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Los fenómenos históricos son duros de matar‏



ALFREDO JOCELYN-HOLT, DIARIO LA TERCERA, SÁBADO 3 DE MAYO DE 2014HTTP://VOCES.LATERCERA.COM/2014/05/03/ALFREDO-JOCELYN-HOLT/HABLEMOS-EN-SERIO/#COMMENTS
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Hablemos en serio



PODRA PARECERNOS lejano, exótico, nada que ver con nosotros, cuestión de “asiáticos”, lo de Ucrania, aunque en un mundo al instante, globalizado, online, nada es del todo ajeno. Y menos si existen signos en el actual escenario que debieran resultarnos familiares.
La crisis en Ucrania, desde luego, ha revivido el temor de que se esté volviendo a lógicas de la Guerra Fría, aunque, dadas las complejidades de aquel conflicto y período histórico, cabe preguntarse cuándo, si es que alguna vez, se dejó de funcionar fuera de esas lógicas. Los fenómenos históricos son duros de matar. El canciller ruso Sergei Lavrov inició su reciente gira por América Latina en Cuba. Luego viajó a Nicaragua, Chile y Perú. Los rusos son maestros ajedrecistas, lo que no es ninguna novedad. Con qué pieza, qué color y qué movidas se nos asocia en semejante tablero lo deben tener más claro que el vodka.
Hablemos en serio. La crisis ucraniana, desde que estalló en febrero pasado (subcapítulo Crimea), revivió un haz de asociaciones históricas, específicamente en torno a la Crisis de los Sudetes de 1938, esto es, presiones pangermánicas que terminaron por anexar provincias checas, luego Checoslovaquia entera (ya antes Hitler se había hecho de Austria) con anuencia pacifista del Reino Unido y Francia en Munich a espaldas del país liquidado, lo que, a la postre, resultó aún más dominó suicida para toda Europa: siguió Polonia y ya no hubo vuelta atrás.
El juego táctico nazi era, además de doble, voluntarioso. Sabían que se estaba ante entreguistas que, por proclividad conciliadora, calculadora (defensores de sus intereses a como fuera), estarían dispuestos a aceptar el precio de la paz aunque después se les volviera a chantajear. Una y otra vez aceptarían todo -más expropiaciones, plebiscitos y reformas a las reglas de juego- porque se creerían lo que se les decía y así, supuestamente, ganarían algo de tiempo para seguir respirando. Los nazis, en cambio, se veían a sí mismos como los auténticamente poderosos que de verdad saben defender sus intereses.Nada ni nadie podría parar la fuerza de la historia que, en tanto pueblo alemán elegido, sentían que encarnaban.
Los rusos liderados por Putin piensan parecido hoy día.Los ucranianos podrán ser el 77,8 por ciento de Ucrania, los rusos sólo un 17,3 por ciento, pero no en los márgenes rusófonos y rusófilos donde son mayoría. La lógica es muy actual, tan alquímica que debiera resultarnos familiar. Quienes llenan la calle, colman las redes sociales, funan, agitan masas hasta hace poco “ni ahí”, podrán ser una minoría proporcional (mientras la mayoría real sigue siendo conciliadora, rentista, fofa y práctica; en suma, pacífica), pero debidamente organizados, en patotas, logran convertirse en la nueva mayoría de la escenificación que tan hábilmente montan a su favor. No faltarán, además, los Gerhard Schroeder que se sumen al champañazo a su propia salud (cumpleaños feliz número 70) que les brindan los Putin. Recordemos que Schroeder alguna vez describió al presidente ruso como un “demócrata intachable”. De más está decirlo, pero Schroeder, fuera de director de Gazprom, la principal empresa rusa estatal gasística, es socialdemócrata, es decir, el clásico “progresista” útil.

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