GONZALO BUSTAMANTE, DIARIO LA TERCERA, JUEVES 6 DE FEBRERO DE 2014HTTP://VOCES.LATERCERA.COM/2014/02/06/GONZALO-BUSTAMANTE/NUEVA-MAYORIA-UNA-COALICION-PINERISTA/
Nueva Mayoría: ¿Una coalición piñerista?
Hasta el anuncio de los ministros del nuevo gobierno, nada permitía predecir la parodia de errores por venir con los subsecretarios, no solo por las sospechas que pesan sobre algunos en temas de conflicto de intereses, probidad o de dudas más folclóricas como “incontinencia en el tacto”, lo más relevante fue la incapacidad de la Nueva Mayoría para cerrar filas defendiendo a uno de los suyos, Claudia Peirano. Su caída no se entiende sin ese factor. No se encontraba acusada de “toquetear a nadie” ni de faltas a la honestidad (en esos casos bien se hace en no defenderlos y exigir su “renuncia”) simplemente se le cruzó el movimiento estudiantil.
La Nueva Mayoría fue durante el gobierno actual un aplaudidor de los movimientos sociales, sin valor para matizar nada respecto de lo razonable o no de sus demandas, sin un atisbo de fuerza para defender su propio legado que era atacado “por la calle”. Más allá de lo criticable que puede ser esa actitud, estratégicamente, tenía cierto sentido: se era oposición, el complicado era el gobierno de turno. Parecía más apropiado aparecer como una fuerza capaz de encauzar esas demandas y dejar el desgaste al “otro”.
Lo curioso es que en una coalición que destacó en 20 años de ejercicio del poder por su meritoria destreza en su manejo, alguno de sus miembros reaccionaron como si el cuestionado no fuera un miembro de su gobierno.
¿Habrán devenido en “Piñera-way”?
El primer error de Piñera fue su actitud en Barrancones, mostró un carácter solo dispuesto para aquello que fuese popular. Una preocupación delirante por su aprobación personal fue el principal sello de su gestión. Era una piedra de toque para decidir y evaluar; su comparación y deseo mimético con su antecesora, una obsesión. Es así como ante la presión estudiantil se respondía con ideas de marketing “GANE”, se cambiaba a un ministro altamente competente en su cartera (Justicia) para ver si así se frenaba algo que se percibía como una marea, todo mientras seguían los “ofertones económicos” hacia el sector educación y se improvisaban políticas respecto de él.
La comedia terminó con una ministra que su principal argumento para ocupar ese puesto era su popularidad; la perdió. La falta de claridad e imaginación discursiva así como la carencia inicial de una política sectorial determinaron una administración que le preocupaba más la Adimark que la convicción. No eran rivales para un naciente movimiento social con una visión y determinación clara. Después de una derrota electoral, histórica, se van felices: subieron en la Adimark.
Lo que está por verse es que una vez que se produzcan las primeras manifestaciones sociales contra Bachelet (lo cual va a ocurrir) si la actitud de parte de su coalición será “piñerista” o no. Una opción es que algunos reemplacen la ” motivación por la popularidad” por la excusa del programa, lo hace más decoroso. Todo grupo serio llega al poder para implementar un conjunto de ideas y propuestas por las cuales han sido electos, pero de igual forma, es parte de esa responsabilidad mediar su aplicación y eso implica que el gobierno escoge su equipo para implementarlo, no “la calle”.
Algunos miembros de la Nueva Mayoría reaccionaron abdicando de una función básica para la cual es electo un colectivo: administrar la presión y las expectativas.
Quizás, Piñera, cual discípulo de Gramsci, ha generado una nueva idea hegemónica sobre lo político: la primacía de la aprobación. De ser así, quienes (febril y ridículamente) creían que del triunfo de Nueva Mayoría se podía seguir alguna suerte de modelo chavista, pueden estar tranquilos, la amenaza es otra y la inició el gobierno que se va; la preponderancia de una idea estilo Berlusconi de la relación gobernantes-gobernados o lo es igual el reemplazo de la representación mediática, aparentar que se es lo que los ciudadanos anhelan, por la democracia, la cual posee un carácter de pugna, aunque no se sea “popular”. ¡Vade retro Satana!
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