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Zerreitug - la Historia continúa...‏




Patrimonio visual Las técnicas y obra de Rodolfo Gutiérrez:
Rescatan el arte del único chileno que fabrica dioramas históricos

Sus trabajos más conocidos invaden las principales estaciones de metro y museos de nuestro país. Como parte de su proyecto de título del Máster en Historia y Gestión del Patrimonio de la Universidad de los Andes, el investigador Mauricio Motles acaba de publicar el primer libro sobre la obra de Zerreitug.  

Maureen Lennon Zaninovic 
Diario El Mercurio, Artes & Letras, domingo 22 de diciembre de 2013

Bajo el seudónimo de Zerreitug (su apellido al revés), el artista autodidacta Rodolfo Gutiérrez (70) lleva más de tres décadas creando dioramas: verdaderos cuadros tridimensionales que incluyen un fondo pintado a mano y las más variadas figuras de madera talladas. Hasta la fecha, de sus manos han cobrado vida cientos de personajes de nuestra historia que se encuentran diseminados por distintas partes de nuestro país.
"Hay mucha gente que conoce su trabajo, sobre todo por sus piezas que están emplazadas en el metro", comenta el investigador Mauricio Motles, autor de "Zerreitug: tallando la historia de Chile". Y agrega que "le pareció fundamental dar a conocer su obra y aportar con comentarios históricos que ayuden a comprender mejor las escenas creadas por el artista. Además, él es el único cultor de este arte en nuestro territorio, lo que hace que sus dioramas sean verdaderos tesoros patrimoniales". El libro -que acaba de llegar a las librerías nacionales- recorre casi medio siglo de trayectoria de este creador y es parte del proyecto de título de Motles para el Máster en Historia y Gestión del Patrimonio de la Universidad de los Andes.
"Zerreitug conjuga dos grandes pasiones: la del tallado en madera y la de un profundo amor y conocimiento por la historia. Sus manos son los medios que permiten transformar dichas pasiones en verdaderas obras de arte, llenas de sinceridad, conocimiento, belleza, precisión y sentido pedagógico", escribe en el prólogo Francisco Javier González Errázuriz, profesor del Instituto de Historia de la Universidad de los Andes. Más adelante agrega que "junto a próceres y hombres notables, nos muestra personajes típicos en escenas cotidianas, con rostros de pasmosa expresividad. No falta el quiltro o el caballo chúcaro, como tampoco los hechos insólitos y desconocidos que sazonan los grandes acontecimientos".
La periodista Julieta Ogaz, coordinadora del Máster en Historia y Gestión del Patrimonio Cultural de la Universidad de los Andes y quien además es editora de este volumen, complementa que estamos ante "un trabajo inédito, puesto que en toda la trayectoria artística de Zerreitug, nunca antes se había hecho una recopilación acabada de sus creaciones. Creo que este libro contribuye a la puesta en valor de su obra, en su sueño de contar a través de sus dioramas la historia de nuestro país con acuciosidad histórica y su particular sentido del humor. Es también una invitación a las familias a la visita o re-visita de este valioso patrimonio público". La profesional agrega que este texto también le da visibilidad a dioramas que actualmente no están en exhibición, como los de la Casa Colorada (en remodelación después del terremoto). "Los permite 'visitar' y recordar hasta que abra nuevamente sus puertas".
Representaciones artísticas
¿Qué lo motivó a dar vida a este completo volumen? Mauricio Motles explica que conoció a Rodolfo Gutiérrez a raíz de la compra de una figura tallada para el septuagésimo cumpleaños de su padre, pero al iniciar la investigación se sorprendió con el poco material disponible sobre el tema.
Sus dioramas son representaciones "artísticas" de momentos históricos. "La mayor parte de los casos, no existen imágenes contemporáneas de los hechos representados, por lo que el artista debe, luego de un profundo estudio de las fuentes disponibles, imaginar la escena para su creación. Cuando existen personajes conocidos, e imágenes asociadas a éstos, el artista talla figuras de modo que ellas resultan absolutamente reconocibles. En el caso de personajes secundarios, los rostros pueden estar basados en familiares, amigos o simplemente inventados", sostiene Motles.
El museo de Nueva York
Rodolfo Gutiérrez estudió contabilidad, pero su vocación por el arte siempre fue más fuerte hasta tal punto que en los últimos años de carrera ya se ganaba la vida con sus figuras talladas que empezó a vender en la Quinta Región y luego en Santiago. Conoció por primera vez el minucioso arte de los dioramas en Nueva York, tras visitar el Museo de Historia Natural. Ahí quedó impresionado con los animales embalsamados colocados en vitrinas que reproducen perfectamente el entorno donde viven.
"Me impactó cómo se fundían las figuras con el fondo pintado, generando una perspectiva bien impresionante", señala el artista instalado en su amplia casa-taller en el Arrayán. También le dejó una profunda huella el Museo de la Estatua de la Libertad y en especial sus muñecos de cera que daban cuenta de la historia del monumento y su país. Hacia 1980, tras volver a Chile, presentó un proyecto para llevar este tipo de creaciones a la Casa Colorada. El alcalde de Santiago de la época, Patricio Guzmán, le dio un espacio en la comuna, y en 1981 se inauguraron los primeros dioramas vinculados a la historia de Chile.
"Sentía que los libros de historia eran un poco fríos y los dioramas podrían ser una maravillosa posibilidad de encantar a los jóvenes con este mundo", agrega Zerreitug.
Y la demanda rápidamente fue in crescendo porque en 1983, en el contexto de la apertura en Concepción de la Galería de la Historia, en el Parque Ecuador, el artista debió entregar 14 dioramas más. Ese mismo año, y en una alianza conjunta entre las municipalidades de Concepción y Santiago, expuso sus trabajos en el barrio Lastarria, en la Plaza Mulato Gil de Castro. En 1984, en el Instituto Cultural de Providencia, se llevó a cabo una muestra con alrededor de 50 de sus obras. Casi una década después, a raíz de la creación de la Corporación Cultural Metro Arte, vendría su consolidación. Como se explica en el libro, gracias al decidido apoyo de Javier Pinto (director ejecutivo de Metro Arte), hasta la fecha el artista chileno ha desarrollado los 19 dioramas que se pueden visitar al interior de algunas de las estaciones más concurridas de este transporte subterráneo (entre otras Baquedano, Calicanto, Universidad de Chile, Puente Alto y Los Dominicos). Todos ellos están relacionados, de una y otra forma, con las estaciones que los albergan. También es posible apreciar sus trabajos en el Museo del Ahorro de BancoEstado, en el Museo Interactivo Mirador y en la Municipalidad de Rancagua, por nombrar algunos espacios.
"Tener mi trabajo en el metro ha sido fantástico, sobre todo por la inmensa cantidad de pasajeros que, día a día, pueden apreciar mis obras. Eso me ha permitido ser mucho más popular y la buena noticia es que hay más proyectos de dioramas para futuras estaciones", puntualiza el artista.
 Así Zerreitug confecciona sus dioramas
En el libro se entrega un pormenorizado detalle del proceso de trabajo de este artista. El primer paso consiste en la creación de bocetos en papel, donde Zerreitug ubica a cada uno de los personajes de la escena. Algunos de estos bocetos están a escala, otros son a tamaño natural, dependiendo de la dificultad de las figuras. Una vez decididos los personajes, procede a cortar los bloques de madera de pino, en la forma y porte adecuados. Estos trozos, preámbulos de los "monos", como cariñosamente se refiere a sus figuras, son colocados a hervir, para eliminar las resinas del pino, lo que facilita el tallado y la posterior aplicación del color. El tallado se inicia con la madera húmeda y utiliza un espejo para mirar sus obras, ya que de esta forma le es más fácil descubrir los errores y las asimetrías. Así, por ejemplo, se asegura de que los ojos y las orejas queden a una misma altura. Una vez tallados, los "monos" se secan a temperatura ambiente (en verano) y en microondas (invierno). Las figuras de madera son pintadas en témpera muy diluida. Una vez seca la pintura, las figuras son barnizadas con distintas capas. Para construir la base del diorama utiliza papel molido con agua, cola fría y pasta de muro. El fondo del diorama es curvo para dar la sensación de continuidad a la escena. El artista lo pinta al óleo, primero con un color base, y luego retocando con otros tonos, hasta conseguir el efecto deseado.

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