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La razón cuchufletera de los gaznápiros que no aceptan críticas cuando nos meten las manos al bolsillo‏



Comentario del lector Jaime Alfredo Cecares Alvarez 
en el blog asociado a la Carta al Director 
titulada ¿Fin de la educación privada?
de don Rubén Covarrubiasa Giordano,
Rector de la Universidad Mayor
Diario El Mercurio, lunes 7 de abril de 2014

Suponiendo que mis impuestos a la renta de cada año sea de un peso ($1). Resulta que la retribución por ese peso de impuesto a una persona de trabajo como yo es cero peso ($0).  Y ha sido así toda mi vida. El Estado a mí solo me ha exigido y jamás me he visto “retribuido” por el atorrante Estado.

Soy de las personas que cuando sus clientes no le pagan, debe pagar esos impuestos con préstamos o bien debe estar toda la mañana en una atestada oficina pública rogando que me atiendan mientras unos funcionarios públicos están muy ocupados en algo y después saltando alegremente en un pie 
me dirijo a contraloría a pagar, incluso aquello que no es culpa mía.

Soy de las personas que con espanto veo que flojos y fracasados reciben “aportes solidarios” a costa del Estado para expresar sus ideas revolucionarias que tienen el único fin de dañar y ofender.

Veo gobiernos corruptos, estúpidos y profundamente ineptos que alegan ser los genuinos representantes de los pobres pidiendo, exigiendo más impuestos, pues según ellos van a solucionar los problemas que nos aquejan. 

Usando recetas fracasadas de sinvergüenzas y he terminado viendo a los secuaces de esos gobiernos viviendo una buena y vil vida burguesa a costa de mis pequeños impuestos.

Y la guinda de la torta es lo que escucho y leo. Según estos gaznápiros, por alguna razón cuchufletera la gente de trabajo no tiene derecho a opinar sobre impuestos y menos exigir responsabilidad en el uso de ellos.

Son ellos, los fracasados quienes son los únicos capaces de administrar el Estado y el dinero ajeno.

Lo privado tiene un vínculo con el Estado debido a que ese estado se mantiene también con mi trabajo he impuestos privados.

Me impresiona aquella forma demente de los izquierdistas que ven al Estado como su patrimonio, lugar donde se atreven a robar el trabajo ajeno y cual número de circo pueden golpear pero según sus leyes no se les puede responder ni exigir responsabilidad por sus actos.

No logro entender si pago impuestos ¿Por qué no puedo exigir que esos impuestos vayan a estamentos, organizaciones y metas privadas? cuando son estas instituciones las que soportan y fundamentan el tan mentado Estado.

Pareciera que el tan mentado Estado sólo es un ente cautivo de una ideología trágica y ruinosa administrada por fracasados y cuyo único fin es dar sustento a esa ideología izquierdista que ha ofendido y sigue ofendiendo al hombre y da jugosos dividendos a la fauna izquierdista.

Y digo yo. Para sustentar y justificar ese “Estado” anormal, estúpido y fracasado, no estoy ni disponible ni de acuerdo y ¿bajo qué amenaza esta gente se atreve a decirnos que tiene un derecho que nadie les ha dado?

¿Un estado donde fracasados que no se pueden ganar la vida decentemente, ahora administran los frutos de mi trabajo?

¡Para cara de palos y sinvergüenzas hoy estamos hasta la coronilla!

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