojuelas. No pretendo haber encontrado la rueda de la fortuna, pero me he quebrado la cabeza y no veo, de buenas a primeras, que haya fórmulas mucho mejores.
Con los colegios particulares privados, ¿la reforma se mete en algo?
Eleva el estándar de relación que tienen estos colegios con sus estudiantes, básicamente, a lo que es la defensa de los derechos humanos. No puede haber nada que contradiga el trato propio de los derechos humanos; es decir, discriminación por raza, cultura, sexo, etc.
El cardenal Ezzati hizo algunas críticas respecto del término de la selección. Dijo que no es posible educar sin conocer a las familias.
En este proyecto, los padres tienen que firmar un contrato de adhesión, donde declaran conocer y estar de acuerdo con el proyecto educativo del colegio y su reglamento interno, que deberá ser expuesto de manera transparente al momento de la postulación. Por tanto, ningún padre puede decir que no está de acuerdo con tal o cual cosa, porque se declara conocido desde el momento de postulación. Pero el cardenal Ezzati dice que no sólo deben estar los padres de acuerdo con el proyecto educativo, sino que además, el colegio debe estar de acuerdo con los padres. El lo denomina confianza. Si a mí me proponen alguna idea que permita separar lo que sería esa bien intencionada confianza del colegio con los padres, versus lo que es utilizar esa confianza como una forma de discriminar, estaríamos dispuestos a considerarla, pero la evidencia empírica apunta desgraciadamente hacia el otro lado. Gregory Elacqua ha hecho estudios al respecto y, desgraciadamente, lo que duele en el corazón es que muchos colegios religiosos se cuentan entre los más discriminadores de todos. Entonces, la prueba de la neutralidad discriminatoria está más bien del otro lado y no del nuestro.
¿No atenta contra el término de la selección el dejar a los liceos emblemáticos con la fórmula del 20% de los mejores alumnos?
Esa es una discusión que tuvimos bien a fondo con nuestros expertos que conocen las mejores prácticas de países desarrollados y lo que es completamente inaceptable es la forma como se estaba haciendo la selección acá, que era altamente discriminatoria. El hecho de que dejemos 50 colegios emblemáticos, dentro de 11 mil (o sea, que es la excepción y no la regla), no contradice la mejor experiencia y discusión que se observa en los países desarrollados, donde se acepta que a nivel de séptimo básico hay ciertos niños que muestran inclinaciones especiales. En algunos países se aborda dentro de los colegios; en otros, existe un subconjunto de colegios solamente para niños más avanzados. Eso es lo que estamos haciendo con los emblemáticos, pero por Dios que es distinto seleccionar con una prueba de admisión al criterio del 20% mejor en su lugar de origen. 
¿Y no sería mejor tener más de estas instituciones emblemáticas?
No son muchos más porque los emblemáticos no son cualquier colegio. No es que se declare emblemático, sino que tiene una historia en ese sentido, sistemáticamente sobredemandado y con resultados académicos muy superiores a la media. Igual no deja de ser cierto que por arropar a algunos se destapa a los otros. Por lo tanto, lo que quisiéramos como política de Estado es que todos los colegios tuviesen la oportunidad de estimular a los alumnos más motivados para que lleguen tan lejos como quieran ir. Porque cuando uno va fomentando este grupo de emblemáticos, termina condenando al resto a la mediocridad, y esa no es nuestra política.
¿Cuándo presentarían el proyecto de gratuidad en la educación superior?
Este segundo semestre.
¿Y ahí tiene una estimación de costos?
Más o menos. En todo caso, en total no podemos pasarnos de dos puntos del Producto. Entre 1,5 y 2 puntos nos ha dicho el ministro de Hacienda.
¿La gratuidad será para acceder a todas las universidades, públicas y privadas?
En líneas generales, la gratuidad podrá ser impetrada, lo que significa que los jóvenes podrán, con recursos fiscales, ir gratuitamente a las universidades, bajo la condición de que estén debidamente acreditadas y tengan cupos de equidad, lo que implica que al menos un 20% de los alumnos sean del primer y segundo quintil.
La Presidenta habló el 21 de mayo sobre trato preferente para las universidades estatales.
Tendremos un financiamiento mixto: uno por matrícula, proporcional a la cantidad de jóvenes que, en libre ejercicio de su opción, acudan a estas universidades acreditadas. El segundo financiará investigación y extensión. El financiamiento por matrícula será en base a un arancel que vamos a calcular, considerando el costo eficiente de brindar una buena carrera. Los fondos para investigación y extensión serán consistentes con la calidad de los atributos académicos que tenga cada universidad, sin distingos. Con todo, habrá un fondo basal privativo de las universidades estatales, porque el Estado tiene que preocuparse de sus propias instituciones.
¿Eso implica, como contrapartida, mayor fiscalización a las universidades estatales?
Absolutamente; el que las universidades estatales estén alineadas con los intereses del país no deviene del hecho de que se llamen estatales, sino de tener una gobernanza que garantice a todos los chilenos que los objetivos están alineados con el país en su conjunto. Yo no he tenido aún tiempo para mirar caso a caso cuáles son sus estructuras de gobierno y ver si necesitamos alterarlas levemente o mucho, y en cuáles, pero escucho muchas quejas de lado y lado sobre la gobernanza de las universidades y, por lo tanto, me comprometo a verlo con profundidad.
¿Usted cree que hay lucro en las universidades estatales?
El lucro más obvio es cuando se retiran excedentes para el inversionista, pero cualquier forma de captura en que alguien, en nombre del dinero de todos, extrae beneficios particulares que no están en el espíritu de la corporación sin fines de lucro, cae en una forma de lucro indirecto y, por lo tanto, es posible el lucro económico propiamente tal o de otro tipo, a menos que exista una buena gobernanza.

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