Un insecto volador
ha caído al agua de la piscina.
No sólo la tensión superficial
de la alberca lo tiene atrapado,
sino que se encuentra girando
en el remolino que produce
el filtro de la pileta.
Se trata de una abeja nativa
cuyo abdomen tiene
un bello color azul metálico
que contrasta con el calipso
del fondo de la piscina.
La rescato con una pértiga
que en su extremo posee
un bastidor con una malla
diseñado para recoger las hojas
y otros pequeños objetos
y bichos que caen al agua.
La deposito sobre la terraza de madera
y la abeja se queda aparentemente tranquila.
Se observa, eso sí,
una especie de leve
y rítmica agitación corporal,
algo así como palpitaciones.
Ya más recuperada,
comienza un proceso
de autolimpieza para
eliminar principalmente
el agua adherida
a sus patas, alas y cuerpo.
Realiza luego una prueba
desplegando sus alas,
para comprobar que no han
perdido su capacidad de vuelo
y pronto despega
con elegancia y destreza
mientras la observo alejarse
con esa hermosa tonalidad
azul metálica que contrasta
con el celeste del cielo estival.
PORQUE LE TEMEMOS TANTO A LOS BICHOS?
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