Cartas
Diario El Mercurio, Sábado 15 de febrero de 2014
Caso Luchsinger MacKay
Señor Director:
En los últimos días, los medios de comunicación han seguido atentamente el desarrollo del juicio al único imputado por el asesinato del matrimonio Luchsinger MacKay, las imágenes escalofriantes de los cuerpos calcinados de ambos ancianos, la actitud desafiante del imputado, las agresiones a la familia y amigos de las víctimas, la violencia fuera del Tribunal; sin embargo, no se pueden transmitir, es una realidad que solo se puede aquilatar y comprender estando allí.
Por eso, para quienes hemos sido víctimas de la violencia en la Región de La Araucanía, este juicio tiene un carácter simbólico muy especial, no solo porque las víctimas eran ancianos y el crimen fue especialmente cruel, sino porque la cantidad de antecedentes recopilados por la policía y la Fiscalía en contra del imputado es abrumadora. Es verdad que los juicios tienen que ceñirse a ciertos procedimientos y lógicas establecidos en la ley, pero esos procedimientos y esas lógicas no pueden ir contra el sentido común, ni contra la realidad cuando ésta aparece tan clara y manifiesta.
Para nosotros este juicio es también un verdadero juicio a la justicia. El Estado, tantas veces fracasado en nuestra región, tantas veces incapaz de encauzar las distintas y legítimas demandas de quienes vivimos aquí, tiene nuevamente la oportunidad de cumplir su función de asegurar la paz, mediante el restablecimiento del imperio de la ley. Este no es un juicio a una etnia, ni al pasado histórico, ni a las políticas sociales, éste es un proceso criminal por el homicidio alevoso de dos personas indefensas.
La impunidad genera violencia, esa certera afirmación la hemos escuchado mucho en nuestra historia reciente. La Corte Suprema pidió perdón por no haber hecho todo lo que debía y podía en los casos de violaciones a los derechos humanos; su inacción contribuyó a crear condiciones que favorecieron más atropellos y que generaron más frustración en las víctimas y, por ende, más violencia.
Las víctimas de la violencia en La Araucanía sentimos que nuestros tribunales están tropezando nuevamente con la misma piedra. Entonces se dijo, por ejemplo, que los recursos de amparo no regían porque no estaba acreditada la detención; ahora a nosotros se nos dice que no hay pruebas, a pesar de que una y otra vez las víctimas reconocen y saben perfectamente quiénes los atacaron, a pesar de que la policía investiga y acompaña antecedentes, pero casi nunca los tribunales los consideran suficientes. Poco parece faltar para que algún juez diga, parafraseando esas palabras lamentables y de triste recuerdo, que lo "tienen curco las víctimas de La Araucanía".
Esperamos que en el futuro otros jueces de otra Corte Suprema no tengan que pedir nuevamente perdón, por no haber escuchado a las víctimas de La Araucanía, por no haber impartido justicia como debían, por haberse dejado llevar por consideraciones que son, en el fondo, políticas y por haber contribuido a crear las condiciones para que se desbocara la violencia en el sur de nuestro país.
Alejo Apraiz
Presidente Asociación de Víctimas de Violencia Rural-La Araucanía
En los últimos días, los medios de comunicación han seguido atentamente el desarrollo del juicio al único imputado por el asesinato del matrimonio Luchsinger MacKay, las imágenes escalofriantes de los cuerpos calcinados de ambos ancianos, la actitud desafiante del imputado, las agresiones a la familia y amigos de las víctimas, la violencia fuera del Tribunal; sin embargo, no se pueden transmitir, es una realidad que solo se puede aquilatar y comprender estando allí.
Por eso, para quienes hemos sido víctimas de la violencia en la Región de La Araucanía, este juicio tiene un carácter simbólico muy especial, no solo porque las víctimas eran ancianos y el crimen fue especialmente cruel, sino porque la cantidad de antecedentes recopilados por la policía y la Fiscalía en contra del imputado es abrumadora. Es verdad que los juicios tienen que ceñirse a ciertos procedimientos y lógicas establecidos en la ley, pero esos procedimientos y esas lógicas no pueden ir contra el sentido común, ni contra la realidad cuando ésta aparece tan clara y manifiesta.
Para nosotros este juicio es también un verdadero juicio a la justicia. El Estado, tantas veces fracasado en nuestra región, tantas veces incapaz de encauzar las distintas y legítimas demandas de quienes vivimos aquí, tiene nuevamente la oportunidad de cumplir su función de asegurar la paz, mediante el restablecimiento del imperio de la ley. Este no es un juicio a una etnia, ni al pasado histórico, ni a las políticas sociales, éste es un proceso criminal por el homicidio alevoso de dos personas indefensas.
La impunidad genera violencia, esa certera afirmación la hemos escuchado mucho en nuestra historia reciente. La Corte Suprema pidió perdón por no haber hecho todo lo que debía y podía en los casos de violaciones a los derechos humanos; su inacción contribuyó a crear condiciones que favorecieron más atropellos y que generaron más frustración en las víctimas y, por ende, más violencia.
Las víctimas de la violencia en La Araucanía sentimos que nuestros tribunales están tropezando nuevamente con la misma piedra. Entonces se dijo, por ejemplo, que los recursos de amparo no regían porque no estaba acreditada la detención; ahora a nosotros se nos dice que no hay pruebas, a pesar de que una y otra vez las víctimas reconocen y saben perfectamente quiénes los atacaron, a pesar de que la policía investiga y acompaña antecedentes, pero casi nunca los tribunales los consideran suficientes. Poco parece faltar para que algún juez diga, parafraseando esas palabras lamentables y de triste recuerdo, que lo "tienen curco las víctimas de La Araucanía".
Esperamos que en el futuro otros jueces de otra Corte Suprema no tengan que pedir nuevamente perdón, por no haber escuchado a las víctimas de La Araucanía, por no haber impartido justicia como debían, por haberse dejado llevar por consideraciones que son, en el fondo, políticas y por haber contribuido a crear las condiciones para que se desbocara la violencia en el sur de nuestro país.
Alejo Apraiz
Presidente Asociación de Víctimas de Violencia Rural-La Araucanía
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