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¡Resurrección del Señor! / (Lc. 24, 34)


"El Señor resucitó verdaderamente, aleluya"
Padre Raúl Feres - Sacerdote de Schoenstatt
Diario El Mercurio, domingo 20 de abril de 2014

Hemos concluido la Semana Santa,
esa gran semana, que nos recuerda
el misterio de la pasión y muerte de Jesús,
pero sobre todo de su resurrección.

Es lo que en lenguaje teológico
llamamos misterio pascual.

Cristo vence a la muerte y el pecado,
poniendo a prueba la fe de sus discípulos
que "todavía no habían comprendido
que, según la Escritura,
Él debía resucitar de entre los muertos". (Jn. 20,9).

Pero ellos mismos serán testigos después de esa verdad,
como lo explica San Pedro en la Primera Lectura de hoy.

Ellos lo buscaban por su interés en seguirlo
y estaban abiertos al misterio.

"Pero Dios lo resucitó al tercer día
y le concedió que se manifestara,
no todo al pueblo, sino a testigos
elegidos de antemano por Dios:
a nosotros, que comimos y bebimos con Él,
después de su resurrección" (Hechos 10, 34-42).

Pascua de Resurrección nos invita a vivir
en la alegría y en la esperanza,
a renovar nuestra vida,
sabiendo donde está la meta final
y el sentido más profundo 
de lo que estamos viviendo.

Hay hechos dolorosos y trágicos 
en el mundo y en nuestra patria,
como el terremoto en el norte de Chile
y los incendios de Valparaíso.

Muchos se preguntan
por qué Dios permite todo esto,
si es un Dios de amor y perdón.

Pero sabemos que Él 
no quiere la muerte, sino la vida.

A eso ha venido el Señor
a que la "tengamos en abundancia"
y una manifestación de esto
es la Resurrección de Jesús.

Es un llamado a vivir una vida nueva,
a buscar "los bienes del cielo donde Cristo 
está sentado a la derecha de Dios". (Colosenses 3, 1-4).

Eso supone una mirada grande y generosa
para salir en ayuda de los más desvalidos
y ser más solidarios.

También una mirada de justicia
para darse cuenta de que todavía
queda mucho por hacer en beneficio
de los más pobres y desvalidos.

Es un desafío para gobernantes y gobernados.

Dejemos atrás las rencillas y rencores,
avanzando unidos como nación
en pro de una mayor igualdad fraterna.

La misión territorial es una gran ocasión
para que los cristianos hagamos
un aporte importante en este proceso.

El Papa Francisco nos exhorta a ello:

"La comunidad evangelizadora
se mete con obras y gestos
en la vida cotidiana de los demás,
achica distancias, 
se baja hasta la humillación
si es necesario 
y asume la vida humana,
tocando la carne sufriente 
de Cristo en el pueblo".
(Exhortación apostólica
"La alegría del Evangelio").

Que la Virgen María,
Madre de Chile,
fortalezca nuestra fe
y esperanza 
en este medio pascual.

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