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De la cuerda y otros juegos

Revista Qué Pasa, miércoles 24 de septiembre de 2014





Hubo un día en que Karl Stets pensó: “Quiero que mi espectáculo quepa dentro de una maleta”. Seis años después, viaja con esa maleta y un show que completa con una gran cuerda floja, mostrando lo que mejor sabe hacer: funambulismo.  Eso, más otros números que mezclan magia y comedia y en donde un par de pequeñas cuerdas cobran vida, unas trampas de ratones ponen los pelos de punta y un antiguo aparato, parecido a un personal stereo, conectado a un megáfono que instala el soundtrack del montaje, recrean Cuerdo. Y aunque ésta no es la primera vez que Stets está en Chile -se presentó en 2008 junto al circo Lice de Luxe en Matucana 100-, sí es la primera oportunidad que tiene en Latinoamérica para mostrar un show que realiza solo y que mantiene al público por cincuenta minutos entretenido, al borde de los asientos. 

Stets, danés de nacimiento, se formó en la Escuela Estatal de Circo de Moscú, y a los 18 años la cuerda floja fue su primer amor. “Eso fue para mí el principio de todo. Luego me di cuenta que podía encontrar otros juegos con la cuerda y entonces tuve la sensación de que podía hacer un espectáculo basado en ella”. De ahí, vino el reto de la maleta y la invención de números que funcionaran en conjunto. “Hay algunas partes del espectáculo que son antiguas y otras que hice específicamente para este espectáculo. Hace unos años estuve de viaje por Rosario, Argentina, y allá y también en Barcelona me fui a meter a varios cabarés underground para probar piececitas del show, hasta que llegó el momento en el que sentí que tenía todos los números sueltos más o menos armados, y empecé a juntarlo todo. Así nació Cuerdo”.

Todo ocurre adentro de una carpa de circo, después de abrir esa maleta: cuerdas pequeñas se mueven y forman figuras e historias, otra larga sirve para que él camine, gire, salte y se enrolle, y otros objetos aportan a la actuación, la que junto al carisma de Stets llena el espacio, que a ratos se convierte en una escena de esas antiguas películas expresionistas del cine alemán, en donde la ausencia de voz es reemplazada por un rostro lleno de gestos. Con eso, consigue risas, aplausos y hasta gritos de nerviosismo, como cuando se amarra una cuerda alrededor de su cabeza y su rostro se desfigura, mientras deambula entre las graderías y a la gente le duele la guata de tanto reírse. “Me ha gustado mucho la reacción del público, encuentro que hay ganas e interés de ver el espectáculo. Se nota que a quien le gusta, corre la voz”. Cierto, y que siga corriendo.
“Cuerdo”, de Karl Stets. Hasta el 5 de octubre en Centro GAM.

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