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La posesión


"Reducir el tema a ámbitos netamente estéticos, en tanto, es casi como no entender la esencia del fútbol, un juego que, para que se sepa de una buena vez, se trata en rigor de tener la pelota, e impedir que la tenga el rival..."


No por repetida, la discusión sobre la utilidad real de la posesión de la pelota de un equipo deja de ser un tema interesante en el ámbito técnico-futbolístico.

Resulta que cada cierto tiempo, especialmente ante la aparición de escuadras que alientan como objetivo táctico central el mantener la pelota, se vuelve al debate de si es esa la mejor manera de lograr el objetivo de ganar. No la única, por cierto.

Barcelona, el de los últimos años, el que incubó Johan Cruyff, el que se fue formando a modo holandés en las divisiones menores y el que finalmente cristalizó Josep Guardiola, apunta como paradigma de la eficiencia del control y dominio de la pelota el máximo tiempo posible.

Claro, bajo la administración técnica de Guardiola el cuadro catalán exhibió las claves más exactas del concepto de posesión: tener el dominio del rival y generar más posibilidades de gol que éste.

Los hechos así lo demuestran, pese a que existen voces que aún reniegan de esta realidad.

Y es que el "desprestigio" que entre los puristas tiene el tener el control permanente de la pelota es que éste terminaría, las más de las veces, por ser improductivo en fases ofensivas, situación que hoy remarca Franz Beckenbauer -tras el triunfo de Real Madrid frente, precisamente, a "su" Bayern de Munich, dirigido por Guardiola- y al que de tanto en tanto se refieren varios teóricos cuando se intenta explicar la poca productividad de logros, por ejemplo, del Arsenal de Arsene Wenger, un verdadero adalid de la posesión.

Pero hay que ser precisos. La posesión del balón, químicamente pura, no es en rigor simplemente una táctica defensiva de retención (sirve, sin duda, para esos efectos), sino que es también la forma más segura de buscar espacios y enhebrar jugadas en el área rival.

Ello si es que se cumple una condición básica: la posesión del balón involucra cambios de ritmo en la entrega y recepción de la pelota. Es decir, que no haya monotonía en el juego.

Y si ello no pasa, ahí es donde puede criticarse la táctica de la posesión.

Lo cierto es que no parece lógico desvirtuar el concepto, ni menos reducirlo simplemente a su fase de control defensivo. De hecho, tal como han mostrado grandes equipos de la historia, si la posesión se realiza más cerca del área rival que en la propia, se pueden lograr réditos muy altos en cuanto al objetivo de ganar. Así lo demostró la exitosa selección española de Vicente del Bosque, campeona del mundo en 2010.

Reducir el tema a ámbitos netamente estéticos, en tanto, es casi como no entender la esencia del fútbol, un juego que, para que se sepa de una buena vez, se trata en rigor de tener la pelota, e impedir que la tenga el rival...

1 comentario:

  1. El objetivo de un equipo

    al entrar a la cancha

    -como es obvio-

    es ganar, es decir,

    convertir más goles que el rival.



    La posesión per se,

    puede terminar siendo

    una estadística meritoria

    pero infructuosa

    si al final se pierde.



    Para que la posesión rinda fruto

    se requiere intención ofensiva,

    precisión en los pases,

    estado físico a fin de permitir

    el acompañamiento de la jugada

    y para que los jugadores

    tengan opciones a la hora

    de intentar desarticular

    los esquemas tácticos del rival,

    o para recuperar la pelota

    cuando hubo que tomar riesgos

    para abrir el cerrojo y esto no fue posible.



    A veces se equivoca el camino

    por la ansiedad de obtener dicho logro,

    en lugar de trabajar disciplinada

    y a la vez creativamente

    para propiciar que eso ocurra.



    Es un arte y un oficio,

    en donde priman más

    la suma de factores

    que un solo producto.



    O dicho de otra forma

    -tal vez mejor-

    cuando los esfuerzos se suman

    sus frutos se multiplican.

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